Un alcalde frente a su pueblo
Los vecinos de Peque de la Carballeda, en Zamora, rechazan de forma casi unánime la instalación de un cementerio nuclear
Tiene la cara curtida por el aire del campo. Habla tranquilo, muy pausado. Rafael Lobato (42 años), el alcalde de Peque de la Carballeda (Zamora), del PP, ha conseguido poner en el mapa a su pueblo al anunciar que está dispuesto a acoger el almacén de residuos radioactivos que planea el Gobierno.
Pero Lobato no ha pedido la opinión a los habitantes de la localidad, un pueblo de 160 habitantes. Y sus paisanos, al conocer la noticia, han montado en cólera. Ayer por la mañana, en una improvisada manifestación, más de un centenar se acercaron al ayuntamiento para pedirle explicaciones. "He estado toda la mañana atendiendo a los medios de comunicación", explica Lobato cuando se le pregunta por qué no ha recibido a sus paisanos.
Por la tarde, en el bar, el ambiente seguía caldeado. Los vecinos pedían la dimisión del alcalde: quieren "la misma calidad de vida" para sus hijos que la que han tenido ellos. "Es verdad que la gente se va de aquí porque no hay trabajo, pero un cementerio nuclear no va a hacer que vengamos a trabajar", señala Lidia Alonso (50 años) que añade que el sábado es cuando se "va a liar": "Vamos a hacer una manifestación y va a venir toda la gente de los pueblos de los alrededores", asegura.
Frente al bar, varias personas conversan. Uno compara el almacén con Chernóbil (Ucrania), donde se produjo uno de los accidentes nucleares más graves de la historia. Otro le responde que aquello no tiene nada que ver, que era una central y esto un almacén. "Lo mismo me da beber vino que coñac; borracho estoy", zanja Juan Manuel Lobato. Al presentarse aclara: "No soy familia del alcalde".
Incluso los pocos jóvenes que viven durante todo el año en el pueblo están en contra de la propuesta. Tienen miedo de lo que "pueda pasar". Aunque admiten que podrían mejorarse muchas cosas en el pueblo -el almacén supondría 300 puestos de trabajo durante su construcción, más 110 fijos y una inversión de unos mil millones de euros-, no quieren pagar ese precio. "Vale más un cacho de pan...", señala, lacónica, María Teresa Lobato.["En el pueblo hay muchos Lobatos"].
Lo cierto es que hasta Peque no llega el autobús, y la carretera no es más que un camino parcheado. Enclavado a 80 kilómetros de Zamora, entre la autovía Rías Bajas y los embalses de Agavanzal y Valparaíso, a este municipio también le haría falta una antena de repetición de televisión y otra de móviles, según sus vecinos.
"Ni nos dan subvenciones ni nos dejan sacar dinero del coto de caza, que es uno de los mejores de la comarca", se queja Antonio (49 años). "Para los que vienen de vacaciones es fácil decir que no quieren el almacén, pero cuando no tienes ayuda para arreglar las calles, el alumbrado, los caminos vecinales, ¿qué puedes hacer?".
Por la tarde, en medio de un bosque enorme, Rafael Lobato cuida de sus ovejas. Afirma que no dará ningún tipo de explicación hasta el próximo Pleno, que convocará entre los días 17 y 20 de este mes. "Hasta entonces, quiero tranquilidad total y olvidarme del Ayuntamiento", dice.
De momento, sólo ha pedido información sobre la solicitud del Gobierno. "Si los técnicos me decían que todo estaba bien y los vecinos estaban a favor, pues adelante". Pero, ahora que es evidente que los vecinos no están a favor, se reserva "hasta el Pleno".
Lobato se queja de las reacciones contrarias que han surgido por parte de los vecinos y de los políticos de los pueblos cercanos y de la Administración regional. En sus tres años como alcalde, siempre ha sido muy polémico, ha embestido en varias ocasiones contra los cargos regionales, y dos de los seis miembros de la corporación municipal han abandonado su cargo, mientras otro no llegó a tomar posesión. "No quieren el almacén nuclear, pero no nos dan ninguna de las subvenciones que pedimos, ni para las calles, ni para arreglar los caminos, ni para restaurar el puente romano que tenemos... ¿Qué quieren que haga?".
Cuando se le pregunta por el impacto social y mediático que ha tenido su anuncio, Lobato contesta: "En tres años, no me había reído hasta ayer".
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