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Un grupo de escritores granadinos reúne sus relatos sobre la Guerra Civil y sus consecuencias

'Granada 1936' combina tragedia, lirismo y humor negro en sus narraciones

Cuando las Cortes anularon los resultados electorales obtenidos en Granada y se convocaron nuevas elecciones para el 3 de mayo de 1936, la situación en la ciudad era más que difícil, y la reconciliación, en palabras del hispanista Ian Gibson, casi imposible. Una vez se produjo el alzamiento, no tardó la ciudad en caer en manos de los que se autoproclamaron como nacionales. Granada 1936, un libro compuesto por 26 relatos de autores granadinos, acaba de ser publicado. Los escritores sitúan sus historias en la Granada de la Guerra Civil o en las consecuencias más inmediatas de la contienda.

Controlada la ciudad por los fascistas, fueron clausurados todos los locales de las organizaciones obreras y tres de los cuatro periódicos que entonces se publicaban en Granada. Uno de esos tres periódicos, el más significativo, fue El Defensor de Granada, fundado por Luis Seco de Lucena y dirigido cuando estalló la insurrección por Constantino Ruiz Carnero, que fue detenido, torturado y fusilado, al igual que el alcalde de la ciudad, Manuel Fernández Montesinos, cuñado de Federico García Lorca. Como homenaje a Ruiz Carnero y a su periódico, Caja Granada ha puesto en marcha una colección titulada El Defensor de Granada, en la que acaba de aparecer Granada 1936.

Prologada por Emilio Atienza y con ilustraciones de Felipe Moreno, la edición recopila textos de autores granadinos como José Vicente Pascual, Ángel Olgoso, Antonio Gualda, Francisco Pabón, Gracia Baldomero, Gregorio Morales, José Rienda, Ladrón de Guevara, Carlos Asenjo, Nicolás Palma, José Asenjo, Emilio Ballesteros, Dolores Montijano, Enrique Morón, Antonina Rodrigo o Rafael Guillén, entre otros muchos, que han tratado de rendir "un homenaje a la memoria".

"Con este homenaje se trata de evocar literariamente unos hechos terribles por los que sufrió demasiada gente durante demasiado tiempo", señala Atienza, para el que en ocasiones, los textos abordan las circunstancias trágicas desde diferentes perspectivas. "Unas veces aparece el lirismo, otras un punto de humor ácido, incluso negro en algunas ocasiones, para tratar de dibujar cómo fue la realidad social de aquellos años de conflicto y de los siguientes".

En el libro, un volumen con más de 300 páginas, los textos han sido ordenados de manera cronológica, aunque no traten de hechos concretos que puedan encontrarse en una cronología de un libro de historia. Sus autores se alían con la memoria para recordar lo que vieron o lo que les contaron, dependiendo de sus edades, y reconstruyen historias que en algunos casos se apoyan por completo en la ficción y en otro son patrimonio de la intimidad familiar, de los recuerdos más tristes de quienes ya no hablan, o hablaron una vez, o hablaban sin quererlo.

"Las narraciones de Granada 1936 vienen a enriquecer la memoria de una sociedad concreta, de sus gentes, con frecuencia arrojadas fuera del ámbito natural de su existencia, a recordarnos cuáles fueron los eslabones fundamentales que jalonaron su verdadera historia", aclara Atienza en el prólogo.

Granada 1936 es una colección de relatos sobre un mismo tema, si bien no todos guardan la misma estructura estilística ni argumentativa. Cada uno es víctima de un autor, que inyecta un apasionamiento "fruto de la relación directa entre lo ocurrido y el lector o el escritor". Esta proximidad en el tiempo y en el espacio, en opinión de Atienza, es uno de los motores de que todavía "se sigan generando títulos sobre la Guerra Civil", aunque en su opinión, también puede influir el hecho de que "no se ha producido aún la gran obra, la decisiva, sobre el tema que destaque todo lo escrito".

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