Bush asegura que Irak "forma parte de la seguridad de EE UU"
El presidente dice que los radicales quieren crear "un imperio desde Indonesia hasta España"
"Sé que muchos norteamericanos están descontentos con la situación en Irak; yo también", admitió ayer George W. Bush en una afirmación muy distinta de las que mantenía hasta hace muy poco. Ahora, con los sondeos que muestran que la mayoría de los estadounidenses critica la guerra y que el país árabe es la primera preocupación del electorado a 12 días de las legislativas, Bush asegura que "Irak forma parte de la seguridad de EE UU", pero evita ya el insostenible triunfalismo de mantener el rumbo, cuando los iraquíes se matan entre sí y los soldados siguen muriendo.
Octubre es uno de los peores meses de la guerra hasta ahora, y así lo admitió Bush, que por primera vez habló de números: "Ha habido duros combates, muchos enemigos han muerto o han sido detenidos, pero también nosotros hemos sufrido bajas. Este mes hemos perdido 93 soldados. Es una grave preocupación para mí y para los norteamericanos". Pero, añadió, "no podemos dejar que nuestro descontento se convierta en desilusión sobre el propósito de esta guerra". Si EE UU no gana, "los extremistas usarán Irak como base para intentar organizar un imperio radical desde España hasta Indonesia", afirmó en una conferencia de prensa en la Casa Blanca.
El lunes, el general George Casey, responsable del despliegue, y el embajador de EE UU en Bagdad anunciaron un plan que prevé que los iraquíes asuman las tareas de seguridad dentro de un año, lo que permitiría la vuelta de los soldados a casa. "Si yo no creyera, como creo, que esta misión es vital para la seguridad de EE UU, los traería mañana mismo", aseguró Bush, pero "mandaré más tropas si el general Casey dice que hacen falta para conseguir la victoria".
En la nueva orientación de la Casa Blanca, Bush afirmó que se mantienen los objetivos, pero que "los métodos son flexibles", y que un calendario fijo de retirada "supondría, en mi opinión, la derrota (...). Ganaremos esta guerra, a no ser que nos vayamos antes de concluir su tarea".
La fuerza militar por sí sola "no frenará la violencia", reconoció el presidente; en última instancia, "los iraquíes y su Gobierno tendrán que adoptar decisiones difíciles para resolver los problemas". "Nuestra paciencia tiene un límite", advirtió Bush, y "no tenemos intención de tomar partido en las luchas étnicas ni sufrir el fuego cruzado entre facciones rivales", advirtió el presidente. Una de las condiciones básicas que EE UU exige a Bagdad es que se adopten medidas que frenen la carnicería causada por las milicias armadas, pero "no se va a imponer más presión sobre el Gobierno iraquí de la que pueda soportar".
Insoportable es también, para muchos congresistas republicanos que tienen una cita con las urnas el 7 de noviembre, mantener el discurso que marca la Casa Blanca, a pesar de que el presidente les dio el guión: "Yo creo que vamos a mantener el control del Congreso; si los republicanos explican que en estas elecciones está en juego la seguridad de EE UU y la buena marcha de la economía y los bajos impuestos, seguirán en sus escaños".
Bush ridiculizó la imagen de los demócratas tomando la medida de las cortinas de sus nuevos despachos en el Capitolio y dijo: "Estas elecciones son un referéndum para saber qué partido tiene un plan para el crecimiento económico y qué partido tiene un plan para que estemos más seguros. Si triunfamos en Irak estaremos más seguros; si no, menos".
Pero los demócratas ya no aceptan esta retórica, y Harry Reid, líder de la minoría en el Senado, se encargó de contestar a Bush: "Su política sobre Irak es una confusión total. Cada vez está más claro que el presidente no sabe qué hacer para frenar la violencia y que la estrategia ha fracasado. No es sorprendente que los norteamericanos estén hartos de los costosos errores de este Gobierno".
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