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Relevo en México

López Obrador promete a sus partidarios que no dará tregua al nuevo Gobierno

El líder izquierdista asegura que sus legisladores han estado "a la altura de las circunstancias"

"Nada de normalidad política hasta que no haya democracia en nuestro país", reclamó ayer Andrés Manuel López Obrador, líder de la oposición de izquierda. El candidato derrotado en las elecciones del 2 de julio reapareció ante miles de personas que se congregaron en el Zócalo de la capital mexicana horas antes de la fugaz ceremonia de investidura de Felipe Calderón. Tras el mitin en la plaza, el dirigente del Partido de la Revolución Democrática (PRD) encabezó una manifestación pacífica por el centro de la ciudad bajo la estrecha vigilancia de un impresionante contingente policial.

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López Obrador reiteró su firme voluntad de no dar tregua al Gobierno de Felipe Calderón, a quien niega toda legitimidad. Acompañado por los integrantes de su gabinete paralelo, el líder opositor aplaudió la actuación de los diputados de su partido, que ocuparon desde el martes la sala de sesiones del Palacio de San Lázaro, sede del Congreso, para intentar impedir la toma de posesión del presidente electo. "Nuestros legisladores se están portando a la altura de las circunstancias", dijo.

Fue un discurso de resistencia, no exento de belicosidad, donde abundaron las descalificaciones de Calderón. "Impostor", "usurpador", "pelele", "gerentillo de los poderosos" fueron algunos de los epítetos dirigidos al nuevo presidente de México, y López Obrador pidió a sus seguidores que desde el primer día llamen "traidor" y "espurio" al primer mandatario. "No nos hemos rendido. No vamos a aceptar nunca la imposición, y eso es muy radical. No vamos a vendernos y no vamos nunca a traicionar la confianza de nuestro pueblo", anunció López Obrador, que negó ser un rebelde sin causa, sino un "defensor de la democracia".

El dirigente del PRD se refirió una vez más al resultado de las elecciones del 2 de julio que dieron la victoria a Calderón por 250.000 votos de diferencia. Recordó el fracaso de su reclamación de un nuevo recuento "voto por voto y casilla por casilla", y se refirió a la carta que envió al ganador de las elecciones: "Le propuse que si aceptaba el recuento y no me favorecía el resultado, me comprometía a dejar de convocar movilizaciones. Pero todo tiene un límite".

López Obrador se presentó como defensor de la democracia y describió su lucha en contra del autoritarismo, los potentados y "la pandilla de rufianes" que gobierna en México. La marcha transcurrió sin incidentes, aunque no pudo acercarse al Auditorio Nacional, donde Calderón pronunció su primer discurso como presidente, fuertemente resguardado por los cuerpos de seguridad.

El líder del PRD se había mantenido en un discreto segundo plano los últimos días y cedió el protagonismo a los legisladores del Frente Amplio Progresista en la estrategia de boicotear la toma de posesión del presidente electo.

Movilización callejera

El gran desafío de López Obrador comenzará ahora, con Calderón instalado en la residencia de Los Pinos. Su futuro político dependerá en buena medida de la capacidad de combinar la oposición institucional con la movilización callejera, a la que está más acostumbrado.

Sectores de su propio partido y de la coalición que encabeza no han visto con buenos ojos la estrategia de confrontación llevada a cabo hasta ahora, y son partidarios de dar prioridad a la oposición en el Congreso. Estos dirigentes guardaron silencio porque se trataba de expresar el malestar por el agravio de quien considera haber perdido las elecciones de manera fraudulenta.

Empieza ahora una nueva etapa en la que López Obrador puede perder protagonismo al no ser ni diputado ni senador. Como "presidente legítimo", título que ostenta desde su autoproclamación a mano alzada en la plaza del Zócalo, su principal tribuna estará en las calles de las ciudades mexicanas, que piensa recorrer semanalmente.

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