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La OTAN investiga la muerte de decenas de civiles en un bombardeo en Afganistán

Los aliados acusan a los talibanes de utilizar a la población como "escudos humanos"

Decenas de civiles afganos murieron el martes en un bombardeo aéreo de la OTAN contra lo que los aliados consideraron un objetivo militar. Fuentes de la localidad atacada, en las inmediaciones de Kandahar, al sur del país, aseguraron que las víctimas eran refugiados huidos de los combates librados en la zona el mes pasado. Portavoces aliados dijeron ayer que se estaban investigando "informaciones creíbles" sobre "víctimas civiles, incluidos mujeres y niños", en dos días de combates en esa zona que habían costado la vida a "entre 50 y 70 insurgentes".

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El incidente más sangriento se produjo durante la noche del martes y la madrugada del miércoles en la localidad de Zangi Abad, en plena fiesta de Eid con que se celebra el fin del Ramadán. Testigos locales hablaron de un bombardeo aliado que duró varias horas. "Esa noche recogimos 61 cadáveres y otras dos personas murieron en el hospital de Kandahar", relató Niaz Mohamad Sarhadi, jefe del distrito de Panjwai. Según él, "ni una de esa personas eran talibanes, todos eran civiles, entre ellos mujeres y niños". Periodistas locales que visitaron el hospital de Kandahar dieron cuenta de una veintena de mujeres y niños heridos.

En Kabul, el Ministerio del Interior afgano habló de muertos, sin más especificaciones, al tiempo que en Bruselas los portavoces de la OTAN adelantaban que el propio ministerio iba a dar más detalles dejando claro que la mayoría de las bajas eran talibanes. Mientras fuentes locales hablaban del bombardeo de tiendas de campaña en las que habían encontrado precaria protección para los civiles huidos de los combates de la Operación Medusa del mes pasado, otros daban cuenta de ataques a zonas de construcciones sólidas. "Fue por la noche y ésa podría ser la razón de que no supieran dónde bombardeaban", indicó un jefe local.

Sólo había acuerdo en la confusión de lo sucedido y en la falta de datos contrastados. "No sabemos cuántos han muerto ni si ha sido por fuego de la OTAN o por fuegos de la insurgencia", reconoció en Bruselas una portavoz aliada, que habló de cómo los soldados de ISAF (Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad) habían sido atacados dos veces con ametralladores y lanzacohetes. "Murieron entre 50 y 70 insurgentes. Ha habido también víctimas civiles y estamos ayudando a las autoridades locales a identificar las bajas y determinar qué ha sucedido".

Los aliados atribuían toda la responsabilidad de lo ocurrido a los talibanes, "que atacan a los soldados que están ayudando a la población y que al defenderse pueden alcanzar a civiles en el fuego cruzado", mientras que desde Kabul el portavoz Mark Laity apuntaba que "los insurgentes consideran a la población como escudos humanos". Laity insistió en que a pesar de que esa presunta estrategia dificulta las operaciones aliadas, "no nos impide intentar reducir al mínimo los peligros" para la población.

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La OTAN tiene a gala el no haber causado hasta ahora prácticamente bajas entre la población ajena a los combates. Durante la Operación Medusa del pasado septiembre, los aviones aliados lanzaban octavillas alertando a la población de la inminencia de batallas y pidiéndole que abandonara las zonas en que se encontraban los talibanes, para así dejar la vía expedita a los soldados aliados.

Con más de 3.000 muertos afganos y más de 150 soldados extranjeros muertos, éste es al año más sangriento en Afganistán desde que los talibanes fueron expulsados del poder a finales de 2001. "La práctica totalidad de las víctimas civiles lo han sido por ataques suicidas de los talibanes", comentaba recientemente el portavoz aliado James Appathurai para subrayar la atención aliada a no causar daños colaterales.

Los ataques suicidas propios de Oriente Próximo eran ajenos al conflicto afgano, pero han ido poco a poco convirtiéndose en arma de combate, aunque sin la eficacia y capacidad destructiva que se ve diariamente en Irak. En un mensaje a la población con motivo del fin del Ramadán, el mulá Omar, jefe de los talibanes, ha anunciado que la estrategia del suicidio va a ser reforzada y que los ataques aislados de ahora se convertirán en ataques simultáneos de hasta seis explosiones.

La muerte de civiles, se confirme o no como un error, le llega a la OTAN en un mal momento, sacudida por el incidente de la calavera con la que jugaban los soldados alemanes. El presidente, Hamid Karzai, pidió la semana pasada a los aliados que fueran extremadamente cuidadosos en sus combates con los talibanes para evitar daños a la población cuya voluntad se quiere ganar en dura pugna con los insurgentes.

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