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Reportaje:

Dime, Dalí

Un volumen que recoge 150 conversaciones cierra la publicación de la obra completa del artista

Desde su más tierna infancia, Salvador Dalí (1904-1989) mostró gran afán de notoriedad. Dar el espectáculo se convirtió en uno de los objetivos de su vida desde que tuvo uso de razón. Llamarse igual que un hermano, fallecido antes de que él naciera, le provocó la necesidad de buscar la atención permanentemente.

Al abrazar el surrealismo, su compulsión habladora y dialéctica, su necesidad de pronunciarse sobre todo y de ser conocido en todas partes, hace que su aparición en los medios de comunicación de todo el mundo sea más que asidua. Desde París, Londres, Estados Unidos, la prensa de la época no desaprovecha la menor posibilidad de encuentro con una de las máximas figuras del surrealismo. Con sus dotes para la autopropaganda, consiguió convertirse en una celebridad con la que todo el mundo quería aparecer.

El volumen VII de la obra completa de Salvador Dalí, editado por Destino en colaboración con la Seacex y la Fundación Gala Dalí, sale estos días al mercado con 150 entrevistas escogidas por el crítico e historiador Francisco Calvo Serraller de entre los miles de encuentros que el artista tuvo con periodistas de todo el mundo. Desde 1928 hasta sus últimos días.

Calvo cuenta que Dalí no era en absoluto selectivo. Hablaba con todo aquél que le pidiera una entrevista y él viera la posibilidad de conseguir publicidad. Fue uno de los primeros en ver la rentabilidad de la publicidad. Sus respuestas siempre ingeniosas y provocativas daban fáciles titulares a los entrevistadores y por ello se le perseguía allá donde fuera. En muchas ocasiones, el propio Salvador Dalí sugería las preguntas. Tenía muy claro lo que quería contar.

Pese a la aparente ligereza, no cree Calvo que hubiera frivolidad en las respuestas. "Veinte años después de su muerte, esas conversaciones siguen vivas. Siempre mantiene un discurso coherente. Con gran sentido del humor. Juega siempre al equívoco. Nunca dice tonterías".

En muchas de las entrevistas disfruta con la crítica al trabajo de otros artistas. Cuando un periodista le pregunta su opinión sobre su propio arte, responde que hace un trabajo mediocre, "pero lo de los demás es lamentable". En ese afán por ridiculizar a sus compañeros hay una excepción: Picasso. "A Picasso, más que tenerle respeto, le rendía pleitesía", explica Calvo Serraller. Tampoco se llegó a enzarzar con Miró, aunque le consideraba un abuelo. Con el resto fue implacable.

El volumen, más de 1.000 páginas, arranca con una entrevista realizada en Barcelona, en la que habla de su manifiesto vanguardista. Incluye las furibundas declaraciones realizadas a Ernesto Giménez Caballero en La Gaceta Literaria después de la prohibición en París de la proyección de La edad de oro, de Buñuel y el propio Dalí, y algunas de las muchas entrevistas concedidas al periodista Manuel del Arco.

En esta página se reproduce un extracto de la entrevista publicada en el libro El bigote de Dalí. Una entrevista fotográfica, realizada por el propio artista con 30 fotografías tomadas por Philippe Halsman y traducida ahora por primera vez al español. Fue publicada por la editorial Simon and Schuster en Nueva York, en 1954.

Retrato de Salvador Dalí hecho por Philippe Halsman.
Retrato de Salvador Dalí hecho por Philippe Halsman.
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