Veinticuatro británicos de a pie
Estudiantes, empresarios modestos y trabajadores, los detenidos en la operación antiterrorista son ciudadanos musulmanes de origen paquistaní aparentemente integrados en la sociedad
La historia se repite. Como en el caso de la masacre del 11-M en Madrid, y la del 7-J en el transporte público de Londres, los implicados en el atentado abortado el jueves por la policía británica -que supuestamente iba a ser uno de los más mortíferos de la historia terrorista reciente- eran gente corriente. Buenos vecinos que cuidaban de pequeños negocios familiares, estudiantes prometedores, aficionados al fútbol y a las series de televisión. Entre los 24 detenidos sólo hay una mujer, esposa de otro de los arrestados. Todos son ciudadanos británicos entre los 17 y los 35 años, de origen paquistaní en su mayoría, aunque hay también dos británicos conversos al islam.
Sorpresa, y hasta indignación en algunos casos. Los vecinos y familiares de la veintena larga de detenidos en relación con el intento de hacer saltar por los aires varios aviones en vuelo entre Reino Unido y EE UU no salían ayer de su asombro. ¿Quién podía imaginar que un chico como Waheed Zaman, brillante estudiante de bioquímica, tuviera algo que ver con tan terrible asunto? Zaman, de 22 años, miembro del Consejo Universitario de la Universidad metropolitana de Londres en representación de la sociedad islámica, soñaba, según confesó su hermana Safeena a la prensa británica, con trabajar un día para la policía local como experto analista. En realidad, ni Safeena, ni muchos de sus amigos y conocidos parecían dar demasiado crédito ayer a la versión oficial de los hechos. Por pura autodefensa, por temor a represalias o por simple desconfianza, muchos musulmanes de las barriadas donde se ha producido la gran redada policial se dicen convencidos de que sus vecinos o conocidos son inocentes, y el atentado abortado poco menos que una invención.
La policía cree haber destapado un entramado de relaciones vinculado a islamistas de Pakistán
Waheed Zaman, de 22 años, soñaba con trabajar como experto en la policía local
Esa era la posición que defendían ante las cámaras de televisión los vecinos de Birmingham, de Walthamstow, y de High Wycombe. En esta última localidad, situada al noroeste de Londres, vivía y tenía un negocio en marcha Shazad Khuram Alí, de 27 años, un activo empresario que manejaba una sociedad dedicada a la importación de vehículos en la que trabajaban otros tres de los detenidos.
La empresa, denominada AKZ Trading, empleaba al propio Khuram, a su hermano Haider Alí y a otros dos de los detenidos en la gran operación antiterrorista llevada a cabo el jueves por Scotland Yard -con no poca ayuda de los servicios de espionaje paquistaníes-, los hermanos Amjad Sarwar, de 28 años, y Assad Sarwar, de 26. Assad y Khuram figuran en la lista difundida ayer por el Banco de Inglaterra, que congeló las cuentas bancarias de 19 de los 24 detenidos. La zona de High Wycombe donde está ubicada la sede de esta empresa y la vivienda de los propietarios fue acordonada por la policía que, según un diario británico, tomó la excepcional medida de cerrar también al tráfico aéreo el espacio sobre este núcleo urbano, en prevención de que pudiera esconder la fábrica donde se preparaban las bombas líquidas que debían estallar en los aviones.
El relato de los vecinos y conocidos de casi todos los implicados coincide punto por punto. Todos llevaban vidas normales, pero en la mayoría de los casos se había producido una radicalización en la fe islámica. Les ocurrió a los hermanos Sarwar y a Don Stewart-White, un chico de 19 años, hijo de una devota viuda metodista que cambió de costumbres y de aspecto en plena adolescencia. "Se convirtió en un musulmán muy estricto", comentaban ayer sus vecinos de High Wycombe. Abandonó la ropa deportiva para enfundarse en largas túnicas blancas y se dejó crecer la barba. En el caso del otro converso detenido por la policía el jueves, Olivier Savant, rebautizado como Ibrahim Savant, de 24 años, puede hablarse más bien de un redescubrimiento de la fe musulmana, en la que fue educado al nacer. Savant, un chico popular entre la vecindad de Folkestone Road, en Walthamstow, aficionado al fútbol y buen estudiante, dejó su estilo de vida occidental hace seis o siete años para regresar al islam. El joven se había casado y su mujer, embarazada de seis meses, se encuentra también detenida desde la madrugada del jueves. Entre los arrestados figura también Amin Asmin Tariq, ex trabajador de la seguridad en el aeropuerto de Heathrow, y el hijo de un empleado del partido tory, como resaltó ayer el diario The Times.
Las redadas de la policía continuaron ayer con nuevos registros en un par de cibercafés del este de Londres. Los investigadores esperan obtener nuevas pistas de lo que se preparaba examinando los discos duros de varios de los ordenadores utilizados en estos establecimientos donde se podía acceder a Internet al competitivo precio de media libra la hora. La policía está convencida de haber destapado un complejo entramado de relaciones vinculado a sectores radicales en Pakistán, pero es poco lo que se sabe de la implicación exacta de los detenidos en la puesta en marcha de una operación terrorista tan ambiciosa y escalofriante. De ahí que los líderes de la comunidad musulmana de Walthamstow -donde residían nueve de los detenidos- se hayan apresurado a pedir pruebas, y no se cansen de recordar que a los detenidos hay que suponerles la inocencia en tanto no se demuestre de manera fehaciente su implicación en los preparativos de la masacre terrorista. Esta vez, y tras el malestar suscitado por la detención a tiros de dos hermanos musulmanes hace un par de meses, que fueron poco después liberados sin cargos, la policía ha cuidado más las formas, hasta el punto de que un representante del consejo musulmán alabó ayer su "juiciosa" actuación.
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