El hombre de las 'mujeres'
Marc Cherry, un guionista de televisión, es, según la revista 'Time,' uno de los hombres más influyentes del mundo. Hasta hace dos años, pocos conocían su existencia. Hoy arrasa con su serie 'Mujeres desesperadas', la historia de cinco seres infelices en un lugar idílico
El aparcamiento interior de los estudios Universal en Hollywood parece un reflejo de la cuenta de resultados. Los mejores sitios están reservados para los directivos de alto nivel o las estrellas más rentables. En uno de los huecos hay un coche modesto; para el estándar hollywoodiense, es una basura de coche. Según el cartel, ese espacio privilegiado corresponde a Marc Cherry. Hace dos años, nadie sabía quién era este hombre. Hoy es, según la revista Time, una de las mentes más influyentes del mundo, fundamentalmente porque la serie de televisión que ha creado, Mujeres desesperadas, hace pensar. Cherry habla con EPS sobre su suerte, su homosexualidad, su serie y su futuro.
En esa lista de Time se codea con Bill Gates y George W. Bush, con Dan Brown y con Jim Balsillie, el inventor de la Blackberry. No está mal para alguien que hace dos años era un guionista en paro, con 30.000 dólares de deudas acumuladas y la casa en venta para pagarlas. Con 40 años recién cumplidos, Cherry estaba a punto de cambiar de oficio. Nadie quería dar trabajo a alguien cuyo mérito más conocido era haber sido guionista de Las chicas de oro, el prototipo de un formato televisivo en decadencia.
Diez años después, su despacho en
el edificio Abbot & Costello es un santuario televisivo. Aunque es un cuarto sin ventanas, austero y frío, en medio de la habitación está la mesa con el ordenador en el que Cherry ha escrito, según dicen los críticos, algunos de los diálogos más ingeniosos de la historia de la televisión. A Cherry le sobra peso y le falta pelo, pero con vaqueros y camiseta tiene el aspecto de ser un tipo encantado de estar donde está. "Después de Las chicas de oro escribí dos series para televisión con mi socio guionista, Jamie Wooten. Se llamaban The five Mrs. Buchanans y The crew. Las dos duraron sólo una temporada. Fueron canceladas y rompí con mi socio. En 2000 escribí una serie basada en la película Bésame, Guido. Estaba muy orgulloso de lo que había escrito, pero sólo duró seis episodios. Pensé que después me darían trabajo porque había demostrado que valía para esto. En los tres años siguientes no conseguí que nadie me diera un empleo de lo que fuera en alguna televisión".
La suerte de Cherry cambió gracias a una decisión y a una anécdota. Primero decidió alejarse del formato convencional de la telecomedia, la que se rueda con cuatro cámaras y se decora con risas enlatadas. Después encontró su inspiración.
Cherry estaba viendo las noticias en televisión junto a su madre en el verano de 2002. Los informativos abrían con un suceso terrible: una mujer, Andrea Yates, había ahogado a sus cinco hijos en la bañera, uno por uno, aparentemente porque no soportaba el peso de la maternidad. Cherry se mostró horrorizado: "¿Te imaginas cómo puede una mujer estar tan desesperada como para hacer algo así?", preguntó en voz alta de manera retórica. Tras un silencio pesado, su madre dijo: "Sí. Yo lo entiendo".
"¿Yo lo entiendo?". Cherry descubrió de golpe que todo en la vida tiene un lado oscuro, incluido un concepto tan sagrado como la maternidad, intocable en la escala social de valores. Él había crecido convencido de que su familia era feliz, aunque el padre no pasaba mucho tiempo en casa y su empleo en una petrolera les llevó por Hong Kong, Irán y Arabia Saudí. Cherry entendió en ese momento el sacrificio de su madre, que dejó su carrera para convertirse en ama de casa; entendió los disgustos escondidos, la desesperación A Cherry se le encendió una bombilla encima de la cabeza.
"Siempre digo que Mujeres es un homenaje a Sexo en Nueva York y A dos metros bajo tierra, la primera por lo bien que exponía la relación entre esas cuatro mujeres y la segunda por esa sensibilidad oscura y retorcida. Cuando concebí mi serie pensé que las mujeres de Sexo en Nueva York siempre trataban de buscar a su hombre perfecto. Y pensé qué pasaría si las cuatro encuentran a ese hombre perfecto, y se marchan a vivir a las afueras a estos chalés fantásticos, y se dan cuenta de que todavía no son felices Y ése es el comienzo de mi serie: cuatro mujeres que se mudan a las afueras, consiguen el tipo de vida que querían y de repente descubren que están desesperadas. Es una exploración de la infelicidad de las mujeres después de conseguir lo que quieren".
Las habitaciones de las viviendas de
Mujeres desesperadas están construidas en el interior de dos de los mayores edificios de los estudios Universal. Junto a las puertas blindadas de entrada hay cinco camerinos móviles que por tamaño y por aspecto parecen chalés de lujo. Están colocados de manera simétrica y parecen idénticos, como si los productores quisieran asegurarse de que ninguna de las cinco actrices principales de la serie está por encima de las demás.
Dentro, cada habitación es un mundo televisivo. La perfecta pulcritud de Bree van de Kamp refleja el perfeccionismo del personaje que interpreta Marcia Cross, el mismo que arruina su matrimonio y esconde sus emociones. El desorden de Susan Mayer (Teri Hatcher) es el de una mujer que empieza a verse mayor y siente una necesidad incontrolable de compartir su vida. El lujo barato y repentino de Gabrielle Solis (Eva Longoria) es una cárcel conyugal desde la que ve, desea y consigue al jardinero adolescente. La casa de Lynette Scavo (Felicity Huffman) es el hogar de American beauty, la familia que salta de la felicidad a la desesperación. La casa de Edie Britt (Nicollette Sheridan) representa lo contrario: la sexualidad por encima del amor, la venganza por encima de la falsa amistad.
Felicity Huffman es la que mayores reconocimientos ha obtenido por su trabajo en los últimos años. Se llevó el Emmy a la mejor actriz cuando competía contra sus compañeras de reparto, comparte dos Globo de Oro consecutivos para la serie y se ganó una nominación al Oscar por su interpretación de un transexual desorientado en Transamerica. Hoy rueda una escena en el colegio de sus hijos. Hay que repetirla tres veces para que la cámara grabe tres ángulos diferentes. Las tres veces clava la escena con precisión.
Sentada en el comedor de Bree van de Camp en una pausa del rodaje, vestida y maquillada para su papel, Huffman no parece ella, sino su personaje: el de la mujer profesional que pasa del despacho y la adulación de los empleados a la mesa de cambiar pañales. "Creo que es una serie sobre la dificultad de ser madre. Parte de esa dificultad es que en muchas ocasiones no se nos permite ser infelices en este trabajo de madres. Es aceptable ser infeliz en tu matrimonio, ser infeliz con tu marido, ser infeliz con tu trabajo, pero no está bien visto ser infeliz con tus hijos".
Sólo en contadas ocasiones ha tenido que corregir a Marc Cherry algún detalle del diálogo: "A veces hablo con él como madre, para decirle si algo no se ajusta exactamente a mi experiencia como tal. Pero ha ocurrido un par de veces en dos años", dice Huffman. Para Longoria, tejana de padres hispanos, lo que hace Marc Cherry es un perfecto retrato de la mente femenina: "Él lo hace todo. Lo escribe todo. Lo cambia todo durante el rodaje. Se preocupa de que cada palabra del guión sea exactamente la que él quiere. Y cuida a los personajes para que sean coherentes. Por eso la serie funciona: la cuida como si fuera un hijo".
Marc Cherry, al borde de la bancarro-
ta, acababa de descubrir que su agente le estaba robando el poco dinero que le daban los royalties. Metido en un pleito que acabó con su agente en la cárcel, Cherry no conseguía vender su guión para el piloto de Mujeres desesperadas. Ni CBS, NBC o Fox, ni las cadenas de pago HBO o Showtime, entendían que una comedia pudiera ser dramática. "Yo sabía que era lo mejor que había escrito en toda mi vida; pero, para mi sorpresa, no conseguía vendérselo a ninguna cadena de televisión. Creo que los directivos no lo entendían. El guión les daba un poco de miedo". Cherry se frota las manos con satisfacción y se ríe de que otras cadenas minoritarias también rechazaran un producto que ahora ven 25 millones de estadounidenses cada semana y decenas de millones en otros países. "Ahora todo el mundo quiere hacer negocios conmigo". Un buen día, a punto de tirar la toalla, recibió la llamada que esperaba. "La cadena ABC cambió de opinión gracias a Steve McPherseon, que en esa época dirigía los estudios Touchtone, en Hollywood, y que dijo: creo en esta serie. Y a partir de ahí ¡boom!".
Que ABC, propiedad de la conserva-
dora Walt Disney, quisiera atreverse a producir una serie que estiraba los límites de la familia en la televisión convencional parecía una condena al fracaso. Cherry pensaba que la cadena le obligaría a rebajar el tono del drama y subir el de comedia, a reducir el número de madres infelices y aumentar el número de finales felices. No fue así. Asegura que en estos dos años sólo le han hecho cuatro sugerencias para cambios en los diálogos y que aceptó dos de ellas porque le parecían razonables. Y no siente la necesidad de ser malvado, de aprovechar su posición de poder para insertar tramas o escenas que pongan nerviosos a los ejecutivos más conservadores de ABC o a los censores más estrictos de la Comisión Federal de Comunicaciones.
"He de decirle que los diálogos a veces todavía me parecen un poco sosos, quizá porque veo mucho las series de la cadena de pago HBO, en las que se permite hablar de cualquier cosa y utilizar tacos. Comparado con Los Soprano, Sexo en Nueva York o A dos metros bajo tierra, mi serie favorita, lo que hacemos aquí no es tan controvertido. No entiendo por qué para algunos es polémica. Hubo gente que intentó boicotear la serie, a pesar de que, en mi opinión, no vamos mucho más lejos de lo que van las telenovelas. Me gusta hacer cosas que no se han visto en televisión, pero no escribo para conmocionar al espectador. Lo que me gusta es llevar el argumento hacia lugares poco comunes en la televisión convencional. Por ejemplo, cuando hicimos el episodio con las escapadas sadomasoquistas de Rex van de Camp. No éramos los primeros que sacábamos algo así en televisión, pero fuimos los primeros en exponerlo de esa manera ante el público de Estados Unidos".
"Desde luego, los estadounidenses son demasiado conservadores", dice Eva Longoria. "Se han quejado de algunos argumentos de la serie; pero en televisión, hoy día, hay mucha más violencia que sexo. Yo prefiero que haya más sexo, porque no hace daño a nadie. Prefiero ver a una de mis compañeras de reparto medio desnuda que a Bruce Willis pegando tiros".
Marc Cherry tuvo otro golpe de suerte después de que la cadena ABC decidiese producir la serie: su guión para el episodio piloto se convirtió en el best seller no publicado de Hollywood. "Todo el mundo empezó a interesarse por la serie. Todas las actrices pensaban que ésta era la serie en la que tenían que conseguir un papel".
"La ironía de ese éxito repentino",
dice Cherry, "es que la gente empezó a pensar que soy más inteligente de lo que en realidad soy. Pero la verdad es que contraté a quien yo consideraba que era mejor para cada papel. Y a medida que iba contratando actrices, no dejaba de pensar que todas eran demasiado guapas, demasiado atractivas. Siempre pensé que Bree y Gabrielle tenían que serlo, pero sólo ellas. Especialmente Gabrielle, porque su belleza estaba justificada en su pasado como modelo. De hecho, creé ese personaje para poder tener en la serie a una mujer realmente sexy. Y Bree también tenía que serlo, pero de manera conservadora. En cambio, siempre pensé en Susan y Lynette como dos mujeres de aspecto más normal. Pero al final, Teri Hatcher fue quien mejor podía hacer ese papel. Es muy atractiva, pero a cambio también destila vulnerabilidad. Felicity también tiene su propia carga de sexualidad. El problema es que el personaje con mayor carga de sexualidad, Edie Britt, no estaba concebido para ser permanente, sino sólo para el piloto. Pero Nicollette lo hizo tan bien que inmediatamente lo convertimos en un personaje fijo".
Las mujeres desesperadas empezaron a tener una cara, una imagen, un comportamiento. Cherry está especialmente orgulloso de la interpretación de Teri Hatcher: "Comprendió enseguida cómo es el personaje de Susan: una mujer soltera que ya no es joven, con una hija y desesperada por encontrar un hombre porque se va sintiendo mayor".
La revista 'Newsweek' definió a Marc
Cherry como un guionista "abiertamente homosexual y ligeramente conservador". Con lo segundo no está de acuerdo. De lo primero habla, en efecto, abiertamente. Se declara fan de Pedro Almodóvar, y medita cuando se le indica que Almodóvar, homosexual, es admirado por su capacidad para retratar la mente de las mujeres, igual que Darren Starr, homosexual, creador de Sexo en Nueva York "Creo que hay una razón. La ventaja de ser homosexual es que cuando me siento a hablar con una mujer no me pongo a pensar de qué manera me puedo ir a la cama con ella. Eso libera mi mente y me permite tratarla como un ser humano. A mí me da exactamente igual el atractivo que pueda tener una mujer. Me gusta que sean inteligentes y divertidas. Tengo la impresión de que las mujeres son mucho más abiertas conmigo que con cualquier hombre heterosexual".
"Hay otra razón", continúa, "que explica por qué entiendo bien a las mujeres: me crió una mujer fantástica. Mi madre es un ser humano inteligente y adorable. Y la quiero tanto que pienso constantemente en cómo ha sido su vida, en los sacrificios que ha hecho. Ella sabe que muchas secuencias de la serie son un reconocimiento a su vida; algunos diálogos reflejan algo particularmente suyo. Y creo que si un guionista puede captar la verdad que se esconde detrás de una sola mujer, puedes captar lo que se esconde detrás de millones de mujeres".
A su madre le gusta la serie, o eso dice él. Felicity Huffman también cree que la homosexualidad proporciona una mayor capacidad para el entendimiento femenino: "Para muchos hombres, las mujeres sólo somos interesantes hasta que cumplimos 35 años; a partir de ahí somos demasiado viejas [ella tiene 44 años]. Pero tengo muchos amigos homosexuales, y ellos te dicen '¡qué bien te quedan esos pantalones!' o '¡qué bien resaltan tus pechos con esa camiseta!'. Ven la sensualidad al margen de la edad. Por eso tenía que ser un homosexual el que escribiera una serie para mujeres de más de 35 años. Un homosexual o una mujer de más de 35, pero no hay muchas guionistas mayores de 35 años en Hollywood".
Lo importante, dicen los dos por separado, es que la televisión proporcione no sólo un entretenimiento, sino un ejercicio para la mente. En los foros de Internet hay cientos de mujeres que cuentan cómo se ven reflejadas en alguno de los personajes, o en todos a la vez. La serie es la favorita entre el público femenino de Estados Unidos, pero está también entre las tres favoritas entre el público masculino. "Sólo intento crear situaciones que me diviertan y que sean coherentes con los personajes que he creado", dice Cherry. "Si algo cuido con esmero es el diálogo entre las mujeres para que exprese sentimientos, porque las mujeres hablan así. A veces pienso de pasada en los espectadores, en qué les gustaría ver en la serie, pero no lo tengo muy en cuenta. Y hago algún cambio, sobre todo para poner a Eva Longoria en ropa interior. A todo el mundo le gusta".
Wisteria Lane existe, con las glicinias que dan nombre a la calle y su aspecto impecable. La calle está en lo alto de una colina en el recinto fortificado de los estudios Universal. Pasear por esa calle no traslada al peatón al epicentro de la serie, sino al corazón de Estados Unidos. Cualquier lugar en las afueras de una gran ciudad tiene un aspecto calcado al de Wisteria Lane. Por eso los productores reconocen en voz baja que les cuesta entender el éxito de la serie en países y espectadores para quienes esa calle, ese aspecto, no conjuga con el concepto de infelicidad.
Marc Cherry ha firmado para hacer siete temporadas de Mujeres desesperadas. Las actrices, también. Ellas ruedan sólo dos o tres días por semana, casi nunca juntas, aunque dicen que se llevan bien entre ellas. Cherry dice que está cansado, y cuando se atasca en un guión, se da un paseo para cotillear en el estudio de al lado, en el que se graba la serie CSI, de la que se declara fanático. Cuando acaben los siete años se marchará a hacer un musical en Broadway, que es su vocación auténtica, según dice. "Si algo he aprendido en mi carrera en televisión es esto: cuando crees que algo va a funcionar, te equivocas. Cuando crees que te la vas a pegar, te equivocas. Es imposible saber qué va a ocurrir en televisión. Es mejor adaptarse a los acontecimientos. Y los acontecimientos en estos dos últimos años han sido excelentes para mí."
La resurrección de las series
No hace mucho tiempo, antes de la llegada de Mujeres desesperadas, las cadenas generalistas norteamericanas estaban plagadas de reality shows. Se podían contar más de veinte a la semana, algo inaudito en un panorama en el que históricamente sólo se emitían series e informativos en el prime time.
El caso más extremo fue el de Who wants to be a millionaire, el popular concurso de preguntas y respuestas. El millonario se convirtió en un éxito instantáneo el día de su estreno en el verano de 1999. La fortuna para la cadena ABC acabó cuando el millonario se quedó sin fuerza (antes de lo esperado).
Pero el interés por los realities era comprensible, ya que se producían por mucho menos dinero que las series de ficción y, si funcionaban, las cifras de audiencia eran similares. Además, es un género que gusta especialmente al público joven, con el que tan obsesionadas están todas las cadenas de televisión.
La industria de la televisión dio un vuelco, muchos guionistas se quedaron sin trabajo y la calidad de la programación bajó hasta límites insospechados. Ante tanto fracaso, el número de realities se ha reducido considerablemente y el ciclo parece volver a empezar con un regreso de los programas de ficción. Hizo falta que llegaran series que realmente emocionaran o asombraran a los espectadores, como Mujeres desesperadas, Perdidos, Anatomía de Grey o CSI, para que también los ejecutivos de las cadenas de televisión se dieran cuenta de que al público le seguían gustando las series de ficción. Mujeres desesperadas consolidó esa tendencia al recuperar con brillantez elementos de telenovela. Mujeres y los náufragos de Perdidos han visto disminuir algo su encanto en la segunda temporada, pero Anatomía de Grey lo ha incrementado: el episodio emitido detrás de la Super Bowl consiguió 37,9 millones de espectadores. Los responsables de la cadena ABC han decidido programarla el próximo curso frente a la serie de ficción más vista del año, la imbatible CSI, los jueves a las nueve de la noche. House también se ha convertido en otro de los éxitos de la televisión [también en la española Cuatro], junto a otros dos thrillers de Fox: 24 y la nueva serie penitenciaria Prison break.
El año próximo, como todos, se incorporarán nuevas apuestas de ficción, que a la larga son las que mantienen vivo el negocio de la televisión gracias a sus innumerables repeticiones en otras cadenas de cable y a su venta a televisiones extranjeras. Entre las series que han generado curiosidad antes incluso de su emisión está el nuevo proyecto de Aaron Sorkin después del éxito de El ala oeste de la Casa Blanca, titulado Studio 60 on the Sunset Strip, con el ex componente de Friends Matthew Perry como protagonista.
La segunda temporada de "Mujeres desesperadas" finaliza el 16 de agosto en Fox. Puede verse en Digital+, operadores de cable y ADSL.
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