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Un atentado en el bastión chií de Bagdad causa al menos 30 víctimas mortales

EE UU sufre en Irak el peor mes desde 2005, con 100 soldados muertos en combate en octubre

La violencia sectaria que sufre Irak acabó ayer con la vida de 30 personas en un atentado con bomba, que dejó también 60 heridos, en el barrio chií de Ciudad Sáder, el más populoso de Bagdad. El atentado se produjo junto a un centro de contratación de obreros. Las autoridades iraquíes creen que la bomba estaba escondida en un cubo de basura, aunque otras fuentes hablan de un mortero, obra de los extremistas suníes. Mientras, las últimas bajas estadounidenses elevan ya a 100 el número de soldados muertos en octubre, el mes más sangriento desde 2005 para el Ejército de EE UU.

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Cuando la bomba hizo explosión en Ciudad Sáder -un bastión de la milicia del Ejército del Mahdi, liderada por el clérigo chií Múqtada al Sáder- a las 7.50, hora local (5.50, hora peninsular española), decenas de obreros hacían cola para obtener trabajo. La explosión no sólo mató e hirió, sino que también destruyó las tiendas y los tenderetes con alimentos a la venta instalados en la plaza de Mudhafa. "Todos eran unos pobres trabajadores en busca de un salario", decía indignado un testigo de la matanza.

No es la primera vez que los insurgentes suníes en lucha contra el Ejército de Estados Unidos y las fuerzas chiitas del Gobierno del primer ministro Nuri al Maliki atacan con bombas y disparos de mortero el barrio de Ciudad Sáder. El Ejército estadounidense y el Gobierno de Maliki aún intentan estabilizar el país tres años después de la invasión. La violencia sectaria se está cobrando unas 100 vidas diarias y las disensiones políticas están poniendo en dificultades las reformas.

Maliki y el presidente George W. Bush acordaron el pasado fin de semana acelerar los esfuerzos para organizar las fuerzas de seguridad iraquíes. Bush intenta calmar a una opinión pública cada vez más impaciente sobre la guerra de Irak. Recordó a Maliki que su paciencia "tiene un límite" y condicionó su apoyo a las "decisiones enérgicas" que adopte de ahora en adelante, informa Reuters. Washington exige acabar con los escuadrones de la muerte chiíes, a los que atribuye la culpa de la mayor parte de los asesinatos sectarios que están llevando al país al borde de la guerra civil. Ayer precisamente llegó a Irak el consejero de seguridad nacional de Bush, Stephen Hadley, para tratar de estos temas con las autoridades.

El incremento de bajas militares estadounidenses es alarmante. La muerte de un marine el pasado domingo en la provincia occidental de Anbar eleva a 100 el número de soldados muertos en octubre, el mes más sangriento para las fuerzas de EE UU desplegadas en Irak desde enero de 2005, cuando murieron 107 soldados. El mes con más muertos fue noviembre de 2004, cuando cayeron 137 soldados. Desde la invasión en 2003, el número de bajas se eleva a 2.813 soldados, lo que hace que cada vez más los votantes pidan el regreso de las tropas, según los sondeos de opinión en EE UU.

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En contraste, el ministro de Exteriores iraquí, Hoshiar Zibari, anunció ayer que su Gobierno pedirá al Consejo de Seguridad de la ONU la prórroga por un año de la presencia de las tropas multinacionales. El ministro aseguró que su permanencia en territorio iraquí es un asunto imprescindible para la seguridad del país. Zibari agregó que a pesar de los esfuerzos de su Gobierno por entrenar lo más rápidamente posible a las fuerzas de la policía y del Ejército, y del deseo de recibir la responsabilidad completa de la seguridad del país, aún se necesita tiempo.

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