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El 20% de los afectados de estrés tras el 11-S tiene secuelas que les impiden una vida normal

El psiquiatra Manuel Trujillo propone que se limite la emisión de imágenes "traumatizantes"

Los atentados del 11-S causaron un estrés postraumático a unas 120.000 personas, de las cuales el 20% no pueden seguir una vida normal por las secuelas crónicas que padecen. Los datos sobre el impacto de la tragedia de Nueva York en la salud de las personas fueron aportados ayer por un reputado especialista, el jefe de psiquiatría del hospital Belleuve de Nueva York, Manuel Trujillo, que defiende la asistencia precoz como la mejor herramienta para prevenir la aparición del estrés postraumático. Trujillo también propone que se limite la emisión de imágenes "traumatizantes".

Entre un 15 y un 20% de las alrededor de 120.000 víctimas que recibieron en Nueva York (Estados Unidos) atención psicológica tras los atentados terroristas perpetrados contra las Torres Gemelas "permanecen en situación de estrés postraumático crónico, lo que les impide hacer una vida relativamente normal", según apuntó ayer el jefe de Psiquiatría del Hospital Belleuve de Nueva York, Manuel Trujillo.

En el marco del 10º Congreso Nacional de Psiquiatría, que se está celebrando en Sevilla y al que asisten unos 2.000 especialistas de todo el mundo, Trujillo señaló, asimismo, que el índice de divorcios entre los bomberos neoyorquinos se ha disparado al focalizar su sufrimiento en el ámbito doméstico. Los bomberos fueron los trabajadores de uno de los colectivos que más sufrieron los atentados, ya que fallecieron 343 miembros de los 900 que acudieron a intervenir en el siniestro.

Trujillo, que trabaja en uno de los centros implicados en el tratamiento psiquiátrico de los afectados por el 11-S, explicó que frente a las víctimas que aún permanecen con estrés postraumático residual, un 60% de los que recibieron tratamiento "han conseguido hacer una vida normal entre las 6 y las 12 semanas siguientes después de someterse a estas terapias". El experto, sin embargo, cree que la gran mayoría de las víctimas no recibieron tratamiento, ya que "en los primeros momentos de producirse los atentados, la persona afectada tiene la sensación de que el otro siempre estaba peor y que él no requería una actuación urgente".

Por esta razón, en algunas personas se ha generado un "síndrome tardío". Según Trujillo, la mejor herramienta para evitar esos casos es el diagnóstico precoz. Entre las señales que se tienen en cuenta para diagnosticarlo se observa si la persona ha permanecido mucho tiempo en una situación de riesgo, si lo vive con temor e impotencia, si tiene reminiscencias de lo ocurrido y si padece el síndrome de hiperalerta.

Respecto al proceso mental por el que traviesa una persona que se ha visto afectada por un acontecimiento violento, detalló que cuenta con varias fases. "En las primeras 24 a 48 horas siente dolor y depresión, una reacción que es normal ante situaciones inesperadas, aunque si esta sensación se mantiene durante un mes, puede hablarse ya de un trastorno de estrés agudo, pese a que también entre dentro de la lógica", reconoció. A partir de los 30 días, se puede entrar en el riesgo de padecer un estrés postraumático.

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Diferencias con el 11-M

Trujillo explicó también que las mujeres sufren "el doble de cuadros de estrés postraumáticos tras haber padecido experiencias muy traumáticas como abusos sexuales, violencia de genero o accidentes de tráfico". Entre las hipótesis que los especialistas barajan para explicar la "mayor vulnerabilidad" de cuadros depresivos en la mujer se encuentran el que posee un "apego psicológico más desarrollado" hacia sus seres queridos.

La situación vivida en Madrid tras los atentados de los trenes en la estación de Atocha fue similar a la de Nueva York, aunque el psiquiatra precisó que la incidencia del estrés postraumático era menor al mes de haber ocurrido los atentados. La razón de esta diferencia, según el experto, estriba en que la mayoría de las víctimas del 11-S eran inmigrantes, que ya poseen un nivel de estrés previo por su situación de desarraigo y falta de redes familiares de apoyo.

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