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Alto el fuego en Oriente Próximo

Bombas de fragmentación

Guillermo Altares

Todos los miembros de ONG y de organizaciones internacionales que trabajan en el sur de Líbano coinciden en que hay restos de bombas de fragmentación por todas partes en las zonas más machacadas por Israel. Cuatro niños resultaron heridos ayer, según la agencia oficial libanesa, cuando jugaban con uno de esos explosivos, que han matado a 12 personas desde que empezó la tregua hace dos semanas.

Los obuses de fragmentación, cuyo uso contra poblaciones civiles está prohibido por las convenciones internacionales, estallan en el aire y lanzan cientos de pequeñas bombas que quedan esparcidas por todas partes: algunas estallan, pero la mayoría se convierten en minas.

"Creo que no está habiendo más víctimas porque la mayoría de los niños todavía no han vuelto", explica Ricardo Sole Arqués, un médico español que trabaja como experto en salud para la ayuda de emergencia de la Comisión Europea. "Es un problema enorme cuya dimensión resulta todavía difícil de cuantificar, pero hay realmente por todas partes", agrega.

La ONU ha encontrado, por ahora, este tipo de explosivos en 288 localizaciones diferentes. En algunos lugares, como Aita el Chaab, se encuentran en la misma plaza del pueblo. También quedan miles de bombas por explotar de todos los calibres y tamaños: su desactivación es una de las prioridades de los refuerzos de las tropas internacionales.

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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