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Trama terrorista en Reino Unido

Londres mantiene la alerta máxima

El Gobierno británico congela las cuentas corrientes de 19 de los 24 presuntos terroristas

El Gobierno de Londres mantuvo ayer en máxima alerta los mecanismos de seguridad activados el día anterior al abortar un supuesto plan para detonar explosivos en vuelos comerciales hacia Estados Unidos. El ministro del Interior, John Reid, aseguró que los principales sospechosos de la trama terrorista están bajo custodia policial, pero no dio por desmanteladas sus posibles ramificaciones. Ayer se identificó a 19 de los 24 detenidos y sus cuentas corrientes quedaron congeladas. "Los principales sospechosos están detenidos. Aunque podemos pecar de cautelosos, mantenemos la máxima alerta de vigilancia", dijo Reid. El ministro está convencido de que los cabecillas del supuesto atentado aéreo múltiple se encuentran entre los detenidos.

En cada atentado iban a intervenir dos personas: una con el explosivo y otra con el detonador
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Reid no confirmó el desmantelamiento total de la célula. Los medios de comunicación estadounidenses afirmaban ayer que al menos cinco sospechosos consiguieron burlar el control policial británico, posibilidad que Reid ni confirmó ni desmintió. "Nunca hay certeza al cien por cien en estas cosas", dijo por la mañana.

Sí confirmó la colaboración de Pakistán en la investigación de la abortada trama que, añadió, "se condujo y lideró principalmente desde el Reino Unido". Por su parte, Tasnim Aslam, portavoz del ministerio de Exteriores paquistaní, reconoció ayer que el Gobierno de Islamabad "desempeñó un papel muy importante en la detección y desmantelamiento de esta red terrorista internacional". Los servicios secretos detuvieron en varias ciudades de Pakistán, en los últimos días, a siete individuos, incluidos dos británicos, aparentemente conectados con la célula desactivada en Londres, Birmingham y High Wycombe. Informaciones extraídas de los detenidos en Pakistán sugerían que el ataque a bordo de los aviones era inminente, lo cual hizo saltar la alarma en Londres y la intervención de las fuerzas de seguridad, según coincidían ayer los medios británicos.

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Fuentes antiterroristas consultadas por la prensa británica indican que las bombas iban a montarse a bordo de los aviones con materiales escondidos en el equipaje de mano. En cada atentado intervendrían dos personas: una portaría un explosivo químico líquido camuflado en una botella de refresco; la segunda llevaría el detonador entre el mecanismo de un reproductor de música (MP3) o un teléfono móvil. Scotland Yard tan sólo ha confirmado que los supuestos terroristas pretendían introducir en los "aviones explosivos en sus equipajes de mano para detonarlos en pleno vuelo".

El desmantelamiento del plan se saldó con los 24 detenidos en el este de Londres, en Birmingham y en High Wycombe, pequeña ciudad de Buckinghamshire con una población predominantemente blanca. Con edades entre 17 y 35 años, son en su mayoría británicos de origen asiático. La identidad de 19 de los detenidos se divulgó ayer en la web del Banco de Inglaterra, que ordenó la congelación de sus cuentas y depósitos bancarios.

Reid no quiso entrar en detalles sobre la orientación religiosa de los sospechosos y evitó opinar sobre el escepticismo que las redadas han provocado en algunos círculos musulmanes de Reino Unido. "Los terroristas no distinguen sobre la base del sexo, extracto social, edad o religión. Se cobran vidas independientemente del origen religioso y étnico de la gente. Es una amenaza común a todos nosotros, a cada sección de la sociedad, y debemos responder a ella con un propósito y una solidaridad unitarios. Éste es nuestro más preciado activo y deberíamos protegerlo en todas las secciones de la comunidad", defendió el ministro en conferencia de prensa.

Reid recordó que la ley le impide difundir determinadas informaciones referentes a la operación antiterrorista, que sigue su curso con interrogatorios a los detenidos y registros de domicilios y locales comerciales. La legislación británica es estricta en la materia y una declaración de más, una intromisión inoportuna, pueden causar el colapso posterior del caso por interferencia en los procedimientos judiciales. En vista de anteriores fallos en operaciones guiadas por los servicios de inteligencia y antiterroristas -desde los dossier sobre armas de destrucción masiva en Irak, el caso del brasileño Jean Charles Menezes, muerto por balas policiales al ser confundido por un terrorista, a la reciente detención errónea de dos hermanos musulmanes londinenses- los editoriales de prensa advertían ayer de los riesgos que conlleva la falta de clarificación por parte del Gobierno y la policía.

El diario The Washington Post informaba ayer de que la investigación que desbarató la trama terrorista comenzó con una pista recibida los días posteriores a los atentados del 7 de julio de 2005 en Londres. Fue entonces cuando las autoridades británicas recibieron una llamada de un miembro de la comunidad musulmana preocupado por las actividades de un conocido. Con tan vaga pista se abrió una investigación que puso a trabajar a cientos de agentes en tres continentes y que el jueves culminó con la detención de 24 personas.

Los detenidos en Reino Unido son todos ciudadanos británicos, pero la gran mayoría de ellos tienen sus orígenes en Pakistán o lazos con aquel país. Se sospecha que tanto Osama bin Laden como su lugarteniente, Ayman al Zawahiri, se esconden el Pakistán, y aunque la cadena de mando de Al Qaeda quedó muy dañada en 2001 durante los ataques contra Afganistán, responsables del espionaje estadounidense creen que la organización es todavía capaz de dirigir ataques de envergadura. "Incluso si el plan resultase ser obra de terroristas sin lazos con Al Qaeda, estaba diseñado para ser más ambicioso que el más destructivo de los ataques ocurridos desde el 11-S, incluido el de Madrid y Londres", señaló una fuente del espionaje.

Policías británicos hacen guardia frente a una casa sospechosa en High Wycombe, localidad cercana a Londres.
Policías británicos hacen guardia frente a una casa sospechosa en High Wycombe, localidad cercana a Londres.AP

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