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La corrupción urbanística

La 'buena estrella' de un "gran profesional" del urbanismo

Durante las últimas semanas y hasta la mañana de ayer, cuando tuvo noticia de que este diario preparaba una información sobre el pelotazo dado en Villanueva de la Cañada por el director general de Urbanismo, el Gobierno regional ha arropado oficialmente y sin fisuras a Enrique Porto.

El consejero de Medio Ambiente, Mariano Zabía, mantuvo días atrás que el ahora dimitido era "un gran profesional". Le daba igual que Porto hubiera autorizado como director general de Urbanismo media docena de planeamientos en la región -en municipios como Villanueva de la Cañada, Moralzarzal, Moraleja de Enmedio...- que le habían sido presentados por sus socios privados o parientes, ya fuera directamente o a través de Plarquin, la empresa de la que formó parte y que sus socios mantenían. También omitió Zabía que Plarquin pagaba un alquiler a una empresa de Porto, ya que estaba enclavada en el cuartel general de sus inmobiliarias.

Tampoco pestañeó el consejero de Presidencia, Francisco Granados, cuando se enteró de que la sociedad pública regional, Arpegio, había contratado a Plarquin para un plan urbanístico en Valdemoro.

El Gobierno regional tampoco pareció sentirse alarmado por el hecho de que en el único expediente en que Porto dijo haberse inhibido, la revisión de las normas subsidiarias de El Molar, se demostró posteriormente que sí intervino en las fases previas a su elevación a la Comisión de Urbanismo.

En palabras de su portavoz, "se inhibió cuando se tenía que inhibir". Eso sí, el trabajo previo ya estaba hecho: Porto había reclamado y urgido todos los informes que desbloquearían un sector en el que intervino él antes de su nombramiento y, posteriormente, Plarquin.

Tras mostrarse que los planes privados de Porto o Plarquin gozaban de una estrella que hacía que, donde en la etapa de Ruiz-Gallardón cosechaban informes negativos, durante el mandato de Esperanza Aguirre se desbloqueaban, su portavoz alegaba que él no podía cambiar los informes de todos.

A su ubicuidad como diseñador privado y autorizador público de planes ha añadido el de propietario beneficiado por los mismos. Ha sido la gota que ha quebrado su respaldo oficial.

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