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Reportaje:54º Festival de San Sebastián

"Las fronteras son ahora un ritual de humillación"

Alejandro González Iñárritu retrata en 'Babel' la incomunicación entre hombres y países

Rocío García

Alejandro González Iñárritu quiso hacer un viaje sobre la fractura de la incomunicación entre los seres humanos, sobre las barreras físicas que separan a un mundo y a otro. Y lo hizo. Pero por el camino se encontró algo muy hermoso: la empatía que le unía a tantos y tantos personajes anónimos con los que se encontró en solo un año en tres países tan diferentes: Marruecos, Japón y México, durante el rodaje de Babel. Pero el director mexicano también se encontró, sin buscarlo, haciendo un filme sobre el amor y el dolor, sobre cómo la felicidad es tan diferente entre unos y otros y sólo el dolor es lo único que une de verdad a los seres humanos. "Es muy posible que lo que le hace feliz a un marroquí y a un japonés sea muy diferente, pero lo que nos hace sentir infelices y miserables es lo mismo para todos. A diferencia de lo que pensaba Tolstoi, yo no creo que la felicidad sea igual en cada familia", aseguró ayer el cineasta mexicano, durante la presentación en la sección Zabaltegi de San Sebastián de Babel, la película con la que cierra la trilogía que inició con Amores perros y continuó con 21 gramos. Babel. escrita con su coguionista habitual Guillermo Arriaga -"la química que se establece entre los dos la hemos logrado a base de trabajo y de una meticulosa búsqueda de la excelencia"- es, para su director, su película "más lineal, terrestre y primitiva". Rodada en tres continentes diferentes, con intérpretes profesionales, como Brad Pitt, Cate Blanchet, Gael García Bernal o Adriana Barraza, y actores no profesionales procedentes de Marruecos, México y Japón, Babel, con la que ganó el premio al mejor director en el Festival de Cine de Cannes, narra cuatro historias de padres e hijos entrelazadas entre sí. "Son temas muy sencillos, son todos seres humanos con sus debilidades y su imposibilidad de comunicar su amor", explicó el realizador.

"Como artista es muy importante dejar el confort de tu país y conocer otras culturas"

Viste siempre de oscuro y por eso algunos le llaman El negro. Abandonó ya hace años su México natal para afincarse en Los Ángeles. "Como artista es muy importante dejar el confort de tu país y conocer otras culturas, que te obligan a cuestionarte muchas cosas que se dan por hechas en tu país". "En Estados Unidos he encontrado", -confesó el realizador- "una diversidad enorme y riquísima, una orgía cultural interesante de la que me he nutrido y me he enriquecido mucho". Iñárritu ha descubierto en ese viaje, exterior e interior, que la cultura se hace de la diversidad. "La emigración es algo natural y por eso todos esos movimientos que estamos viviendo ahora en muchos lugares en el mundo no se van a poder parar nunca".

Defensor de la libertad que ha encontrado en Estados Unidos como creador -"soy el único responsable de mis películas, tengo voz independiente y he encontrado apoyo y respeto"-, Iñárritu es también consciente de lo que ha cambiado ese país tras los atentados del 11-S. "Hay desde entonces una paranoia por parte del imperio con respecto a los que no son como ellos. Las fronteras se están convirtiendo en un ritual de humillaciones. Los contrarios se convierten en enemigos. No sólo no se honra a la diferencia, sino que se le ataca".

Ahora a Iñárritu le rondan muchas historias en la cabeza pero está ante lo que asegura es el proyecto más difícil de su vida: "Intentar no hacer nada".

Alejandro González Iñárritu, ayer en San Sebastián.
Alejandro González Iñárritu, ayer en San Sebastián.JESÚS URIARTE
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