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La extrema derecha en Europa

Los neonazis buscan el voto de los pobres

La extrema derecha alemana aprovecha el desinterés de los políticos por los menos favorecidos

Después de las recientes elecciones, los partidos "tradicionales" se echaron las manos a la cabeza. A los socialdemócratas del SPD y los democristianos de la CDU se les quedó la cara pálida cuando vieron, en la noche del 17 de septiembre, los resultados electorales logrados en Mecklemburgo Antepomerania por los neonazis del Partido Nacionaldemócrata de Alemania (NPD), que alcanzó un 7,3% de los votos.

El NPD no hizo más que llenar un vacío que ellos le dejaron. "La situación de muchas personas que viven aquí es muy difícil. Se sienten abandonadas y creen que los partidos tradicionales no tienen nada que ofrecerles", explica Karl Georg Ohse, responsable del Equipo Asesor Móvil de Cultura Democrática, una asociación que trata de combatir el avance de los neonazis en las áreas rurales de Mecklemburgo Antepomerania. "A eso se suma que en la antigua RDA hay un concepto de la política y de la democracia que es muy autoritario", añade. Una abstención de más del 40% lo impulsó aún más.

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El cuadro es descorazonador: MeckPomm, como se denomina popularmente al Estado federado del noreste de Alemania, a orillas del Báltico y colindante con Polonia, registra la cuota de desempleo más alta del país, con un 18%. En algunos pueblos se acerca al 50%. Aquí no hay nada que hacer, no hay industria, sólo un sector turístico incipiente en el que se pagan sueldos bajos y que prácticamente se limita a la costa y algunos lagos, tres meses al año. Aquí los listos y jóvenes ya se fueron hace tiempo a buscarse la vida en otra parte y dejaron la zona despoblada. Quedan los viejos, los que no tienen formación, los que no tuvieron el coraje para emigrar. "Los hombres que emigran a veces vuelven; las mujeres, no. DDR: el resto, tonto", dice Ohse, para a continuación pedir disculpas por lo que le parece un cinismo. DDR son las siglas en alemán de la RDA, siglas que coinciden con der dumme rest, es decir, "el resto, tonto".

"La sociedad civil es aquí muy débil: los partidos tienen pocos afiliados, los sindicatos también, la Iglesia es débil. Ese vacío lo ha aprovechado la extrema derecha para adentrarse en la sociedad", añade Ohse. Los neonazis "ingresan en iniciativas ciudadanas, hacen voluntariado en el barrio, cuidan niños y ancianos. Su supuesta disposición a ayudar a los débiles les permite deslizarse en los corazones y las cabezas de muchos ciudadanos", explica el presidente del grupo parlamentario del SPD en MeckPomm, Volker Schlotmann.

Para ello han cambiado de estrategia. Ya no van de camorristas persiguiendo extranjeros. "En este partido no hay matones rapados, no sé a qué se refiere. En cualquier caso, esa imagen que se da de nosotros es falsa", asegura el presidente regional del NPD, Stefan Köster. Hoy los neonazis se visten como los demás, se dejan crecer el pelo y ayudan a sus semejantes.

"Se han dado cuenta de que tienen mucho más éxito con esa imagen inofensiva de vecinos amables que tienen niños y cuidan su jardín", explica la periodista del diario Die Tageszeitung Astrid Geisler. Geisler, de 31 años, ganó un premio gracias a un reportaje sobre el avance de los neonazis en el medio rural de Mecklemburgo para el que se instaló durante un mes en una pensión y recorrió los pueblos de la zona, en algunos de los cuales el NPD alcanzó en las últimas elecciones hasta un 38,2%. El resultado se publicó en abril bajo el título La tierra olvidada y leerlo da miedo.

"La idea de que el NPD es malo o peligroso está muy poco difundida", dice la periodista Astrid Geisler. En su estancia le sorprendió "cómo la gente de allí acepta la expansión del NPD. Incluso la gente que no es de derechas no cree necesario combatirlo porque, 'si el partido no está prohibido, por qué vamos a preocuparnos". La prohibición del NPD es un tema recurrente en la política alemana. El último intento, en 2003, acabó frustrado por el Tribunal Constitucional.

La violencia sigue existiendo, "pero no es lo que la gente percibe de ellos", explica la periodista. "En los pueblos donde han tenido tanto éxito no ha habido ataques a extranjeros, sencillamente porque no hay extranjeros, ni siquiera jóvenes de izquierda a quienes puedan dar una paliza".

"Tienen dos caras", dice Anetta Kahane, presidenta de la fundación Amadeu Antonio, que lleva el nombre de un trabajador angoleño asesinado por neonazis en 1990. "La violencia atrae a los jóvenes y no provoca repulsa en los mayores", añade.

Sobre la abundancia de neonazis en el Este de Alemania, Kahane cree que "viene de una tradición que en esa región se ha mantenido muy sólida. En los lugares donde la extrema derecha tiene hoy más adeptos, ya los tenía en tiempos de la RDA -cuyo régimen nunca se ocupó de combatirla-, y son las mismas regiones donde el NSDAP [el partido de Hitler] reclutó a la mayor cantidad de militantes. Hay una continuidad histórica que se va transmitiendo de generación en generación con la educación. Es más que un problema de desempleo o de testosterona", dice aludiendo a un artículo del periodista Frank Schirrmacher, editor del Frankfurter Allgemeine Zeitung, que atribuye el auge neonazi a un exceso de testosterona por la escasez de mujeres en la región.

Carteles electorales del neonazi Partido Nacionaldemócrata de Alemania en Rostock.
Carteles electorales del neonazi Partido Nacionaldemócrata de Alemania en Rostock.AP

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