Zapatero garantiza su lealtad al futuro Gobierno catalán gane quien gane el 1-N

Un año después del boicoteo comercial a los productos catalanes, y superado ya el ecuador de la campaña electoral, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, acudió ayer a Barcelona para apoyar al candidato del PSC, José Montilla, y sobre todo para lanzar un mensaje de estabilidad a los empresarios de Cataluña. A éstos les garantizó que su Gobierno colaborará con la Generalitat "leal e institucionalmente" tras las elecciones las gane quien las gane, aunque dejó claro que su "preferencia es que la presida Montilla". A muchos de los empresarios asistentes no les pasó inadvertido que ni Zapatero ni Montilla hicieron referencia alguna al presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, presente en el encuentro.

En su segunda irrupción en la campaña catalana, Zapatero se centró en resaltar los logros económicos de su Gabinete -avanzó un crecimiento del "al menos un 3,8% en el tercer trimestre del año"- y las ventajas de que el Gobierno central y el de Cataluña sean del mismo color. Destacó las buenas relaciones existentes en la actualidad entre ambos Ejecutivos, y ello le sirvió para sentenciar que el discurso de Convergència i Unió (CiU) llamando a "plantar cara" al Gobierno central es "una vieja dialéctica, sobre todo con el actual Gobierno de España".

A los empresarios catalanes, a los que agradeció su "temple" durante la larga negociación estatutaria, les lanzó un mensaje de tranquilidad sobre lo que puede ocurrir en Cataluña tras las elecciones del 1 de noviembre. "Tengan la seguridad de que trabajaré con el Gobierno de Cataluña, aunque mi preferencia es que lo presida José Montilla, leal e institucionalmente porque se lo merece la sociedad catalana", dijo ante un empresariado que en no pocas ocasiones ha defendido la necesidad de un Ejecutivo fuerte, estable y sin los sobresaltos que ha tenido el Gobierno de Pasqual Maragall. En cierta forma, Zapatero apoyó esta idea del empresariado al afirmar: "Cataluña y su economía atraviesan un buen momento. Ahora la política catalana debe estar a su altura".

Los empresarios encajaron las palabras de Zapatero como un mensaje de "confianza", según varios de los asistentes. No sólo por las promesas de "lealtad" y el carpetazo a una etapa de "confrontación" que el empresariado catalán ha sufrido en carne propia, sino sobre todo por la economía, con augurios como un paro por debajo del 8%, una inflación inferior al 2,5% en 2007 o un anuncio de superávit de 12.000 millones de euros. A ninguno se le escapó la referencia de Zapatero a que la renta per cápita española podrá "en la próxima década, pero pronto", superar la de Francia y Alemania. "Eso es jugar muy fuerte", comentó uno de los presentes.

Hubo quien esperaba, y se quedó sin, el caramelo de otras ocasiones pasadas, en las que Zapatero -entonces como candidato- empleó foros empresariales para formular promesas de mayor inversión estatal en Cataluña, de apoyo al Estatuto o de descentralización de organismos reguladores.

Los empresarios, que superaron el millar, pagaron 60 euros por el almuerzo. En el Fira Palace no sólo abundaron representantes del empresariado catalán, como el presidente de la patronal Fomento, Juan Rosell, o altos ejecutivos de empresas cotizadas como Gas Natural (Salvador Gabarró), Abertis (Salvador Alemany) y Agbar (Jordi Mercader). Una de las presencias más comentadas fue la de Luis del Rivero, presidente de Sacyr, tras la irrupción de la constructora en Repsol. Tampoco pasaron desapercibidos otros no catalanes como Luis Atienza (REE), Pedro López Jiménez (Unión Fenosa), Gonzalo Pascual (Marsans y Spanair) o Juan José Hidalgo (Globalia). No asistieron ni el presidente de La Caixa, Ricard Fornesa, ni el del Banc Sabadell, Josep Oliu.