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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Zapatero exhorta

El presidente Zapatero aprovechó la recepción del día de la Fiesta Nacional para deslizar (sin micrófonos) el mensaje de que Batasuna debe dar los pasos precisos para su legalización: que lo haga ya, sin escudarse en el argumento de que tal legalización no le daría garantías frente a la suspensión judicial por vía penal y a los procesamientos de sus dirigentes por causas pendientes. Zapatero dijo que tal cosa no tenía por qué ocurrir, pero reafirmó el criterio de que sin legalización previa, Batasuna no podrá participar en la proyectada mesa de partidos destinada a construir un nuevo acuerdo político vasco que incluya a ese grupo.

El argumento de la falta de garantías no tiene lógica. Sin desvinculación clara de la violencia no habrá ni legalización por la vía de la Ley de Partidos ni levantamiento de la suspensión cautelar acordada en su día a causa, precisamente, de la vinculación judicialmente probada a una banda terrorista. Inversamente, si los tribunales consideran acreditada la desvinculación efectiva del nuevo partido respecto a la estrategia terrorista (lo que es condición para su legalización), dejarán de serle aplicables las medidas cautelares. Por tanto, por uno u otro lado, la conclusión es que el requisito para todo lo demás es que los dirigentes de Batasuna den el paso de oficializar en unos nuevos estatutos su compromiso de rechazo de la estrategia violenta.

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Según la doctrina establecida por el Tribunal Constitucional, lo esencial para determinar si un partido pretende dar continuidad fraudulenta al prohibido no depende tanto de los nombres de sus promotores como de su actitud ante los motivos de la prohibición. Es decir, en este caso, de que evidencie la ruptura con su función de complemento político y apoyo legitimador de ETA. Al margen de casuísticas absurdas, lo esencial es que no podrá ser legal un partido que sea el brazo político de una banda terrorista. La resistencia del mundo de Batasuna a admitir esta evidencia se debe probablemente a que desde hace años los medios forman parte de sus fines: no se trata sólo de alcanzar un determinado objetivo como de que quede claro que ha sido alcanzado merced al recurso a la coacción.

De ahí el pulso por imponer su legalización por vía de hecho, mediante su aceptación como interlocutor legítimo en la mesa de partidos, argumentando que acatar la Ley de Partidos sería "una humillación". La maduración que se espera de Batasuna consiste en bajarse de ese caballo. Mientras no lo haga no podrá participar en el foro extraparlamentario, ni podrán ponerse en marcha los mecanismos que permitan a sus dirigentes no tener que responder de las causas abiertas contra ellos por actuaciones relacionadas con su supeditación a ETA, ha venido a decirles el presidente del Gobierno.

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