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Un combinado de compuestos químicos difícil de tragar

Javier Sampedro

El vertido de Caldas de Reis es una mezcla de benceno y otros compuestos aromáticos muy tóxicos, junto a algunos metales como el hierro y el aluminio, también perjudiciales para la salud y el ambiente. Cada uno de estos compuestos es más o menos volátil, y cada uno se disuelve en el agua en una cierta proporción: el resto se queda flotando como una capa de color azul irisado. Pero una barrera situada en superficie no puede detener la parte disuelta, que puede pasar del gramo por litro de agua en el caso del benceno.

El benceno es tóxico por cualquier vía de contacto. La exposición a esta sustancia durante un periodo corto puede causar, dependiendo de la dosis, alteraciones del sistema nervioso, anemia e inmunodepresión. La exposición a bajos niveles durante muchos años -que se ha documentado en trabajadores de la industria química- puede provocar alteraciones en la estructura de los cromosomas y algunos tipos de cáncer, como la leucemia.

El benceno es una de esas sustancias a las que no conviene aplicar el concepto de dosis segura, sino el de cuanto menos mejor. La agencia ambiental norteamericana (Environmental Protection Agency, EPA), que suele marcar la tendencia planetaria en estos asuntos, ha situado su "objetivo del nivel máximo de contaminación" en cero para el benceno. En la práctica, esto se traduce en un nivel máximo recomendado en el agua corriente de 5 ppb (parts per billion, o partes por mil millones).

Por supuesto, cualquier vertido industrial convierte estas cifras microscópicas en un divertimento para tiempos de paz. Pero la población de los municipios afectados debería tener acceso a las medidas que se tomen en el río Umia cuando las autoridades les reanuden el suministro.

Alteraciones nerviosas

El vertido de la empresa Brenntag, una de las mayores distribuidoras de productos químicos del país, también contiene tolueno, xileno, o-xileno, tetracloroetileno, etilbenceno y "una gran concentración de estireno", según informó el sábado el alcalde de Vilanova de Arousa, Gonzalo Durán. Casi todos estos productos son derivados del benceno (la excepción es el tetracloroetileno), y todos son tóxicos a dosis no muy elevadas.

El estireno, del que hay "una gran concentración" en el vertido, tiene un límite recomendado por la EPA de 0,1 ppm (partes por millón) para el agua corriente. Eso es un margen de seguridad 20 veces más relajado que el del benceno. La exposición por cualquier vía durante un periodo corto causa náuseas, depresión y otras alteraciones nerviosas. Un contacto muy prolongado con la sustancia puede dañar el hígado y provocar cáncer.

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