El librero del cheque
La agitada vida de Simon Finch, el inglés que compró el 'First Folio' de Shakespeare
Se escapó de la escuela con una mujer 10 años mayor que él, dio la vuelta al mundo cuando era un adolescente, cumplió el sueño de su padre de ser librero, es capaz de viajar de Londres a cualquier sitio del mundo para encontrarse con un amigo y leerle un manuscrito propio, o de levantar el dedo en una subasta y quedarse (por 4,1 millones de euros) con un libro que la historia ha convertido en un libro raro.
Y eso, levantar el dedo para quedarse con un libro millonario, es lo que hizo hace dos semanas Simon Finch, un inglés de 50 años que se ha dedicado siempre al negocio de los libros viejos y cuya vocación es la literatura. Levantó su dedo en un salón de Sotheby's, en Londres, y se quedó con el llamado First Folio, la primera recopilación, de las obras Shakespeare, editado en 1623. De esa edición quedan 200 ejemplares. Uno ya es suyo.
Visitante asiduo de Deiá, en Mallorca, tras la huella de Robert Graves, Simon Finch es un hombre de pelo alborotado y una sonrisa marcada ahora por los contratiempos a los que le condujeron los bancos. En Deiá tiene una librería y un bar. No es un ejecutivo, ni habla como un comerciante, sino como un poeta. El First Folio que ha comprado se ha situado siempre en las listas de los 10 libros más importantes de la literatura, con los de Dante o Cervantes. Dice Finch que el ejemplar de Sotheby's "es un objeto imperfecto: la primera página es facsímil, la página del título está algo desgastada y otra página posiblemente procede de otra copia. Pero las páginas no han sido lavadas, y la encuadernación es contemporánea. La última copia comparable que salió a subasta tenía una encuadernación del siglo XVIII, y en ella se apreciaba mucho el trabajo de restauración". Finch no cree que éste que ha adquirido vaya a estar mucho tiempo en su posesión, "así que ¡dense prisa los que quieran quedárselo!".
Simon Finch presume de haber tocado "todos los libros raros que he querido, incluyendo algunos que creí imposibles de tener, como El príncipe de Maquiavelo, La narratio prima de Rheticus (Gdansk), que dio pie a la publicación de De Revolutionibus de Copérnico". Pero no ha tenido un Cervantes de la primera época: "Puede que las copias cambien de manos de manera discreta y privada en España, pero la única que recuerdo a la venta fue en una subasta en Nueva York, en 1990. Fue comprada por algo más de dos millones de dólares, y seguramente hoy valga más que esta copia de Shakespeare".
Su pasión por los libros sólo es comparable a su pasión por la vida. Finch se escapó de la escuela cuando tenía 15 años, con una mujer 10 años mayor que él. Su rebelión tuvo origen en las palizas tradicionales en algunos centros escolares ingleses. De la escuela sólo amaba la biblioteca y el críquet. Y de su largo viaje adolescente por el mundo ( "durmiendo bajo las estrellas") aprendió "que es imposible escapar de ti mismo por mucho que viajes", así que cinco años más tarde estaba de vuelta en Inglaterra "para descubrir que nada había cambiado, y de que yo debía hacer algo para cambiarme a mí mismo".
El primer libro raro que compró fue Los idilios del Rey, de Tennyson. Entró en la Universidad, estudió literatura y consolidó su pasión por los libros antiguos. "Empecé a comprarlos para mi hasta que se me acabó el dinero y empecé a cambiarlos por otros".
Para él, ser librero "es un arte creativo, y debe estar separado de la erudición, aunque saber ayuda. La mayoría de los libreros te contarán que se basan en la intuición, pero sin duda resulta obvio que hay algo que distingue a unos libros de otros. Para enfrentarse a ellos hay que tener en cuenta ingredientes básicos: importancia, singularidad, contenido, condiciones, procedencia, encuadernación. Y un misterioso factor que llamaría el factor X".
"Un libro es interesante sin que sepas por qué. Al principio los libreros importantes no eran necesariamente hombres de letras. Charles Trayler, uno de los grandes, se pasaba las tardes bebiendo cerveza, consultando catálogos con una mano y rellenando apuestas con la otra. Si no le gustaba tu aspecto en una subasta, superaba tu puja, simplemente porque sí. Hasta que cumplió 90 años siguió trabajando así. Y Pierre Beres, cuyos libros son vendidos en París, es un personaje bastante más complejo y más sofisticado, pero también duro. La última vez que lo vi, cuando ya era nonagenario, me dijo que su apetito por las mujeres y por los libros seguía en alza".
Como para esos libreros en los que se mira, para Finch "el deseo por los libros es equivalente al deseo por la vida". Aunque antes de Internet "era mucho más divertido, ¡era como buscar un tesoro! Pero la emoción sigue acelerando mi pulso. En mi juventud compré una colección de libros sobre sexo y luego una biblioteca sobre la muerte. La llegada del sida y las lecturas de Bataille, Sade, los libros sobre Drácula..., me han llevado a pensar que los puntos se pueden ligar, así que estoy pensando en hacer un libro y un catalogo sobre sexo y muerte, ¡el proyecto más emocionante de mi vida!".
Finch desgrana sus libros favoritos (Crimen y castigo, El idiota, Ana Karenina..., "me sumergí en ellos, esclavo del reconocimiento"), sus autores preferidos ("siento mucho respeto por Nabokov y Philip Roth, ¡y Murakami también está tocado por el genio!") y concede que su pasión son las mujeres. Su relación con los Graves le llevó a Deiá, donde participó en el arranque de la edición mallorquina del célebre festival literario de Hay (Reino Unido). En Deiá sintió que debía haber una librería, "así que abrí una con Jochen Reuter, que es trilingüe y muy organizado".
"He tenido todas las casas y mujeres que he deseado, pero eso no me ha hecho feliz; mi verdadera pasión es que los hombres maduremos y acabe la destrucción en que nos empeñamos. ¡Somos gobernados por niños enloquecidos que juegan con juguetes peligrosísimos! Creo que el universo tiene un sistema perfecto de contabilidad y que las mentiras que contamos son registradas". Su difícil relación con entidades bancarias está en la base de esta última declaración: "He sido golpeado por una gran organización, y no fue el único que sufrió. Pero he decidido afrontar los golpes. No es difícil ni suave". Aun así, el 14 de julio levantó el dedo y se quedó con un objeto de su pasión, el First Folio de Shakespeare. Lo tiene en sus manos. Pero es un librero. Lo venderá.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.