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Columna
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Palo a los palillos

La Comunidad ha dado la talla o, mejor dicho, la masa corporal. El gobierno de Esperanza Aguirre ha establecido un límite de delgadez para que las modelos puedan participar en la Pasarela Cibeles que comenzó ayer. Madrid ha sido la primera ciudad en imponer una norma contra la escualidez en los desfiles. Hace años que la extrema flacura de las modelos no sólo afecta a su salud, sino a la de miles de niñas y adolescentes que caen en la anorexia tratando de emular unos demenciales estándares de belleza, frustrándose porque nos les caben las diminutas tallas que empiezan a imponerse incluso en los Zaras.

Las prohibiciones suelen ser malas fórmulas para erradicar los problemas, pero esta vez una decisión tan tajante como la de nuestra comunidad ha sido efectiva, no sólo porque ha evitado que estos días trabajen unas chicas enfermas, sino porque ha supuesto un toque de atención al mundo de la moda. Sí, las cinco modelos que han sido descartadas por extrema delgadez en el último casting realizado por nutricionistas padecen una patología, cuando no dos. Para empezar, es incuestionable que sufren un estado de salud precario. Han sido apartadas de la Pasarela Cibeles por no llegar al 18% de masa corporal (un porcentaje que se halla dividiendo su peso entre su altura al cuadrado): el umbral por debajo del cual la Organización Mundial de la Salud considera a una persona desnutrida.

Posiblemente las cinco modelos que esta semana no desfilarán en el Retiro se encuentren en estos momentos desoladas pero también, y casi con toda seguridad, liberadas. Porque lo más probable es que vivan presas de la tiranía física de las pasarelas, obligadas a pasar hambre y a padecer el insulto de "gorda" si pesan más de 56 kilos midiendo 1,75 metros, como han confesado en numerosas ocasiones modelos de todo el mundo. Si, por el contrario, estando esqueléticas se ven a sí mismas estupendamente y no perciben las exigencias del "mercado" de la moda como una opresión, entonces padecen otra enfermedad psicológica añadida a la desnutrición: la anorexia.

La presidenta de la Pasarela Cibeles, Cuca Solana, ha aceptado de buen grado la normativa de la Comunidad comprendiendo que la salud de las modelos está por encima de los excéntricos tallajes de los diseñadores. Sin embargo, ni la ministra de Cultura inglesa ni una de las diseñadoras que participan en la pasarela de Londres, que también empezó ayer, secundan la precursora medida madrileña. La ministra Tessa Jowell admite los complejos que "las jóvenes palillos de la pasarela" crean en las chicas de la calle, pero asegura que el Estado no es quién para regular el universo de la moda (a pesar de que la anorexia sea un problema tan grave en los jóvenes como el tabaco o el alcohol). La diseñadora Manish Arora, por su parte, ha confesado que la normativa de Cibeles le viene muy bien, pues así ella y sus colegas contarán con más modelos para sus eventos.

Quizá sea pronto para que el ejemplo español cunda en las exhibiciones internacionales, pero al menos este año Cibeles no sólo será un escaparate de moda y glamour sino también de salud. Las chicas que desde ayer presentan la temporada de verano despiertan una envida por fin sana en las chicas y un deseo al fin carnal en los chicos. La Comunidad de Madrid, además de exigir un mínimo porcentaje de masa corporal, ha prohibido los maquillajes y los efectos estéticos que simulen rostros demacrados. En el parque del Retiro hay una pasarela de moda, es en el de atracciones donde está el pasaje del terror.

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