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Entrevista:Diálogo de Núria Espert y José Luis Gómez

"Hacer teatro es vivir dos veces"

Juan Cruz

b>José Luis. Hemos sido pareja artística, pero nunca hemos pisado juntos un escenario. Éramos dos críos, a principios de los ochenta, cuando dirigíamos los teatros nacionales, el María Guerrero y el Bellas Artes.

Núria. Y funcionábamos de manera independiente, unidos por Ramón Tamayo, que tenía la dura barra de la economía...

José Luis. Un tiempo muy bueno, ¡pero salimos de mala manera!

Núria. Ahí fue cuando comprendí que los cargos de directores de teatros nacionales son cargos políticos. Yo siempre había dicho que no... Y me parecía que teníamos libertad. Y todo eso se desmontó cuando nos empezaron a poner dificultades que fueron insalvables para los tres. Nos fuimos todos. Y no porque estuviéramos cansados, habían sido dos temporadas memorables. ¡Y nos fuimos con la cabeza muy alta y la falda muy corta, como dice Joaquín Sabina! Aquellas peleas con nuestro superior jerárquico, un jefecillo de quinta...

Gómez: "Nos metimos en 'Play Strindberg' con una sinceridad enorme, y vivimos con absoluta sinceridad en el escenario. ¡Estamos de verdad!"
Espert: "Cuando se acusa a los políticos de hacer teatro se está produciendo un contradiós. La política no es arte, es transacción permanente..."

José Luis. Y ahora estamos juntos, en La Abadía. La obra nos hace llevarnos fatal en la escena. Pero detrás nos llevamos maravillosamente.

Núria. Exacto. Sólo en ese redondelito, en ese ring redondito donde estamos. Ahí la cosa es tremebunda. Fuera todo es gratísimo: afecto y respeto.

José Luis. La gente no lo nota, pero a veces te piso textos. ¡Y tú no te enfadas!

Núria. Estoy encantada de haber encontrado una oportunidad de trabajar juntos en algo, ¡y además en el escenario! Eres un magnífico director, y uno de los mejores actores de Europa.

José Luis. ¡Te has pasado! En tiempos de Goethe, y después de Goethe, a las actrices que sostenían la compañía se las llamaba die Principalin, la principal. Pues tú eres la principal, una mujer relevante. Y lo que nos distingue a los dos, me parece, es la carne de actor..., una especie de impulso tremendo.

Núria. ¡La carne y la sangre! Eso lo tenemos bien arraigado los dos, y aunque hagamos otras cosas, y las hagamos bien -directores, productores-, tanto para ti como para mí donde la vida cobra sentido es actuando. Es lo que me pasa y es lo que siento que te pasa cuando te veo actuar.

José Luis. El teatro, además, te devuelve con creces lo que tú le das. ¡Cuando tienes los medios expresivos...!

Núria. ¡El talento!

José Luis. Cuando el actor está inspirado deja una huella, que puede ser indeleble, en la conciencia de los espectadores.

Núria. Y que suele ser fresca e imborrable... Yo no pienso tanto en lo que dejo cuando actúo. Estoy más interesada en cada uno de los individuos que forman el público de cada noche. Tantos años después, sigo percibiendo el grado de atención de cada uno de los espectadores. Si un señor se mueve en una silla allá al fondo, en medio de un teatro abarrotado y silencioso, eso me llega como un signo, ¡como si alguien me tocara un brazo! Eso es lo que me produce esa sensación constante de contacto con la gente. Eso le da un sentido muy fuerte a mi vida. No a mi vida profesional: a mi vida. Punto.

José Luis. Hay ahí una animación de energía, ¡es, en efecto, como vivir dos veces!

Núria. Como vivir dos veces. Fíjate que mi vida familiar, que es tan importante para mí, la vivo como en letargo. ¡Cuando estoy entera es en el escenario! Cuando yo soy más yo misma es cuando estoy interpretando a otra persona, curiosamente. Yo soy una persona comprometida con la vida, con la política, pero soy tranquilita. No tengo la imagen que la gente me atribuye. Soy el resultado, para la gente, de las personas que interpreto. Pero yo no soy mis personajes.

José Luis. El teatro es intercambio, lo que das, lo que te dan... Déjame que saque el tema de siempre: la decadencia del teatro, que el teatro se muere, que el teatro no se muere. Y la verdad es que el teatro, por mor de los directores, de los actores, de la palabra, por mor del cuerpo, por mor del espíritu, tiene una altísima intensidad. ¡Vivísimo!

Núria. Y te nutre a ti y nutre a los otros. Y te forma...

José Luis. Nos metimos en este trabajo con una sinceridad enorme, y vivimos con absoluta sinceridad el tiempo que estamos en el escenario. ¡Estamos de verdad! Me hace mucha gracia cuando los políticos se dicen, unos a otros, que "están haciendo teatro". ¡Estarán haciendo mal teatro!

Núria. Y siempre hablan de que los otros son malos actores... Esto tiene que ver con la naturalidad; el buen teatro no tiene nada que ver con la naturalidad. Lo natural es natural, no es teatro. Así que decirle a un político que está haciendo teatro cuando se le ve el plumero es una estupidez.

José Luis. Lo que les sucede a los políticos es que parece que se ven obligados a no decir la verdad, o a escamotearla... Me llama mucho la atención. Como me llama la atención que, quizá por la introducción de los medios masivos, el trabajo de actor haya perdido un poco del respeto que se le tenía...

Núria. ¿El respeto? Yo no noto que falte.

José Luis. Sí, un poco...

Núria. ¡A lo mejor porque a los políticos se les relaciona con el teatro: "¡Hacen teatro!". Cuando se les dice eso se les está acusando de mentir. ¡Y nosotros no mentimos, nos transformamos en otras personas! ¿Qué tiene que ver eso con la mentira?

José Luis. Además, la obra de ficción está alimentada por la realidad. Leyendo un fragmento autobiográfico de Strindberg me doy cuenta de que él fue el hijo de una criada y tuvo una infancia terrible. ¡Las cosas que dice mi personaje en Play Strindberg son verdad! Desprecia a los otros porque es un solitario... Lo que yo te quería decir antes es que el oficio de actor está un poco en desuso...

Núria. No, no he sentido eso.

José Luis. ¡Porque a ti nunca te ha faltado el respeto!

Núria. Ni a ti. Pero depende del medio en que realizas tu profesión. Con sus grandezas y las imperfecciones que tiene el medio, a la gente que trabaja en televisión le cuesta mucho hacerse respetar. Son pocos los que consiguen que su trabajo no quede oculto en medio de la banalidad general en que se desenvuelven todas las cadenas... Pero déjame volver un momento a los políticos.

José Luis. Adelante.

Núria. Yo he respetado mucho a los políticos; creo que es nefasto eso que se dice ahora que todos los políticos son iguales. Es un trabajo dificilísimo; y pienso que los que lo hacen son, en su mayoría, personas honestas, que viven, como yo, de su trabajo. Pero cuando se les acusa de hacer teatro se está produciendo un contradiós. La política no es arte, claro, es transacción permanente, diplomacia...

José Luis. ...y es un acto de servicio, y se está haciendo mucho por poner en cuestión esa virtud del político.

Núria. El poder para cambiar las cosas. Eso no es necesariamente negativo. ¡Pero lo que es duro es ese "quítate tú para ponerme yo" en que se convierte la política! ¡Imagínate que yo fuera diciendo por ahí que quien hace determinado papel es una persona abyecta que no se lo merece! ¡Eso es lo que hacen los políticos en cuanto están en la oposición! Si yo hiciera lo mismo sería la persona más abyecta y venenosa de la tierra... La democracia, y dicen los sabios que es el único régimen posible, tiene ese lastre que la ensucia muchísimo: la necesidad de denigrar a ese que tiene el puesto que tú quieres, qué horror. Aquí pasa de una manera feroz.

José Luis. Creo que el ciudadano, cuando enjuicia a los políticos, pide de ellos también virtudes angélicas que a él no se le ocurre perseguir...

Núria. Ahora vivimos un momento duro. Se abrió esa esperanza, pero la política ha bajado muchísimos peldaños en nuestro país. Desde el comienzo de la democracia no se había vivido un periodo tan crispado, tan agrio, como éste. No son sólo dos formas de pensar diferentes, que para eso están los partidos, sino que es como si hubiera entrado otro factor, un factor venenoso que hace que entiendas que no están hablando verdaderamente de lo que están hablando. Y cuando te das cuenta del horror que arrastra este país, cuando sabes que hay aún esa verruga purulenta que hemos tenido tantos años..., y ves que salen las víctimas a la calle, y oyes declaraciones, y te das cuenta de que se habla de una cosa y en realidad se está hablando de otra... ¡Eso me tiene indignada!

José Luis. En realidad, se está hablando de ocupar el poder.

Núria. Sí. A ratos indignada y a ratos dolorida. A mí me gusta la pluralidad, no soy talibana de nadie ni de nada... Pero tú ves que se está hablando de otra cosa, y eso me parece que nos aleja de la sabiduría con la que los españoles afrontamos la transición... Íbamos juntitos, y ahora me parece notar que hay el deseo de partirnos de nuevo en dos, olvidando que ya estuvimos partidos en dos.

José Luis. Es la confrontación derecha/izquierda que desgraciadamente ha alimentado la historia española.

Núria. Pero parecería que con la transición... En realidad, la transición fue puesta como modelo porque creían que nos íbamos a matar a tiros. Nos sentíamos muy orgullosos tras las primeras elecciones: "Pero qué se creían que somos, ¿que vamos a salir con un cuchillo de cocina a la calle?" Ese elogio a nuestra transición nos quería halagar, y en realidad nos denigraba muchísimo... Porque no se me pasaba por la cabeza que se repitieran los errores del pasado. Y, en mi opinión, hemos avanzado por el buen camino. Hasta que de pronto creo que nos hemos encontrado con una cosa que paraliza el buen avance.

José Luis. Yo creo que eso está en determinada derecha española. No quiero meterme con nadie, pero está a la luz del día cómo esa confrontación se manifiesta a diario. Lo peor de eso, y de otras cosas que están sucediendo y que tienen que ver con la acción política, como es lo de la corrupción urbanística, que es tan desolador, sitúa a la población en una especie de desazón moral, de desolación...

Núria. Y roban de los dos lados, no vayamos a pensar que unos son angélicos y los otros diabólicos... Algo corrupto hay en este país, algo podrido, después de tantos años, por desgracia...

José Luis. Los gobernantes, y la población, deberían tener en la cabeza una suerte de constante vigilancia y pedagogía.

Núria. ¡Pedagogía a través del castigo! ¿Cómo no son los partidos los primeros en sacarse de encima esas cucarachas? Es lo que no puedo comprender. Los mantienen, basados en esa frase: "Hasta que la justicia se pronuncie!". Y mientras tanto esas personas han permanecido ensuciando la vida espiritual de este país...

José Luis. No sé si se dan cuenta de que es un ejemplo malo para muchos ciudadanos... Pero creo que la ciudadanía es más sensata que esos políticos...

Núria. Malaya, Mallorca... Y la destrucción de tantos paisajes hermosos.

José Luis. La labor de la prensa y de la judicatura es fundamental. En nombre de unos pocos se está destruyendo un país, agotando sus recursos.

Núria. Falta de escrúpulos.

José Luis. Veneno sobre las conciencias del cuerpo social.

Núria. Es tan injusto para la gente. Imagina esos guardias civiles que investigan, con los sueldos que tienen, cuando conocen las atrocidades que van descubriendo, qué pueden pensar. Te pone los pelos de punta. Al lado de lo que ocurre, Al Capone parece un muchachito que se ha llevado veinte duros. Es horroroso. ¡Cambiemos de tema!

El infierno en la tierra

José Luis. Nunca fuimos pareja: estábamos en teatros separados cuando dirigíamos los teatros nacionales.

Núria. Para bien y para mal, cada uno tuvo su vida separada, su presupuesto separado. Nos juntaba Ramón [Tamayo]. Y cuando salimos de allí nos fuimos como amigos...

José Luis. Yo me fui con la frustración de no haber hecho algo juntos.

Núria. Y lo estamos haciendo ahora, con Lluís Homar, que es un magnífico compañero...

José Luis. Una relación espléndida: fíjate que en el escenario yo no encuentro, contigo y con Lluís, ninguna sensación de extrañamiento... Disfruto mucho de la energía que circula entre nosotros. Y te confieso, Núria, me maravilla de ti tu inmensa consistencia actoral.

Núria. Uy, qué exagerado... José Luis, quieren que hablemos de la pareja...

José Luis. Hay una frase final, en Play Strindberg, del personaje que yo encarno a Kurt: "Tú has destruido un matrimonio feliz".

Núria. Y como se han visto tantos horrores en ese matrimonio, se puede decir eso de manera que haga reír a la gente. Un matrimonio es eso, cree tu personaje, él ha sido feliz dentro de ese horror... ¡La pareja!

José Luis. Ese fenómeno lo hemos visto en gente de nuestra generación y de otras generaciones.

Núria. Yo lo he visto y lo he vivido en otros. He contemplado parejas que se han destrozado. Hasta que uno ha muerto y el otro se ha quedado llorándolo. A veces los veía y me decía: "Pero, ¡esto es el infierno en la tierra!". El espejo verdadero del infierno en la tierra.

José Luis. Yo estoy ahora mismo sin pareja. Tengo una hija maravillosa de una mujer estupenda, pero ahora no tengo pareja. A mí me parece que la vida de pareja es la mejor. Para lo que tiene que llegar a ser el ser humano la pareja es un buen camino. Un camino de tolerancia, de poner a prueba la capacidad de ayuda, de generosidad...

Núria. Se nota mucho que estás sin pareja, porque has idealizado lo que es la pareja...

José Luis. Yo también he tenido vida en pareja...

Núria. Tuviste una muy buena vida en pareja y no la has repetido.

José Luis. Y no la he podido repetir.

Núria. Yo, que he tenido una muy buena vida con pareja, pienso que la sociedad actual sigue creyendo que la pareja son los padres, los hijos, los roles repartidos. ¡Eso va contra el amor, contra el sexo, va contra el sentido de la pareja! Muy pocas parejas se salvan del hundimiento. Creo que los matrimonios limitan mucho las vidas de las personas. ¡La vida de pareja tendría que obligar a cada uno a vivir en su casa! Claro, están los hijos...

José Luis. Hay un modelo de matrimonio que no ha permitido cambios, por una especie de inercia, de petrificación, pero yo me imagino que los cambios son saludables...

Núria. Y ahora se pueden resolver los desencuentros, gracias al divorcio. Hay muchísimos divorcios, porque el reparto de roles no funciona.

José Luis. Mi generación no recibió educación para vivir en pareja.

Núria. Yo hablo de lo que hay alrededor. El hecho de trabajar con mi pareja [el actor y productor Armando Moreno, ya fallecido] y de vivir juntos esta especie de frenesí y de lucha que compartimos, nos permitió no caer en lo que veo a mi alrededor, una especie nada gratificante de costumbre... La vida es corta, ¡perderla juntos debe ser terrible!

José Luis. Yo he echado en falta en mi educación, y en la gente de mi generación, una actitud de respeto hacia la persona del otro sexo... Esa sensación de respeto hubiera facilitado las relaciones entre mujeres y hombres...

Núria. ¡Hubierais visto a la otra no como mujer sino como persona!

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