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La reforma del Estatuto

Los alcaldes del PP respiran tras el acuerdo

El pacto sobre el Estatuto despeja el temor de los regidores a un castigo electoral por el rechazo a la reforma

Luis Barbero

Los alcaldes del PP han cogido aire. El acuerdo que cerraron el pasado martes PSOE y PP en el Congreso de los Diputados sobre la reforma del Estatuto de Andalucía ha sido acogido por todos ellos con alivio, como si hubiesen espantado un fantasma que amenazaba su reelección. Los alcaldes y presidentes provinciales del PP temían como a un nublado concurrir a las elecciones municipales de mayo de 2007 con el lastre de haber defendido tres meses antes, en febrero, el no en el referéndum que ratificará la reforma del Estatuto.

Cuando se cerró el acuerdo la tarde del pasado martes, el líder del PP, Javier Arenas, empezó a recibir las llamadas de algunos de sus seis alcaldes de capital, unas llamadas en las que constató la satisfacción de los regidores por el pacto. Uno de los primeros en ponerse en contacto con Arenas fue el alcalde de Huelva, Pedro Rodríguez, quien ha sido el que más ha defendido en los foros internos del PP la necesidad de llegar a un pacto en la reforma estatutaria, según fuentes de este partido. Esa misma tarde, Arenas también habló con la alcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez, la anterior presidenta del PP andaluz.

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Entre la noche del martes y la mañana de ayer, Arenas habló con todos los alcaldes de capital, con dirigentes provinciales y con presidentes regionales del PP. Todos ellos coincidieron en el mismo mensaje: el acuerdo era lo mejor que podía pasar.

Prepararse para el 'no'

En los últimos meses, ni siquiera cuando la ruptura entre PSOE y PP sobre la reforma del Estatuto era total, ningún alcalde o presidente provincial ha discutido a Arenas la estrategia de negociación. Pero en sus visitas a las provincias, Arenas sí ha recibido el mensaje de que "había que intentar pactar" el Estatuto con los socialistas. En esas reuniones, Arenas nunca cerró definitivamente las puertas del acuerdo, pero sí transmitió a los alcaldes y presidentes provinciales que tenían que estar preparados para defender el no en el referéndum de febrero de 2007 en caso de que las negociaciones fracasaran.

Este escenario ponía los pelos de punta a los alcaldes del PP, que tres meses después tienen que acudir a las urnas y temían que el rechazo al Estatuto fuese una losa insalvable para sus aspiraciones electorales.

Este temor de los alcaldes lo ha tenido Arenas presente en todo momento de la negociación, como también ha tenido en cuenta el rechazo del centro-derecha andaluz al proceso autonómico de 1980 y el coste político que esta actitud ha tenido. "Ya no tenemos esa espinita clavada", dijo ayer Arenas.

En estas semanas, Arenas ha tenido que hacer equilibrios malabares para cumplir los deseos de pacto de su partido en Andalucía con el rechazo del núcleo duro del PP, con el portavoz en el Congreso, Eduardo Zaplana, a la cabeza.

Para cerrar el pacto, Arenas ha tejido una red de complicidades internas en la que están casi todos los presidentes regionales y, por supuesto, el presidente del PP, Mariano Rajoy. Arenas ha sabido vender en Madrid que los cambios realizados en el Estatuto andaluz durante su tramitación en el Congreso han sido trascendentales y que, en la práctica, se trata de un Estatuto nuevo, muy diferente al aprobado por PSOE e IU en el Parlamento andaluz. En esa venta, lo más difícil para Arenas ha sido convencer a su partido de que asumiera la expresión realidad nacional en el preámbulo, algo que está cerrado desde hace semanas.

"El PP tiene que ver mucho con los cambios y Arenas ha demostrado que tiene talla y capacidad de mando en el PP", reflexiona un dirigente provincial. Otro dirigente abunda en esta idea y destaca que, a partir de ahora, será "más dificil presentar al PP como el partido del no" a todo. "El Estatuto se ha negociado en el Congreso, pero también en Génova [sede nacional del PP] y Arenas ha jugado el partido de forma inteligente", añade este dirigente.

Otra negociación difícil para Arenas ha sido la redacción del artículo sobre la educación laica, que causaba suspicacias en su partido y en la Iglesia. Los populares comunicaron a representantes de la jerarquía eclesiástica cómo iba a quedar la redacción final y la alusión que se hace a la confesión católica, lo que apaciguó la posición de los obispos.

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Sobre la firma

Luis Barbero
Es subdirector de Actualidad de EL PAÍS, donde ha desarrollado toda su carrera profesional. Ha sido delegado en Andalucía, corresponsal en Miami, redactor jefe de Edición y ha tenido puestos de responsabilidad en distintas secciones del periódico.

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