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Reportaje:

Guardianes contra los maltratadores

30 mujeres viven escoltadas de manera permanente y unas 3.200 disponen de otro tipo de protección

Euskadi registra cada día una media de diez denuncias por malos tratos contra las mujeres y los jueces conceden casi ocho de cada diez órdenes de protección solicitadas. Con agentes propios o escoltas privados, la Ertzaintza protege de manera permanente a 30 víctimas de la violencia machista. Alrededor de 3.200 afectadas más disponen de alguna otra fórmula de vigilancia. La Asociación contra la Violencia Doméstica y en Defensa del Menor, Acovidem, creada hace unos meses, considera que es necesario activar más servicios de escolta. "Es una medida que puede salvar bastantes vidas", afirma su presidenta, quien se ha visto obligada a vivir con guardaespaldas durante dos años.

Cada vez que su ex pareja sale de la cárcel, Sonia Franco vive protegida por un escolta. "Te da tranquilidad. Lo único que quieres es dejar de sentir miedo, aunque sea de esa manera", asegura esta mujer de 34 años, que durante un lustro sufrió los malos tratos psicológicos de ese hombre. El día que él fue aún más allá y le puso la mano encima, ella cortó la relación y le denunció, pero el acoso continuó. Y el miedo también. Todavía sigue ahí.

"No sé por qué no se ponen más escoltas. Es política. ¿Qué pasa con nosotras? Nuestro miedo es muy real"
"Muchas mujeres tendrían que salir acompañadas desde el momento en que ponen una denuncia"

Euskadi registra cada día una media de diez denuncias por malos tratos contra las mujeres, según los datos acumulados durante su primer año de funcionamiento por los juzgados encargados, en exclusiva o no, de combatir la violencia machista. En ese tiempo, del 29 de junio de 2005 al 30 de junio de este año, se solicitaron 1.322 órdenes de protección. Se concedieron el 77% de ellas. En la mayoría de los casos, los jueces impusieron al agresor el alejamiento de su víctima.

Con agentes propios o escoltas privados, la Ertzaintza protege en la actualidad de forma permanente a 30 mujeres maltratadas. Alrededor de 3.200 víctimas más disponen de alguna otra fórmula de protección más leve. Una misma afectada puede contar con varias medidas, que se mantienen activas mientras el maltratador esté en libertad. En 2.509 casos, la policía autonómica está en contactos telefónico permanente o realiza entrevistas o visitas periódicas a las agredidas; 223 mujeres cuentan con un teléfono móvil de contacto directo con la Ertzaintza, y 547 son objeto de vigilancias puntuales, según los datos aportados por Interior hace unos días en una respuesta parlamentaria a la socialista Gemma Zabaleta.

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"No sé por qué no se ponen más escoltas. [La decisión] es política. Pero, ¿qué pasa con nosotras? Nuestro miedo es muy real. La persona que nos amenaza tiene nombres y apellidos, sabe dónde vivimos, dónde trabajamos, a qué hora salimos de casa, a qué hora volvemos...", protesta Sonia.

Ella conoció a su ex pareja hace ocho años. Tenía una hija de una relación anterior y después tuvo un hijo con el que se convirtió en su agresor. "Al principio las cosas iban bastante bien, pero poco a poco fue saliendo su agresividad. Lo mío fue maltrato psicológico. Todo eran insultos y llevarme a un nivel en el que no me valoraba nada. Pierdes tu autoestima totalmente".

"Yo he salido de mi domicilio de madrugada con mis hijos porque él ha llegado y se ha puesto a destrozar todo lo que cogía por el camino. Estos episodios se van repitiendo y una no es consciente de lo que está viviendo", dice. En más de una ocasión echó a su ex pareja de casa, aunque él volvía pidiendo perdón.

Pero llegó un día que esta mujer no olvidará, el 1 de junio de 2003. El hombre mandó a la hija de Sonia a por tabaco y se enfureció cuando la niña volvió sin él porque el bar más cercano estaba cerrado. "La cosa se puso fea. Le dije que no bajaba más. Empezó a gritar y a empujarme y, en una de esas, me rompió un dedo de un pie, me tiró contra el sofá y me pegó", recuerda.

Sonia llamó a la Ertzaintza y a su familia, hizo las maletas y se fue con sus dos hijos a casa de sus padres. "El piso es mío, así que cambié las cerraduras y ahí quedó". Tras recibir apoyo psicológico, dos meses después de la agresión física, se decidió a presentar una denuncia contra su agresor. Y comenzó otro calvario. Salió del juzgado llorando, con la sensación de que no le habían hecho mucho caso y temiendo por su vida. Nadie le informó de que podía pedir una orden de protección.

Unas semanas después sí le impusieron al hombre la orden de mantenerse alejado de su víctima 200 metros. Fue después de que ella denunciara ante la Er-tzaintza que él la había insultado y amenazado por la calle. Quebrantó la medida y fue multado.

Durante los dos años que duró el procedimiento judicial, a Sonia le facilitaron un teléfono móvil. "Si alguien viene a agredirte, no te vale para nada", opina. Llegó así el momento del juicio y la sentencia: 27 meses de cárcel. La mujer ya estaba más informada y pidió protección para los días que transcurrieron desde que le notificaron a su ex pareja la pena a la fecha en que ingresó en la cárcel, el 21 de diciembre de 2005. Le pusieron escolta.

"El riesgo subió, porque él nunca pensó que iba a ingresar en la cárcel", resalta Sonia, quien todavía tuvo que pasar por un desagradable trance. Las Navidades estaban cerca y el juez y el fiscal le preguntaron si quería que su ex pareja ingresara en prisión el día fijado. "¿Por qué me tienen que preguntar sobre algo que ha dictado el juez? Pues tuve que firmar un papel para que entrara ese día", rememora indignada.

El hombre ha salido dos veces de permiso y Sonia ha contado con escolta. "Al principio te agobia, pero prefiero vivir así. El miedo te puede". Espera seguir contando con protección cuando su ex pareja quede libre.

Sonia es ahora secretaria de la Asociación contra la Violencia Doméstica y en Defensa del Menor (acovidem@hotmail.com), creada hace unos meses. La entidad está presidida por Esther, quien ha vivido escoltada dos años. Su ex marido intentó matarla en plena calle. A ella no le pasó nada, pero otra persona resultó herida. El hombre ha sido condenado a doce años de cárcel. Está preso desde hace un mes, aunque ha recurrido la sentencia.

Esther reclama también más recursos para la "protección activa" de las mujeres maltratadas. "La escolta es una medida que puede salvar bastantes vidas", remarca, para añadir que "muchas mujeres tendrían que salir acompañadas desde el momento en que ponen una denuncia, porque el riesgo aumenta mucho".

Zabaleta se une a estas voces. "Treinta mujeres escoltadas son pocas en relación a las órdenes de protección que existen", apunta. En cualquier caso, el PSE-EE ha presentado una propuesta en el Parlamento, pendiente de debate, para que la vigilancia recaiga sobre todo en los maltratadores.

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