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Reportaje:

Sin pegar ojo por el ruido

Los vecinos de Centro, Latina, Villaverde y Batán, los más afectados por las obras

Cada noche, muchos vecinos de los distritos de Centro, Latina, Villaverde y Batán se plantean un dilema: dormir sudando con las ventanas cerradas o aprovechar la escasa brisa nocturna de la ciudad a pesar de los numerosos e insanos ruidos que llegan del exterior.

Los trenes, el metro, las terrazas de los bares o el tráfico son las tradicionales perturbaciones nocturnas que impiden conciliar el sueño cada verano. Durante este estío, y por tercer año consecutivo, hay que añadir un nuevo enemigo del descanso: las obras. Además, los trabajos que se acometen en la ciudad están haciéndose a un ritmo tal que no hay descanso: los obreros se relevan cada ocho horas sin dar tregua al sonido de las máquinas. Los sonómetros demuestran que muchos vecinos escuchan cada noche un nivel de ruido equivalente al ambiente en una oficina.

"Hay muchas llamadas por las obras. No podemos hacer nada", reconoce un agente
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El pasado 30 de junio, el Defensor del Pueblo, Enrique Múgica, reveló en su informe anual que los madrileños eran los que más reclamaciones habían hecho a lo largo del año sobre este asunto: 24.000 denuncias. Por eso, hizo una especial advertencia al Ayuntamiento de Madrid sobre la contaminación acústica. "La necesidad de acometer obras en horario nocturno puede suponer la imposibilidad del descanso, básico y vital para la población", advirtió el defensor al alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón.

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Cada noche, las protestas por las obras se suceden en la capital: "Tenemos muchas llamadas por las obras. Es inaudito lo que está ocurriendo, pero no podemos hacer nada porque no somos nosotros los que concedemos las licencias", reconoce un policía municipal que atiende por teléfono la queja de un vecino de la calle de la Flor Alta, en Centro, donde el Ayuntamiento restaura el palacio de Altamira desde hace más de un año.

"Estuvieron desde medianoche hasta las seis de la mañana descargando materiales", lamenta el vecino que no pudo pegar ojo. "Es el Ayuntamiento el que nos obliga a trabajar a esas horas, para que no cortemos la calle al tráfico por el día", afirma el jefe de la obra encargada a la empresa Detecsa.

"Fue algo excepcional porque se estaba instalando un transformador eléctrico", reconoce el Consistorio, que asegura que sólo concede licencias de obra nocturna a los trabajos que no excedan los 65 decibelios, el máximo establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Según la Concejalía de Medio Ambiente, encargada de conceder las licencias de obra por la noche, todas cumplen con el silencio exigido, incluidos los trabajos del by-pass sur de la M-30.

Apenas a 100 metros de este tajo, viven 250.000 vecinos que perciben 20 decibelios por encima de lo permitido, según las mediciones que hizo este periódico el pasado 17 de junio. "La ciudadanía sigue indefensa ante las agresiones acústicas, sobre todo por la noche, cuando la Policía Municipal no acude a sus llamadas, o si lo hace, es con varias horas de retraso, cuando el foco emisor ya ha cesado", declara el portavoz adjunto del PSOE, Óscar Iglesias.

Desde el Consistorio destacan el aumento de inspecciones y sanciones. Frente a las 9.271 inspecciones realizadas en 2003 se alcanzaron 13.680 en 2005, mientras que las sanciones ascendieron de 21.130 euros en 2003 a 1.035.490 el año pasado.

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