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Reportaje:

Llega el presunto acosador

El juego denunciado por incitar el acoso escolar sale a la venta para mayores de 16 años

Patricia Gosálvez

Frente a la consola, tiene usted 15 años otra vez. Acaba de ingresar en un internado. Los alumnos le llaman "novato" y "pringado". Le espera un año difícil, tendrá que hacerse valer, conseguir amigos, buscar novia, aprobar y sobrevivir al trance de la adolescencia. En realidad, tiene por delante 70 horas de Canis canem edit, el nuevo juego para PlayStation2 de Rockstar, creadores de la polémica serie Grand Theft Auto.

El juego, recomendado para mayores de 16 años, acaba de salir a la venta en España, pero lleva un año apareciendo en los medios desde que se filtraron los primeros videoclips de su contenido. Fue "el videojuego sobre el acoso escolar" de los telediarios. El Defensor del Menor pidió que no llegase a las tiendas. La asociación catalana contra el bullying, ACAECAT, reclamó su prohibición ante diversas instituciones por considerarlo "una aberración y una burla a quien sufre acoso", según su portavoz Jordi Frauca. En Reino Unido la cadena Curry se negó a venderlo. Y en EE UU se abrió un litigio contra Rockstar (que el juez desestimó). Ninguno de los denunciante había jugado.

El juego -que en EE UU se llama Bully, pero por presiones de Sony cambió su título en Europa-, no glorifica el acoso escolar, al menos no más que películas como Grease, El club de los cinco o Chicas Malas. El objetivo final es ser popular, pero fiel a los amigos, y acabar con el reinado de los abusones. "Es una comedia interactiva", explica desde Nueva York Rodney Walker, portavoz de Rockstar. "Apela al mayor público posible: ser nuevo en un colegio, no encajar, empezar a ligar... todos hemos estado ahí. Trata sobre aprender a valerte por ti mismo y lo que pasa cuando te mangonean". Un clásico de la ficción adolescente: el rito de iniciación.

La zoología de Bullworth Academy se divide en empollones, pijos, macarras y musculitos. Para ganarse el respeto de los macarras, hay que pegarse. Para hacerse amigo de los empollones, batirles en una maquinita; con los musculitos, ganar al balón prisionero. También hay que ir a clase (de química, para aprender a hacer bombas fétidas, o de lengua, para ligar más e insultar mejor). Hacer pellas está penalizado. Hay escenas de violencia entre menores y de amenazas de adultos a menores. Si Jimmy ataca a un adulto en la calle, éste le tira al suelo y le sujeta entre las piernas con la mano alzada. Los profesores retuercen orejas. Las peleas son cortas, no hay magulladuras, sangre, ni muerte. No existe ensañamiento. Las "armas" son huevos o tirachinas, aunque también se puede usar un bate contra otro niño, que desaparece después de un par de golpes.

Siempre existe la opción de actuar por las buenas o por las malas apretando un símbolo de la paz o un puño. Con el símbolo de la paz se entabla amistad con otros alumnos o se cede a las extorsiones de los abusones. El puño no siempre significa puño, a Jimmy puede darle por empujar, frotar los nudillos contra el pelo del contrario, tirarle de los calzoncillos o restregarle escupitajo por la cara. La violencia aleatoria no se recompensa. Si se empuja a un niño más pequeño o se pellizca a una chica, se castiga a Jimmy con tediosos minijuegos en los que hay que cortar el césped o quitar la nieve del patio. "Jimmy no es un criminal. Es un gamberrete", dice Walker, "no idealizamos la vida escolar, somos realistas, esa la clave del éxito de nuestros juegos". En Canis canem edit no hay drogas, sexo (más allá de los besos) ni borracheras adolescentes. En Rockstar niegan que se haya "ablandado" el contenido tras la polémica. " Hay mucha suspicacia contra los nuevos medios. Sólo pedimos que no se asuste al público y que se permita que el producto se defienda por si mismo. Cuando vas a ver una película no preguntas '¿es segura?', sino, ¿es buena?". La prensa especializada ya ha dado una puntuación media del 89% al juego de la controversia.

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Sobre la firma

Patricia Gosálvez
Escribe en EL PAÍS desde 2003, donde también ha ejercido como subjefa del Lab de nuevas narrativas y la sección de Sociedad. Actualmente forma parte del equipo de Fin de semana. Es máster de EL PAÍS, estudió Periodismo en la Complutense y cine en la universidad de Glasgow. Ha pasado por medios como Efe o la Cadena Ser.

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