_
_
_
_

Una lección de blanco y negro

La combinación siempre eficaz para conseguir una imagen pulida y refinada. Incluso cuando se utiliza en prendas de corte deportivo o juvenil. El actor Juan José Ballesta demuestra por qué este dúo sigue siendo imbatible. Se acabaron los delincuentes. Con 18 años, Juan José Ballesta se mete en la piel de un niño bien. Ya es hora de dejar atrás a EL BOLA.

Que no les confundan estas fotos. Juan José Ballesta sigue siendo el de siempre. Ese chaval espabilado, chulito y tierno que siente adoración por sus colegas, los sellos de oro y las crestas; el de "qué guapo" y Parla forever. Pasa el tiempo. A Juanjo lo conocimos con 11 años y está a punto de cumplir 19. Entre una entrevista y otra va mostrando pequeños cambios, pero la base permanece. La cita es en un bar, dos semanas antes del estreno de su nueva película, Cabeza de perro, de Santiago Amodeo. El actor lleva una camiseta de Donna Karan y un nuevo corte de pelo, obra de Machuca, un peluquero de Parla: rapado asimétrico, un par de incisos en la frente y una pequeña cresta en la nuca. Más que nuestra charla, Ballesta tiene en la cabeza el cocido de oreja que estaba terminando su abuela, Mari, cuando salió de casa. Posa sus manos robustas sobre la mesa. Unas manos enrojecidas y llenas de magulladuras. "Manos de obrero", dice, y lo parecen. "Es que soy muy bruto; lo hago todo con ellas". Su dedo meñique derecho presenta muy mal aspecto. Partido e hinchado, cuelga inerte de su mano. Se lo rompió hace dos semanas haciendo piruetas en su quad, su nueva gran pasión desde que dejó el full contact. "Es un quad 700 guapo, guapo. El último que ha salido. Superpotente. Pego unos saltos como este techo de altos".

Más información
Juan José Ballesta recrea a un joven en busca de su identidad

Ese dedo tiene muy mal aspecto.

Me pusieron una escayola, pero lo hicieron mal. Me molestaba y ayer me la quité yo mismo.

Pues si quieres que se te quede bien el dedo, deberías volver al médico.

Me lo voy a pensar. Yo no soy de ir al médico.

Juanjo, ¿qué crees que dirán tus amigos cuando te vean en estas fotos tipo modelo?

Se reirán. Pero les mola verme así, dicen que estoy guapo.

¿Te gustó eso de probarte ropa?

Me encantó una boina que me pusieron que era como la del rapero 50 Cent. Pero la foto de las gafas no vale nada.

¿No resulta un poco pijo para un chico de Parla?

Sí, pero bueno… No es que me guste mucho la moda, pero tampoco pongo pegas. Mientras no me pidan que me ponga un tanga de leopardo o ropa de mujer… Yo con tal de irme pronto a mi casa me pongo lo que quieran.

Hay una cosa que Juanjo quiere que sepan: él no es sólo capaz de interpretar a delincuentes y personajes marginales. Andaba un poco preocupado con el asunto cuando recibió la llamada de un viejo conocido, José Antonio Félez, productor de sus dos grandes éxitos: El Bola y 7 vírgenes. "Me habló de una película nueva con un personaje totalmente diferente a lo que había hecho hasta ahora. Me dijo que creía que me vendría bien para que me llamaran para hacer papeles diferentes. Me pareció bien y lo hice".

Así que Juanjo se complicó la vida y se enfrentó al reto de interpretar a Samuel, un tímido adolescente de clase alta que dice "por favor" cada dos frases y sufre unos extraños problemas neuronales. "Un chico raro", en palabras del actor. Al principio, el sevillano Santiago Amodeo, el director de este cuento urbano con toques mágicos muy en la línea de Astronautas, su anterior película, no lo veía claro. En el guión original, Samuel era un poco mayor que Ballesta, pero Félez insistió. "Era un reto, porque Samuel es un personaje muy alejado de Juanjo. Es inseguro por naturaleza y siempre ha vivido en una burbuja de la que quiere salir", explica Félez. "La actuación tenía que ser muy contenida y a Juanjo le costó, porque tuvo que impostarlo por completo. Nada iba con él. Ni la forma de andar, ni su dulzura… No son las claves de Juanjo ni como adolescente ni como actor. Ha hecho un trabajo espléndido y estamos encantados con el resultado. Ha superado la prueba con amplísima nota".

"Yo al principio no lo veía", reconoce Amodeo. "Juanjo no se parece a Samuel ni en la mirada. La suya es franca y despierta y está acostumbrado a actuar tirando de su materia prima. Pero en cuanto empezamos a trabajar me sorprendió. Nada parecía muy difícil. Es intuitivo y disciplinado, le pides lo que sea y le sale. Tiene un no sé qué, que ya querrían muchos actores y que no sé explicar, que convierte en auténtico cualquier cosa que hace". Si le preguntas a Ballesta, él recuerda sobre todo lo que le costó dar con "los andares" de Samuel. "Anda totalmente recto, y a mí se me iban los pies a mi rollo, con las piernas separadas. Tenían que estar avisándome todo el rato: 'Juanjo… los pies".

El día de la entrevista, Ballesta no había visto todavía la película. Podía haberlo hecho, pero prefería esperar a la noche del gran estreno. "Si no me pasa lo de siempre, que como me lo sé me aburro y me quedo dormido en plena proyección". Será un gran día y el primer estreno al que Ballesta vaya con novia, una peluquera -de Parla, por supuesto- con la que lleva saliendo un mes. Además será la prueba de fuego. Esa noche sabremos si, incluso haciendo de Samuel, Ballesta logra convencer al gran público con esa autenticidad de la que habla Amodeo y gracias a la que ha ganado un Goya y la Concha de Plata. La misma autenticidad que emocionó a Anjelica Huston, para Juanjo "la de la familia Adams", de la que recuerda que no hacía más que darle besos y hablarle en inglés y que él no entendía ni papa.

Juanjo, ¿qué es el talento?

No sé explicarlo. A mí me sale solo. Si hay que llorar, lloro. Si hay que reír, río. Es psicológico y creo que todo el mundo podría hacerlo.

¿Todo el mundo podría actuar como tú?

Tú crees que no, pero si quisieras te saldría. Es como con la comida. Tengo un amigo que está siempre rayado con que va a engordar y, claro, engorda. Yo me tomo al día cinco montados, varias cocacolas, chucherías, y no engordo porque me digo: esto no me engorda.

O sea, que es cuestión de voluntad y poder mental.

Ya sé que parece que estoy loco. La gente dice que le da vergüenza ponerse delante de la cámara, pero es porque se comen la cabeza. ¿Cómo te va a dar vergüenza un aparato de plástico con una lente?

Ya han pasado ocho años. ¿Has vuelto a ver 'El Bola'?

El otro día estaban echándola en la tele y me quedé un poco, pero me aburrí enseguida. La he visto tantas veces en tantos festivales…

Dicen que a los niños que actúan no se les puede considerar auténticos actores porque sencillamente les sale. Tú ya no eres un niño. No te da miedo que un día dejes de poder actuar de esa forma tan intuitiva.

Eso me dicen, que a veces se pierde la facilidad y que un día te levantas y ya no te sale. También me dicen que sería bueno que diera clases de interpretación por si me pasa, pero yo no lo creo. No necesito dar clases. He aprendido solo.

Pero, ¿y si te pasa?

No va me va a pasar porque no me emparanoio con eso. Yo le pregunto al director cómo es el personaje. Y vamos ensayando. ¿Te gusta así?, le digo, y probamos hasta que me sale lo que quiere. Y luego ya no se me olvida. Ésa es la suerte, que se me queda todo. Me dan un texto, lo leo tres veces y no lo olvido.

Juan Antonio Félez da fe de esa memoria prodigiosa. "Aunque no le gusta leer, es capaz de aprenderse rápidamente sus diálogos y los de todos sus compañeros. En 7 vírgenes, siempre ayudaba a un actor al que le costaba aprenderse el texto. Y todavía recuerda los diálogos de El Bola. Un día elegí una escena al azar y me la recitó entera". Y ha pasado mucho tiempo desde El Bola. Ocho años con sus nueve películas, una por estrenar: Ladrones, junto a María Valverde.

Pero hay algo más que deben saber sobre el actor; algo de lo que no está especialmente orgulloso. Un día, entre rodaje y rodaje, Ballesta, cargadito de suspensos, se hartó de la presión y dejó el instituto. Ahora, los conceptos -capitales de países, tablas de multiplicar, raíces cuadradas, ecuaciones…- bailan en su cabeza sin ton ni son.

En tu vida diaria, ¿notas la falta de ciertos conocimientos por no haber ido a clase?

Sí, porque se me olvida todo. Me sé los planetas, las preposiciones y poco más. Con las multiplicaciones le tengo que preguntar a mi madre porque me hago un lío. Pero no necesito saber más.

¿Te arrepientes?

No. No daba abasto y acababa confundiendo todo. No voy a volver a clase, lo tengo claro. A lo mejor por mi cuenta… Ahora, por ejemplo, he aprendido a tocar la guitarra flamenca yo solo. Hace unas semanas estuve tocando con Tomatito y me decía: "Sigue así, no lo dejes".

¿Y cómo gestionas el dinero que ganas?

Me lo va dando mi madre. Cincuenta euros un día, otro 100… Una cosa razonable. Ella me va informando de cuánto me queda. Si es poco y no tengo ningún trabajo a la vista, me da 20 euros al día. Si queda mucho y me acaba de salir una peli, pues 50 euros.

Y además de comprarte un 'quad', ¿qué has hecho últimamente?

A mi madre le he regalado un Audi A3. Mi padre no quiere coche, dice que él va a todas partes andando, así que le he regalado mi loro, Yaco, que muerde el muy cabrón, mira cómo tengo la mano.

¿Y qué haces en tu tiempo libre?

De todo. Salgo por Toledo de tapas, voy a bailar a la Cubierta de Leganés, al Changó… A veces, solo; otras, con un colega, y vamos conociendo a gente y de discoteca en discoteca.

Así que cuando no estás rodando, discotecas, flamenco, 'quad'…

Bueno, a la guitarra le falta una cuerda y al quad le acabo de reventar una rueda delantera. También estoy con la novia, llevando la vida tranquila. La recojo, vamos a cenar, la acompaño a casa y luego me vuelvo a la mía andando. Me gusta. Creo que he crecido un poco antes que mis amigos, que siguen con lo de pegarse, el fútbol…

Pero creo que últimamente también tú te has metido en una pelea.

Sí, pero no por mi culpa. Pasó hace poco, un día por la mañana. Yo acababa de llegar de una discoteca y me dijo uno del pueblo: vámonos a unos encierros que hay aquí cerca, y me apunté. Una vez allí, fui a tomarme un café yo solo y entonces llegó un chaval y me dio una patada en la cabeza. Y luego otro me dio en la tripa, en la cara. Pero no me dejé pegar, me di con todo el pueblo. Hasta que perdí el sentido. Entonces vino un señor, me puso las zapatillas y me llevó a mi casa.

Eso suena muy raro, Juanjo.

Me da igual lo que piensen, fue así. Estoy acostumbrado; ven a un famoso y quieren pegarle, yo lo entiendo. Los chavales de ahora son así. Yo iba solo, de empalmada y sin fuerzas. ¿Crees que iba a meterme en un lío así?

'Cabeza de perro' se estrenó el pasado viernes en cines de toda España. www.cabezadeperro.es.

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_