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La muerte de un ex espía

Una 'troika' bajo sospecha

Los tres últimos contactos rusos de Litvinenko fueron camaradas en una escuela militar de élite

Los rusos de quienes se sospecha que podrían haber envenenado al ex espía Alexandr Litvinenko -algo que ellos niegan categóricamente- tienen en común que son egresados de la Escuela Militar del Sóviet Supremo de Rusia, una institución de élite del Ministerio de Defensa de la extinta URSS. Andréi Lugovói y Dmitri Kovtún, que se entrevistaron con Litvinenko el 1 de noviembre en el hotel Millennium, donde estaban alojados, terminaron sus estudios militares con un año de diferencia. Más aún, un tercer ruso -Viacheslav Sokolenko-, que estaba en Londres esos días junto con Lugovói y Kovtún, se diplomó de esa misma escuela.

Lugovói, que en las pocas entrevistas que ha dado esta troika de espías ha llevado la voz cantante, cuenta que después de diplomarse, fue enviado en 1987 a servir en el KGB. Pero subraya que nunca se ocupó de las tareas operativas propias de los agentes secretos. Sirvió en el IX Directorio del KGB, que se ocupaba de la protección de los altos funcionarios del Estado, y durante cinco años se dedicó a preparar a jóvenes soldados. Desaparecida la URSS en 1991, pasó al Directorio Principal de la Guardia -hoy Servicio Federal de la Guardia- que se ocupa de garantizar la seguridad personal de los dirigentes rusos. Allí permaneció hasta 1996.

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Lugovói conoció a Litvinenko hace 10 años, cuando éste visitaba a Borís Berezovski, hoy enemigo acérrimo del presidente ruso, Vladímir Putin. Berezovski, que tuvo que huir de Rusia, donde se emitió contra él una orden de captura, ha encontrado refugio en Londres. Asegura Lugovói que en el período moscovita, cuando él era el jefe del servicio de seguridad de la Televisión Pública, controlada a la sazón por Berezovski, no era amigo de Litvinenko. Hace un año, el ex espía lo llamó, le propuso encontrarse en Londres, y presentarlo a compañías británicas interesadas en invertir en el mercado ruso.

Lugovói fue acusado en 2001 de ser uno de los organizadores del fracasado intento de fuga de Nikolái Glushkov, entonces vicedirector general de Aeroflot, que estuvo controlada por Berezovski. Glushkov se encontraba en arresto hospitalario procesado por estafa. Lugovói fue condenado a un año y dos meses de prisión, pero salió inmediatamente en libertad ya que había cumplido el plazo de cárcel mientras duraba el juicio. Hoy es codueño de una fábrica que bajo la marca Pershin produce algunas bebidas típicas rusas -como kvas- y vino.

Su amigo Dmitri Kovtún es consultor de firmas extranjeras interesadas en entrar en el mercado ruso. Lugovói también hace de consultor y de ahí que tengan algunos proyectos en común. Después de terminar la escuela militar en 1986, Kovtún sirvió -no se sabe en calidad de qué- en la extinta Checoslovaquia y en Alemania, donde permaneció tras la desintegración soviética. Estuvo casado con una alemana. Kovtún fue presentado a Litvinenko por Lugovói sólo dos semanas antes de la reunión en el hotel.

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El primero de noviembre, asegura Lugovói, Litvinenko no bebió nada ni comió bocado alguno durante el encuentro que mantuvieron en el hotel. Él y Kovtún, que llegaron antes al hotel, sí pidieron unas copas. Pero el ex espía ruso, que nunca consumía bebidas alcohólicas, no quiso ni siquiera un café.

El tercer ruso, Vladímir Sokolenko, tiene una empresa de guardaespaldas, con la que también colaboran sus antiguos compañeros de la escuela militar. El día de la entrevista, Sokolenko había ido de excursión con la esposa de Lugovói y los hijos de la pareja. Después, todos tenían entradas para el fútbol. Cuando llegó de la excursión, alcanzó sólo a saludar a Litvinenko. La reunión había ya terminado y había durado entre 20 y 30 minutos. Esto último, según Lugovói, puede ser comprobado gracias a la cámara de vigilancia del hotel.

[Mario Scaramella, el italiano que se entrevistó con el envenenado en un sushi-bar, en el que se ha encontrado polonio 210, dijo ayer a la agencia Reuters que la policía británica no ha hallado en su cuerpo rastros de la sustancia radiactiva y que está bajo protección policial, no como sospechoso, sino como colaborador en la investigación].

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