Un agujero oscuro y doloroso
Julio Medem y Ione Hernández realizan en 'Uno por ciento, esquizofrenia' un retrato sobrio y sin concesiones
"Es misteriosa, conmovedora, es una enfermedad que provoca pánico. Aparece en la edad clave de la adolescencia y colapsa la vida". "Son personas vulnerables, que se rompen". "Es un agujero oscuro con mogollón de huecos, de voces, de flashes". "Me da miedo la vida, mi propia locura". "Padecí abusos sexuales de niño". "Me pasé muchísimo con las drogas". "Con la medicación se me va la menstruación, me sale leche de las tetas". "Si no existieran los fármacos, la psiquiatría volvería a las catacumbas". En apenas una hora, la película documental Uno por ciento, esquizofrenia, dirigida por Ione Hernández (San Sebastián, 1970) y producida y montada por Julio Medem, se adentra en esa enfermedad destructora y enigmática que afecta al 1% de la población mundial. Con sobriedad, sin concesiones, enfermos, psiquiatras, familiares y psicólogos van retratando los miedos, consejos, tratamiento, esperanzas o emociones que les ha tocado vivir o padecer. Son entrevistas con fondo negro y en ocasiones blanco, en las que todos ellos hablan de todo con una sinceridad aplastante. El psiquiatra Celso Arango, una vez visto el documental, ha confesado sorprendido que a él, un profesional de años, nunca los pacientes le han contado las cosas de manera tan natural y valiente como en Uno por ciento, esquizofrenia, proyectada en el Festival de Cine de Sevilla y pendiente de estreno. "Nuestra única intención ha sido buscarles un sitio digno", asegura Julio Medem.
Julio Medem: "Nuestra única intención ha sido buscarles un sitio digno"
Todo empezó por una carta. Una carta en el buzón de Medem. La remitente era Isabel Díaz Valcárcel, psicóloga y hermana de un esquizofrénico que estuvo ingresado 13 años. Viendo su cine, buscó ayuda en Julio Medem. "Ella desde pequeña ha vivido la esquizofrenia. Su hermano tiene ahora 50 años. Desesperada e impotente, sintió que yo podía ayudarla. Me habló de una terapia con caballos, pero yo sólo le pude ofrecer un documental. ¿Por qué me escribió a mí? Quizás porque entendió que mi cine estaba cerca de la psiquiatría", recuerda Medem, que estudió Medicina para ser psiquiatra, hasta que se dio cuenta de que no iba a ser capaz de enfrentarse a la esquizofrenia, "la enfermedad más peligrosa". ¿Yo voy a poder estar cerca de la locura?, se preguntó entonces Medem. El cine se cruzó en su camino de dudas y la psiquiatría y la medicina quedaron atrás. Medem estaba entonces terminando La pelota vasca y en pleno proceso de producción de Aitor, una película aún no realizada. "Pensé enseguida en Ione. Era la persona ideal para dirigirla. Ella fue la que se encargó de las entrevistas con las víctimas del terrorismo en La pelota vasca, las más dolorosas, las que yo no pude hacer porque me encontraba en pleno proceso de duelo por la muerte de mi hermano y el que se rompía era yo. Ione hizo un trabajo sensacional y por eso pensé en ella para dirigir este documental sobre la esquizofrenia". "Yo he estado muy cerca de ella, en los montajes sucesivos, en el proceso del lenguaje cinematográfico, en la elección del músico, pero ha sido ella la que ha dirigido todo".
Ione llega vestida de negro y en bicicleta a la oficina que Medem tiene en el centro de Madrid. "Desde el primer momento queríamos que el documental se desarrollara a través de las entrevistas, como en La pelota vasca. Queríamos sobriedad. Las entrevistas son directas, honestas y auténticas. Con este lenguaje tan poderoso ¿para qué añadir más?", dice la directora, que, partiendo de un guión previo -"la escritura definitiva de un documental se hace en el montaje", aclara Medem-, fue el material rodado el que dictó por dónde tirar.
Ha encontrado en los pacientes que aparecen en el documental -seis- acercamiento y ternura. Frente a la cámara, Montse Fernández, Xabi Comín, Andrés Conejero, Antonio María Paz y Efrén Corrales y otro sin nombre realizan confesiones escalofriantes, sinceras, sin dramatismos, sin victimismos. "Estoy muy agradecida y creo que ellos también", asegura Hernández, que se confiesa miedosa y frágil. "Quizás es aquello del falso cobarde o falso valiente", advierte a su lado Medem, que ya se acercó al tema de la esquizofrenia en dos de sus películas de ficción, Vacas y Tierra. "Me han hecho más fuerte". La voz de Ione Hernández suena en este momento orgullosa y clara.
Uno por ciento, esquizofrenia se asoma a la enfermedad a través de distintos capítulos -Miedo, Drogas, Agresividad, Ingreso, Suicidio, Arte y locura, Esperanza, entre otros-. Junto a los enfermos aparecen las voces de muchos profesionales y también de algunos de los que padecen este drama -madres, hermanas...- que van contando sus opiniones y narrando sus experiencias a lo largo de muchos años de trabajo. "La esquizofrenia es la enfermedad clave porque reúne todas las psicopatologías psiquiátricas, es el prototipo de lo que se llama loco", asegura el psiquiatra José Guimón. Se tocan muchos temas, la genética, la familia, el ambiente, las drogas, algunos de ellos polémicos, como la falsedad y el peligro de "esa idea romántica de la esquizofrenia". El psiquiatra Jeffrey Lieberman, investigador estadounidense y uno de los principales valedores de la detección precoz de la esquizofrenia, asegura que "las personas con esquizofrenia tienen algunas anormalidades en su estructura cerebral". "Una vez que la enfermedad aparece existe la posibilidad de que el paciente pierda masa gris cerebral, y hemos descubierto que si tratamos enfermos desde el principio podemos prevenir que eso vaya a ocurrir en el cerebro". añade este catedrático de la Universidad de Carolina del Norte.
Reflexión y compresión son los dos sentimientos que quedan tras Uno por ciento, esquizofrenia. "Los padres tienen que aprender a querer a otro hijo que es un extraño", dice Silvestra Moreno, presidenta de la Asociación de Familiares de Enfermos Mentales de Cataluña. "Mi hijo me aporta ternura y solidaridad. No me siento quemada, me da gusto verle", añade Begoñe Ariño, madre de una persona esquizofrénica. "Son grandes luchadores", dice otro. Como el paciente que enseña su rostro pero no quiere decir su nombre y deja una frase escrita: "La recuperación es posible. Creo que todo fue una pesadilla".
Babelia
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