Historia del Arte recupera el pulso tras el hundimiento por su posible desaparición
Estudiantes y responsables académicos analizan las dificultades que afronta la carrera
Un licenciado en Historia del Arte por la Universitat de València trabaja como asesor de imagen en una empresa de videojuegos madrileña. Construye entornos virtuales lo más verosímiles posibles. Buena parte del armamento, los castillos y las vestimentas medievales dependen de este licenciado.
Su colega Samuel Sebastián ha encauzado su carrera hacia el seductor mundo del celuloide. El casi recién licenciado ha sido recientemente seleccionado en la Mostra de València por dirigir una película muy arriesgada rodada en un solo plano secuencia y acaba de crear una productora.
También hay licenciados en Historia del Arte de la Universitat de València, la única universidad pública en la Comunidad Valenciana con esta titulación, en los Institutos Cervantes de España en diversos países, como asesores de contenidos artísticos.
Los nuevos historiadores del arte buscan trabajo en los nichos laborales más insospechados, como la asesoría en el diseño de videojuegos o en la industria del cine
"Hay mucho intrusismo y muchas trabas", asegura una estudiante de doctorado. Y la carrera ha sido arrinconada por la aparición de nuevas titulaciones que pescan en su caladero, como Turismo
La formación del licenciado en Historia del Arte, es amplia y transversal, por eso es fácil encontrarlos en cualquier territorio en el que impera la imagen, aunque su problema, según el director del departamento de Historia del Arte de la Universitat de València, Josep Montesinos, subyace precisamente en que no han sabido ganársela: "No hay una imagen social del historiador el arte. A los licenciados se les asocia únicamente con el investigador y el docente". Una problemática, matiza Montesinos, que comparten todas las humanidades y afecta especialmente a esta carrera.
Quizá esa invisibilidad social provocó que la subcomisión del ministerio encargada de definir el mapa de las futuras carreras universitarias adaptadas a Europa no incluyera Historia del Arte en los primeros listados. Una significada ausencia que provocó una doble reacción. Por un lado, una caída automática en los alumnos de nuevo ingreso: de los 211 estudiantes matriculados en el curso 2004-2005 en la Universitat de València se pasó a 147 sólo un año después; y como no podría ser de otra manera, generó en paralelo una aireada y extendida reivindicación de las facultades españolas con estos estudios que culminó en septiembre de 2005 con la inclusión final del título. Los historiadores del arte ganaron la batalla en una carrera cuya demanda en la mayoría de las 24 universidades españolas que la imparten está por encima de la oferta, según los datos del Libro Blanco de la titulación. Este año, siguiendo el ejemplo valenciano de la Universitat la incorporación de alumnos de primero ha mejorado situándose aquí en 180.
El director del departamento de Historia del Arte de la Universitat de València abunda en el sentido de esta titulación para "leer y comprender" una sociedad regida por la imagen. "La visión que muchos extranjeros se construyen de nuestro país se realiza a través del arte y para todo ello somos necesarios".
Técnicos en turismo cultural, gestores de patrimonio, publicistas, asesores sobre contenidos enciclopédicos y de restauración, especialistas en el mercado del arte... son sólo algunos nichos de empleo copados por profesionales acostumbrados a competir laboralmente con otros titulados.
Con este panorama, la inexorable adaptación de la carrera a la arquitectura que exige el Espacio Europeo de Educación Superior, conllevará nuevos retos: "Nuestra capacidad de adaptación a esta nueva realidad condicionará nuestro futuro", asevera, Montesinos. Pese a que el ministerio todavía no ha determinado cómo será el grado, el responsable académico augura que en su mayoría las universidades impartirán unos contenidos comunes aunque no por ello serán convergentes en su oferta académica, es decir cada una podrá mantener sus particularidades. Actualmente, sólo por poner algunos ejemplos, Valencia es valorada por los estudios de iconografía y cine, y por los estudios acerca del patrimonio histórico y artístico; Sevilla por el Barroco, Madrid por el arte del siglo XX, las universidades catalanas por Medieval... Sin embargo, las grandes diferencias, vaticina Montesinos, se apreciarán en los posgrados. Tanto es así que asegura que "las áreas de conocimiento que no abarquemos, no quedarán en tierra de nadie, sino que se las llevará otra titulación".
En ese clima de desazón generado por la posible pérdida del título por parte del ministerio, Elvira Mocholí, una estudiante de doctorado de la Universitat de València, impulsó junto con otros colegas, la comisión de Historia del Arte en el seno del Colegio Oficial de doctores y licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias de Valencia. Cinco personas componen de momento esta comisión creada hace algo más de un mes para visualizar una carrera que permite comprender el universo más inmediato. A sus 28 años, la joven percibe "mucho intrusismo y trabas" a la hora de buscar empleo. No sólo porque se desconocen muchos de los ámbitos donde pueden trabajar estos titulados, sino porque por su experiencia deduce que las leyes no respaldan a los historiadores del arte: "La convocatoria que la Generalitat Valenciana realiza para habilitar a los guías turísticos está enfocada a los diplomados en Turismo citándoseles expresamente. También en la ley estatal de Patrimonio cuando se hace referencia a técnicos especializados tampoco se especifica que somos nosotros". Por eso, subraya que "las primeras barreras a derribar son las políticas". También critica que muchos de los trabajos que desempeñan los historiadores del arte se cubren mediante becas y que no existe conciencia de crear puestos estables. De ahí, señala Mocholí, que muchos colegas suyos opten por el autoempleo.
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