Bieito traslada a Verdi a la intolerante España negra actual
El director español estrena en la Ópera de Basilea su versión de 'Don Carlo'
Muchos ven en Don Carlo la mejor ópera de Verdi. Rica en personajes -el rey Felipe II; el infante Don Carlos; Rodrigo, marqués de Posa; el Gran Inquisidor; Isabel de Valois, princesa de Francia; y la española princesa de Éboli-, aborda, además, sustanciales temas políticos y religiosos a los que el compositor de Busseto pronto halló paralelismos con su época y que otros, después de él, han visto también desde su estreno el 11 de marzo de 1867 en el Ópera de París. Quizá por ello, resulta una ópera tan atractiva para los directores de escena, que la reinterpretan una y otra vez en cada nueva producción. Y ahora le toca el turno a Calixto Bieito, cuya siembra de vientos y tempestades por los teatros líricos de España, Reino Unido y Alemania le ha acarreado fama de polémico.
La Ópera de Basilea (Suiza) es la plaza donde Bieito presentará el próximo domingo su personal reinterpretación de Don Carlo. Su condición de español aporta a su fama de polémico un plus de interés a esta nueva producción de la obra de Verdi, cuyo argumento, basado en el poema dramático homónimo de Schiller, se adentra, con las licencias del romanticismo, en la historia de España del siglo XVI. Trama que el director de escena revive desde su particular perspectiva de español nacido en 1963 e influido por el espíritu surrealista de El Bosco y Luis Buñuel, trasladando el punto de partida a 1975 para repasar los 30 últimos años de nuestra historia.
"Pretendo construir un poema épico surrealista de una España imaginada. Una España llena de terror y, a la vez, de libertad, de fascismo, religión, militarismo y violencia. En definitiva, la actual España negra y no la del siglo XVI", cuenta Bieito, quien afirma estar tan "colgado" de esta ópera -"llevo semanas escuchándola día y noche con mi iPod", confiesa-, que teme que al final le acabe saliendo "un churro".
Bieito llegó a Basilea en octubre cargado con un montón de vídeos sobre la transición española y diversos ensayos sobre Felipe II, el monasterio del Escorial y la Inquisición. "Hay dos maneras de aproximarse a Don Carlo", asegura, "desde la perspectiva historicista o la romántica. A un extranjero le puede valer la romántica, pero a mí, como español, sólo me sirve la historicista, aunque ni Schiller ni Verdi pretendieran contar una parte de la historia de España".
Sus recuerdos de una escuela religiosa, la imperante tecnocracia política, la manipulación de la información, el fanatismo religioso, la decadencia de la monarquía como institución, las fosas comunes de la Guerra Civil, la inseguridad y el terror como arma de control son los mimbres sobre los que Bieito declara haber edificado una puesta en escena "llena de claroscuros". "Es la España que conozco y que retrato a través de la óptica del personaje de Don Carlos, una víctima a partir de la cual homenajeo a todas las víctimas; un huérfano de madre que creció odiando a su padre, el rey Felipe II, al que conoció al cumplir los seis años mientras firmaba una sentencia de muerte. Que vio cómo su padre se casó con la mujer que él amaba, Isabel de Valois, y que tras apoyar a los rebeldes flamencos acabó confinado en sus estancias acusado de traición".
Una estación de autobús es el punto de partida del montaje y el lugar en el que Don Carlo, convertido en un estudiante, es agredido de forma brutal "por un ángel negro y un grupo de militares" y encerrado en una jaula. "A partir de aquí se inicia su pesadilla, convertido en una mezcla de Segismundo, de La vida es sueño, y Neo, de Matrix".
Ésta es la segunda ocasión en la que Bieito se enfrenta a esta ópera, pero la primera en que la materializa. Hace dos años debía dirigirla en la Ópera de Manheim (Alemania), pero finalmente no llegó a llevarla a escena. "Ya entonces tenía claro que la reciente historia de España sería el marco, pero la linealidad argumental se ha vuelto ahora más abstracta para convertirse en un collage, en un sueño, un gran poema surreal", concluye.
Babelia
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