_
_
_
_
Reportaje:

En Berlín, el poder no desgasta

El popular alcalde socialdemócrata Wowereit se presenta mañana a la reelección con la vista puesta en la política nacional alemana

El socialdemócrata Klaus Wowereit, de 52 años, ha sabido dar la vuelta a la máxima de que el poder desgasta. Si en 2001 ganó las municipales con el 29,7% de los votos, hoy las encuestas le aseguran un 32%, lo que le permitirá elegir socio de coalición entre el ex comunista PDS y los Verdes. Si la elección fuera directa, Wowereit alcanzaría un 64%.

No lo ha conseguido destacándose por su gestión, sino dejándose ver en cada sarao que se organizaba en la ciudad. El alcalde, que unos días antes de asumir el cargo proclamó a los cuatro vientos "soy marica y está bien así", alcanzó el clímax de la autoescenificación cuando, en una fiesta, bebió champán en el zapato rojo de tacón de aguja de la cabaretista Désirée Nick, a quien dio un beso de tornillo ante las cámaras. Tras el revuelo que aquello provocó, hace casi dos años, Wowereit se ha vuelto más moderado y piensa en un posible salto a la política nacional.

A más de 60.000 millones de euros asciende la deuda de la ciudad-estado, y a 2.475 millones, un 12% de su presupuesto, los intereses pagados en 2006. Berlín es una ciudad sin industria, cuya mitad occidental vivió durante décadas por encima de sus posibilidades, alimentada por el resto del país. El 17,4% de sus habitantes está en paro y el 7,7% vive de la ayuda social. Pero lo más preocupante es que de 3,4 millones de berlineses, sólo 1,3 millones -el 40%- viven de su trabajo o de sus propias rentas. El resto es mantenido por el Estado o por sus familiares.

Pero Wowereit huye de las malas noticias. A las situaciones de crisis envía a sus senadores (ministros) y sólo se deja ver en actos festivos. Wowi, apodo que explota en su beneficio, es el rey del buen rollito. Cae bien y la población más progresista le ve como un importante símbolo de la lucha por los derechos de los homosexuales. Berlín atrae a bohemios, artistas y estudiantes de todo el mundo gracias a los bajos precios de la vivienda, y es la capital de la música, el teatro, el arte, el diseño y la moda. Cada vez más turistas visitan la ciudad (14,6 millones en 2005), y el mayor aumento lo registran los españoles: un 51,8% más.

El margen de maniobra en el senado (Gobierno) de Berlín es mínimo, ya que se trabaja con cifras negativas: otro candidato no podría hacer mucho más.

Más dificultades tendrá el partido socialdemócrata en Mecklemburgo Antepomerania, el otro Estado federado en el que gobierna con los ex comunistas y el que tiene el mayor índice de paro de la república, que también celebra elecciones mañana. El primer ministro, Harald Ringstorff, lo tiene difícil frente a una pujante democracia cristiana y a una cada vez más probable entrada de los neonazis en el Parlamento. También en Berlín, los neonazis parecen estar más agresivos que nunca. Pero allí tienen a Wowi para animar la fiesta y olvidar las penas.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_