Más allá de la vivienda
El tema de la vivienda no es sólo un problema de una exagerada subida de precios o de la no realización del individuo partiendo de su base, de su espacio: es un problema que tiene unas raíces muy profundas y nos tiene que hacer reflexionar.
¿Cómo puede ser que con una situación económica y social más desfavorecida, mi padre encontrara con normalidad un piso para cinco hijos y pudiera mantenerlos con un trabajo? Hoy en día, las empresas españolas tienen cada vez más beneficios sobre los beneficios: ¿por qué entonces hay peores condiciones laborales? Se nos dice que la economía de España es de las más ricas y que ya no somos aquella vieja España obsoleta: ¿por qué son peores los puestos de trabajo? Estamos preparados y con estudios; de ahí no viene el problema.
¿Es España una gran Marbella? Posiblemente. Las constructoras son las empresas con más proyección y beneficios, pero especulan con un bien escaso, de todos y limitado. No podemos permitir una especulación tan grande con las viviendas ni con nuestras vidas. Es la nueva piel de la serpiente económica del turismo. También a esto contribuyó el euro; no quiero dispersar con muchos temas, aunque todo va a lo mismo.
Se nos olvida que el Gobierno debe defender nuestros intereses. Pero a quien representa es al gran capital (ni tan siquiera al capital), y éste no mira por nuestro bien ni situación. Debemos recuperar nuestra presencia y soberanía. No nos callemos, no aceptemos como normal estas situaciones. Pidamos al Gobierno que ponga manos a la obra, se deje de parchecitos y limosnitas para la galería, y afronte de verdad el problema. Está en nuestras manos hacérselo saber.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.