Mueren 72 talibanes en el sur de Afganistán en combates con la OTAN
Cientos de guerrilleros talibanes trataron de asaltar el sábado el edificio del Gobierno en el distrito de Panjwai, en la sureña provincia de Kandahar, que fuera su bastión en los años noventa. En los combates, que continuaron ayer, participaron fuerzas de la OTAN apoyadas por la aviación, del Ejército afgano y de la policía. "Hasta ahora hemos recuperado 72 cuerpos de talibanes", dijo el jefe de policía de Panjwai, Neyaz Mohammad Sarhadi.
Se trata de uno de los enfrentamientos más duros desde el final de la guerra en 2001. También murieron cuatro policías y no hubo bajas entre los militares extranjeros.
El comandante Scott Lundy, responsable de prensa de la Alianza Atlántica en Afganistán, confirmó el uso de la aviación y dijo que los talibanes "habían sufrido bajas significativas". Un portavoz talibán redujo los muertos de su bando a 12 y elevó las de la OTAN y las del Ejército afgano a 30. También dijo que los aviones habían causado numerosos muertos entre la población civil, en declaraciones a una agencia paquistaní.
Afganistán padece estos días la peor ola de violencia desde que el régimen talibán fuera derrocado por la intervención estadounidense en diciembre de 2001, poco después de los atentados terroristas en Nueva York y Washington.
Aunque los actuales insurgentes no están en condiciones militares de derrotar al Gobierno pro occidental de Hamid Karzai, muchos analistas señalan que la inseguridad creciente socava el prestigio del presidente y de los países que lo apoyan, incapaces de vencer definitivamente a los talibanes y de poner en marcha una economía del país arruinada por décadas de conflicto. Más de 1.800 personas han perdido la vida este año. De ellos, 90 eran soldados de la coalición internacional.
Mucha de esa actividad insurgente -el sábado perdieron la vida cuatro soldados de EE UU y ayer un británico- se desarrolla en el sur, donde la OTAN se hizo cargo de la seguridad hace un mes en sustitución de las tropas norteamericanas. La misión de la Alianza, la mayor en su historia, debe permitir a los estadounidenses centrarse en potenciar el Ejército afgano y en sellar la frontera con Pakistán. En Afganistán hay más de 35.000 tropas extranjeras -700 de ellas españolas- que se enfrentan a un creciente desafío de los talibanes financiados por el dinero de la droga y por una red islámica internacional.
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