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De Caliban de 'La tempestad' a Isabel II de Inglaterra

En el espacio de sólo dos semanas es posible que Helen Mirren haya ganado dos de los más importantes premios de interpretación. Dos premios por haber interpretado Isabel I y también Isabel II, dos de las monarcas británicas que vivían con 400 años de separación, un reto y un gran éxito para cualquier actor. Hace poco ganó un Emmy por su soberbia caracterización de la Reina Virgen en una serie de televisión y ahora en el Festival de Cine de Venecia está considerada como la más firme candidata por su increíble caracterización de la reina actual de Gran Bretaña en la película Queen, dirigida por Steven Frears.

Pero a cualquiera que haya seguido la carrera de Helen Mirren y disfrutado de los muchos personajes que ha interpretado no le cogerá por sorpresa. A finales de los años sesenta ella misma predecía su propio destino en el teatro al decir que quería ser "no solamente buena, no solamente brillante, sino la más grande que nunca ha habido". Es hoy día la más grande y lo puede ser durante muchos años. Pero detrás de su gran éxito hay una profunda y equilibrada trayectoria de profesionalidad y dedicación.

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Desde la edad de 13 años, cuando hizo el papel de Caliban, en una producción escolar de La tempestad, tenía claro que quería ser actriz. Hizo una audición a los 18 años para el teatro nacional de jóvenes británico y fue aclamada por su interpretación de Cleopatra en Antonio y Cleopatra de Shakespeare y en el teatro Old Vic de Londres. En poco tiempo fue una de las jóvenes estrellas en Stradford con el teatro Royal Shakespeare Company. Mirren era una mezcla de vulnerabilidad e invencibilidad, de frialdad y pasión.

En el papel de Nina, en La Gaviota, de Chejov, mostró una mezcla de inteligencia y sensualidad. Y hace 25 años, en La duquesa de Malfi, de Websters, en el teatro Royal Exchange, una crítica dijo: "Helen quemó el escenario con deseo y desesperación".

En el cine y televisión nunca nos ha dejado indiferentes. En Morgana en Excalibur, de John Boorman, mostró una belleza casi diabólica.

Hablando en Venecia de su interpretación de Isabel II (la película trata sobre lo que pasó entre la reina y Tony Blair después de la muerte de la princesa Diana) dijo que su intención fue mostrar respeto para la monarca y, según los críticos, lo ha conseguido de una manera maravillosa. Ha clavado su nobleza de carácter y su transformación física es asombrosa. Con solamente con un pequeño movimiento de la boca es capaz de mostrar desesperación, esnobismo, soledad, humor y enfado. Y es que, hoy, ella es la reina.

Denis Rafter es actor de teatro y de cine, y director de teatro.

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