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La violencia sectaria expulsa de sus hogares a 300.000 iraquíes

Más de 300.000 iraquíes se han convertido en desplazados en su propio país debido a la violencia confesional desatada desde la caída del ex dictador Sadam Husein en 2003, indicó ayer el ministro de Inmigración, Abdul Samad Sultan. El número de familias forzadas a abandonar sus barrios por los atentados o las incursiones de escuadrones de la muerte llega a las 51.000 y va en aumento, según el Ministerio, que cuenta seis personas por familia, como media.

Según Sultan, los movimientos siguen las líneas de división religiosa del país: los chiíes se refugian en el sur, mientras que los suníes huyen a las regiones centrales. Al menos la mitad de los desplazamientos se produjeron después del atentado contra el lugar santo chií de Samarra, en febrero pasado.

Por otro lado, los análisis de ADN han confirmado que Omar Faruq, el líder de la organización terrorista Al Qaeda en el sureste de Asia, es el hombre que murió el pasado septiembre en un enfrentamiento con soldados británicos en la ciudad iraquí de Basora. El kuwaití Mahmud Mohamad al Rashid Faruq, conocido como Omar Faruq, había sido detenido en Indonesia en 2002 y trasladado a la prisión de alta seguridad de Bagram, en Afganistán, de donde huyó hacia Irak el año pasado.

En Alemania, la policía detuvo ayer a un hombre acusado de colaborar con Al Qaeda y de difundir mensajes en Internet de sus principales dirigentes, Osama Bin Laden y Ayman al Zawahiri.

Sobre el terreno continúa la violencia cotidiana. La policía iraquí encontró ayer 60 cadáveres en diferentes zonas de Bagdad. Los cuerpos, hallados en un lapso de 24 horas, pertenecen a varones y presentaban huellas de tortura y disparos a corta distancia. Además, un atentado con un coche bomba dejó 11 muertos cerca de una mezquita suní.

Finalmente, el ex dictador Sadam Husein volvió a ser expulsado por cuarta vez de la sala donde se le juzga por genocidio contra la población kurda. En la sesión de ayer, que siguió a puerta cerrada, varias mujeres describieron las violaciones sexuales que padecieron o presenciaron durante su detención en los campos de concentración de Sadam.

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