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Reportaje:Educación en el ámbito rural

Una clase para compartir

El colegio rural Adersa 1, ubicado en pleno centro de la Sierra de Aracena, atiende a 140 alumnos en tres centros distintos

Es otoño y los castaños de la Sierra de Aracena han dejado caer sus frutos. Desde una de las ventanas del colegio público Adersa 1, cuya sede principal se encuentra en el pueblo de Fuenteheridos (con 630 habitantes), se ven estos árboles, que crecen entra la maleza salvaje de la montaña.

Allí, los alumnos de tercero, cuarto y quinto de Primaria asisten a una misma clase en la que en total hay diez niños. Los de primero, sin embargo, tienen más suerte. Cuentan con un aula para un curso, pero sólo son cinco. Así se las arreglan los profesores del Adersa 1, que comparte director, jefa de estudios, profesores itinerantes y material con otros dos centros escolares: el de Castaño del Robledo y el de Valdelarco, ambas aldeas con una población inferior a los 300 habitantes.

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En Castaño del Robledo hay 32 alumnos. En Valdelarco, sólo 11. Para cubrir este alumnado, el colegio cuenta con una plantilla de 21 profesores. "Es insuficiente. Cuando se producen bajas o ausencias no tenemos a nadie que venga a hacer una sustitución", explica el director del centro, Rubén Rodríguez. "El otro día tuvimos que aglutinar seis cursos en una misma clase porque faltó una maestra", explica María Luisa Hernández, que lleva dos años como docente interina en Castaño del Robledo y tiene a su cargo a niños de primero, segundo y tercero de primaria. "Es muy difícil dar clase para alumnos de distintos niveles. Estos niños van retrasados con respecto a un grupo homogéneo", asegura la maestra.

La detección del alumnado con problemas de aprendizaje parte de los tutores, pero es el Equipo de Orientación Educativa el que debe determinar cada caso. "Hay un equipo para atender los 40 pueblos de la sierra", afirma el director del Adersa 1, quien también asegura que el material con que cuenta es suficiente pero escaso y que la línea de Internet funciona de forma precaria. "Vamos a presentar el proyecto para ser un centro TIC", comenta Rodríguez.

"Al ser itinerante, no puedo atender a la clase de mi tutoría con tanto tiempo como querría. Estos niños son más sanos, pero también carecen de motivación", explica Rosa Jiménez, maestra itinerante de Música y tutora de la clase de sexto de Primaria en la sede de Fuenteheridos. En su clase, de los 11 alumnos que hay, pocos tienen claro lo que quieren hacer de mayor. "Yo quiero ser bióloga", afirma Rocío Velo, de 12 años, la única de la clase que quiere ir a la Universidad. "Los niños son más solidarios entre sí e independientes. Por otro lado, la atención es por fuerza más dispersa", opina Irene Rodríguez, maestra de una de las clases agrupadas de Fuenteheridos.

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