Un gigantesco secundario
Emilio Gavira retoma su gran interpretación de 'engendro' en 'Divinas palabras'
Clavicémbalo, piano y canto. Ésos fueron los estudios que marcaron la primera vocación del actor Emilio Gavira, de 41 años, uno de esos secundarios españoles que siempre que salen a escena, ya sea en un teatro o en una película, deja al espectador con la seguridad de haber visto a un gran profesional. Después de haber triunfado este verano en el Español, que dirige Mario Gas, cantando en la zarzuela Black el payaso, de Pablo Sorozábal, bajo la dirección de Ignacio García, se incorpora de nuevo como Laureano, en uno de los grandes éxitos teatrales de la temporada pasada y de su propia carrera, Divinas palabras, de Valle-Inclán, con dirección de Gerardo Vera, obra con la que el Centro Dramático Nacional (CDN) inauguró en enero el Teatro Valle-Inclán de Madrid y que repone la semana que viene (día 21) en el mismo teatro.
"He hecho una de esas carreras que uno no decide, te van llamando y te incorporas a algo que te gusta"
Cuando de joven llegó a Madrid para perfeccionar sus estudios no dejó atrás Alcázar de San Juan, pueblo al que regresa permanentemente y hacia el que siente un especial agradecimiento. En la capital empezó en el conservatorio y de ahí pasó a la Escuela Superior de Canto con Antonio Blancas. "De ahí pasé a hacer zarzuelas, empezaron a llamarme para teatro y todo ha ido rodado, he hecho una de esas carreras que uno no decide, te van llamando y te incorporas a algo que te gusta".
Podría pensarse que su registro como actor no está limitado por su capacidad para interpretar, sino por sus 128 centímetros de estatura. "Gustavo Tambascio fue la primera persona que me contrató en un papel normal, era un médico, y después tanto él como otros directores me han dado personajes que en la obra no figura la estatura de los mismos". No es el caso de muchos papeles que ha hecho con textos de Francisco Nieva, cuyo teatro está salpicado de deliciosos personajes que deben representar actores enanos, aunque cuando el dramaturgo eligió a Gavira para trabajar en El manuscrito encontrado en Zaragoza, le dio un papel normal. "Los enanos además podemos ser fontaneros o políticos o dedicarnos a casi cualquier profesión", dice. También ha trabajado con profesionales como Carles Alfaro, Manuel Román, Carlos Durán, Juan Carlos Pérez de la Fuente, entre otros, y en cine con Javier Fesser, Carlos Saura y Mary McGuckian, quien le hizo trabajar con Robert de Niro y Harvey Keitel en El puente de San Luis Rey.
Ahora, bajo la dirección de Vera, es el enano hidrocéfalo valleinclanesco que no habla, sino gime y gruñe, de esta deslumbrante función. En cualquier caso, para Gavira no hay nada como el canto: "Para mí es lo máximo, es el arte total, aunque es tan exigente que termina siendo como un sacerdocio; pero, eso sí, es incomparable sumergirse en la belleza de cosas como los lieder alemanes", y añade: "Ser cantante exige un grado de profundidad y concentración que llegas al máximo nivel, pero hablo desde mi puesto de paleta del teatro y el canto, no soy un primer espada, sólo soy un subalterno que acompaña al figurón".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.