La cita de los independientes
El Festival de Gijón se abre hoy con 'The history boys', de Hytner
The history boys, adaptación cinematográfica de la obra teatral de Alan Bennett que el mismo director, Nicholas Hytner, estrenó en el National Theatre de Londres, da hoy el pistoletazo de salida a la 44ª edición del Festival Internacional de Cine de Gijón. El musical Idlewild, realizado por Bryan Barber y protagonizado por los miembros de Outkast será el encargado de clausurarla el 1 de diciembre. Más allá de las virtudes de una película que ha sido discutida por la crítica británica con la misma pasión con que fue aplaudido el montaje teatral (cosas del no siempre afortunado trasvase de medios), es posible que no hubiese película más oportuna para abrir este certamen que nació, en su momento, como festival de cine para niños.
The history boys habla de la educación y de las diferentes estrategias para espolear el entusiasmo por el conocimiento. Y, a lo largo de su trayectoria, el Festival de Gijón ha sido una excelente plataforma para transmitir entusiasmo y curiosidad a las sucesivas generaciones de espectadores que ha contribuido a formar. Su sección Enfants Terribles, dedicada al cine infantil y juvenil, sigue manteniendo vivo el recuerdo del formato primigenio del certamen pero, ahora, el grueso del público está integrado por cinéfilos de ultimísima generación, atentos a las nuevas mutaciones de la modernidad, más o menos fieles a la pureza ética y estética, perpetuamente amenazada, del indie americano y con los radares orientados a las cinematografías periféricas (que ya no exóticas) y a toda heterodoxia puntual.
"Las etiquetas te pueden servir en un determinado momento, pero tiendes a liberarte de ellas porque se pueden convertir en un lastre", afirma José Luis Cienfuegos, director del festival; "se suele juzgar muy duramente el grueso del cine indie americano, pero cada temporada hay media docena de títulos que abren puertas dentro de la propia cinematografía de EE UU. No soy de los escépticos, porque, de momento, el cine independiente no nos ha traicionado".
Películas como Quinceañera, de Richard Glatzer y Wash Westmoreland -con reggaeton en la banda sonora y las fisuras de la integración racial como tema-, y A guide to recognizing your saints, de Dito Montiel -ambientada en las malas calles de Queens y comparada con el clásico de Scorsese-, se pueden contar entre las gratificantes sorpresas de este año, pero la programación tiene otros puntos calientes en el último trabajo de todo un clásico contemporáneo del cine oriental como Tsai Ming-liang (I don't want to sleep alone), en la experimental Container, del habitual del certamen Lukas Moodyson, o en la iraní Offside, de Jafar Panahi, centrada en los esfuerzos de un grupo de mujeres por asistir al derby Irán-Bahrein, previo a la clasificación para el Mundial de Alemania.
"Cine pegado a la realidad, sin concesiones". Así es como define José Luis Cienfuegos el material idóneo para figurar en su programación. Con dos películas españolas en su sección oficial -La línea recta, de José María de Orbe, disección de una generación marcada por la claustrofobia emocional, y el documental sobre el largo conflicto de los trabajadores de Duro Felguera Resistencia, de Lucinda Torre-, el certamen satisface una de sus asignaturas pendientes: la atención a la producción nacional.
El norteamericano Larry Clark, fotógrafo de referencia antes de convertirse en explorador del aislamiento adolescente y el desamparo marginal, será objeto de una retrospectiva acompañada de una exposición de su obra fotográfica. El bressoniano y radical Bruno Dumont, el documentalista y nombre clave en la escena contracultural de los sesenta Peter Whitehead, el heterodoxo argentino Lisandro Alonso y los nuevos cines del Este -en cuya nómina figuran los nombres de Tarkovski, Paradjanov, Polanski, Wadka y Jiri Menzel, entre otros clásicos- centrarán el resto de ciclos de una programación tan plural como capaz de tomarle el pulso a la creatividad emergente.
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