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La extrema derecha en Europa

La ultraderecha se refuerza en Bélgica

El ultra Vlaams Belang sube en las elecciones municipales, aunque pierde el liderazgo en Amberes

Ana Carbajosa

El partido ultraderechista flamenco Vlaams Belang (VB) triunfó en las elecciones municipales que ayer convocaron a algo más de siete millones de belgas a las urnas, al incrementar sus apoyos en numerosas localidades, aunque perdió el liderazgo en Amberes. El pacto de las demás formaciones impedirá que el partido secesionista y xenófobo llegue al poder, pero los resultados hicieron sonar las alarmas de la clase política belga, a pocos meses de las legislativas de 2007 y con un escaso margen de maniobra para contener a la extrema derecha, que lleva 15 años engordando en la oposición. Frank Vanhecke, presidente del VB, no ocultaba anoche su satisfacción. "Es la decimotercera victoria seguida del Vlaams Belang y tenemos plena confianza para 2007", dijo.

En Amberes, bastión de los ultras, apenas superaron el 33% de las municipales de 2000
Los residentes extranjeros votaban por primera vez. Sólo se registraron el 16%
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El VB subió en numerosos municipios y hasta en siete se convirtió en la fuerza más votada. Sin embargo, el temido ascenso en Amberes, la segunda ciudad del país, con 460.000 habitantes, y bastión de los ultras, no se produjo. Allí los extremistas apenas superaron en medio punto porcentual el 33% de los votos obtenidos en las pasadas municipales (2000), y dejaron de ser la fuerza más votada, puesto que pasó a ocupar el partido socialista del actual alcalde, Patrick Janssens, que pasó del 19,5% al 35,3%.

En el conjunto de la región flamenca, la mayor del país, el VB habría experimentado sin embargo una fuerte subida respecto a las últimas municipales y algo menos importante si se compara con los resultados de las regionales de 2004. En Schoten, por ejemplo, una floreciente localidad de unos 30.000 habitantes, situada a las afueras de Amberes, el VB fue la fuerza más votada tras obtener el 34,7% de los votos.

En Flandes, el partido del primer ministro liberal Guy Verhosfstadt sufrió una fuerte caída en votos, lo que complicará la ya inestable alianza con los socialistas en el Gobierno. Anoche, líderes de los partidos opositores se apresuraron en culpar al Ejecutivo de los resultados del VB.

En Valonia, la otra gran región belga, el dominante partido socialista también perdió votos, lo que los analistas atribuyeron a una serie de recientes escándalos de corrupción en las filas socialistas. El Frente Nacional, el partido de ultraderecha valón, también creció en numerosos municipios, superando el 10% en algunas de ellos.

"Toda Europa tiene los ojos puestos en Amberes", titulaba el sábado el periódico flamenco De Morgen. La ascensión imparable del VB (Interés Flamenco) ha abierto en Bélgica y en toda Europa el debate sobre qué hacer ante el poder creciente de la extrema derecha. Ya a principios de los años noventa, los partidos políticos belgas suscribieron un pacto por el que no dejarían entrar en el Gobierno a los ultras, el llamado cordón sanitario. La medida ha dado resultado a la hora de mantener a la extrema derecha alejada del poder, pero a cambio ha permitido al VB aprovecharse de su condición de eterno opositor.

No mancharse en el poder ha permitido a los ultras capitalizar los votos de protesta y mantener un atractivo discurso victimista y antisistema. "Somos los únicos que denunciamos la corrupción dentro del Estado, por eso nadie quiere pactar con nosotros", apuntaba recientemente a este diario durante un mitin Johan Demol, uno de los líderes del VB. Hasta 1998 comisario en el municipio bruselense de Schaarbek, Demol fue expulsado de la Policía tras descubrirse su pertenencia a un grupo neonazi durante su juventud.

Por eso, en las últimas semanas no han faltado las voces -incluidas las de algunos alcaldes- que han defendido el fin del llamado cordón sanitario, para permitir que el partido xenófobo se queme en el poder. Anoche, sin embargo, ningún regidor se desmarcó sin embargo de la disciplina de su partido y continuaron adscritos al boicot.

El todopoderoso VB resurgió de sus cenizas después de que su predecesor, el Vlaams Blok, fuera ilegalizado en 2004 por una condena por racismo. Hoy, el Belang es un partido moderno, con líderes como el carismático Philip de Winter, y con un discurso ligeramente suavizado. Pero el fondo de su programa apenas se ha moderado en estos años. Eso sí, ha incorporado preocupaciones ciudadanas como el auge de la inmigración, en las que el resto de partidos políticos evita entrar a fondo. El Belang vincula la presencia de extranjeros en Europa, y en particular de musulmanes, con la criminalidad, lo que lleva al partido extremista a pedir el freno de la inmigración.

El discurso xenófobo se ceba sobre todo con la comunidad musulmana, y en particular la marroquí. El VB considera que la presencia de los que profesan el islam en Europa pone en peligro los valores occidentales y defienden una política de asimilación sin fisuras. "Queremos el fin total de la inmigración, los que vengan tienen que ser flamencos entre los flamencos. Tienen que aprender nuestros idiomas, vestirse como nosotros y llevar a sus hijas a las escuelas, como nosotros", explicaba hace días Karim Vanovermeire, también líder del Belang.

Una ola de asesinatos y ataques racistas sucedidos en los últimos meses preceden a estos comicios. Fue en mayo pasado cuando un adolescente de un entorno familiar simpatizante del VB asesinó a una mujer negra en plena calle en Amberes y a una pequeña niña a la que cuidaba. El mismo joven dejó malherida a una mujer turca. En respuesta a estos crímenes, y a modo de campaña electoral oficiosa en contra de los extremistas, un importante grupo de intelectuales lanzó hace semanas una campaña contra el racismo y por la tolerancia que culminó el pasado fin de semana con una serie de conciertos en todo el país, que reunieron a 100.000 personas.

Ayer concurrieron a las urnas votantes de 589 municipios en los que los electores estaban obligados por ley a acudir a votar. Apenas se registraron incidentes durante la jornada electoral, más allá de los ya tradicionales incidentes lingüísticos propios del complejo sistema que divide al país en tres comunidades: la flamenca, la francófona y una pequeña minoría germanófona. Una de las novedades de estas elecciones ha sido la participación de residentes extranjeros, gracias a una intensa campaña de la izquierda y en contra de la posición de los liberales, aunque finalmente sólo se inscribieron para votar un 16% de los que podían hacerlo.

El líder del Vlaams Belang y candidato a la alcaldía de Amberes, Filip Dewinter, se dirige a sus seguidores en la sede del partido.
El líder del Vlaams Belang y candidato a la alcaldía de Amberes, Filip Dewinter, se dirige a sus seguidores en la sede del partido.REUTERS

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Sobre la firma

Ana Carbajosa
Periodista especializada en información internacional, fue corresponsal en Berlín, Jerusalén y Bruselas. Es autora de varios libros, el último sobre el Reino Unido post Brexit, ‘Una isla a la deriva’ (2023). Ahora dirige la sección de desarrollo de EL PAÍS, Planeta Futuro.

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