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Reportaje:

La mercadotecnia llega a la muerte

Las funerarias ofrecen un sinfín de servicios además de los entierros, cuyo coste medio se sitúa en 2.270 euros

Caronte era el barquero que, según la mitología griega, llevaba a los difuntos a la otra orilla del río Aqueronte. Eso sí, sólo podían hacer el trayecto si llevaban una moneda de plata para pagar el viaje. Si no, vagaban durante 100 años. Por eso, los griegos ponían una moneda bajo la lengua de los cadáveres. Hoy esta práctica no se hace, aunque el dinero sigue estando presente en los rituales funerarios. En Barcelona, su coste medio es de 2.270 euros.

Si se opta por la incineración, hay que abonar 300 euros de tasa municipal y entre 82 y 175 euros más para adquirir una urna. En Barcelona, un tercio de los fallecidos son incinerados. Este porcentaje es más elevado que la media catalana, que se sitúa en el 22%.

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En las inhumaciones, la tasa municipal se sitúa en Barcelona en 155 euros. Un nicho durante 50 años cuesta de 850 a 1.250 euros. "Los que están en los pisos de arriba son más baratos. Las tumbas son la opción más cara, cuestan 3.500 euros", indica Jordi Valmaña, director de la empresa semipública Cementerios de Barcelona.

A partir del próximo año Servicios Funerarios de Barcelona ofrecerá, por 90 euros, tres sesiones de acompañamiento del duelo con psicólogos. Otra apuesta es "una página de diario que recoge lo más destacado de una ceremonia", explica Eduard Vidal, director de Servicios Funerarios de Barcelona. También se ha puesto en marcha la identificación y extracción de tejidos del fallecido. Se entregan en un laboratorio y allí son conservados durante tres años. Todo ello por 200 euros.

También se ofrece convertir el pelo del fallecido en un diamante, a partir del carbono que genera su combustión. Vidal explica que este año lo han pedido una cuarentena de familias. "Cuesta de 1.200 a 13.800 euros, según el número de quilates del diamante resultante", dice.

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"La celebración de las exequias se ha despersonalizado en pocas décadas", explica Josep Lligadas, del Centro de Pastoral Litúrgica del Arzobispado de Barcelona. La razón: "Hoy en día, la mayoría de los funerales que ofician los curas son de personas a las que no ha conocido".

Valmaña señala que la mayoría de la población vive de espaldas a la muerte. "Así lo indica el hecho de que sólo se visitan los cementerios por Todos los Santos y cuando se asiste a un entierro. En otros países europeos, los cementerios son espacios más abiertos", explica. Para suavizar tabúes, Cementerios de Barcelona organiza visitas guiadas en el recinto del Poblenou, y el año que viene también quiere hacerlo en el de Montjuïc.

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