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Gobierno y Generalitat destinan 263 millones a preservar el ecosistema del delta del Ebro

El Ejecutivo del PP prometió 560 millones en inversiones a cambio del trasvase del río

Tres años después de la ruptura del PP y CiU en el organismo, ya disuelto, que debía gestionar la millonaria contrapartida por aceptar el trasvase del Ebro, ayer el Gobierno central y la Generalitat, ambos regidos por los socialistas, presentaron en Tortosa (Baix Ebre) un nuevo plan de inversiones para proteger el delta del Ebro, sin que esta vez haya de por medio Plan Hidrológico Nacional alguno. Ambas administraciones aportarán 263 millones de euros en tres años para preservar el entorno ecológico y la actividad humana del delta del Ebro. Además hay otros 162 millones ya presupuestados para limpiar, aguas arriba, el embalse de Flix (Ribera d'Ebre), contaminado por unas 700.000 toneladas de vertidos industriales que se han ido depositando durante décadas, y restaurar un meandro por el que apenas circula agua.

"Es un programa intenso y coherente de inversiones, sin que esto sea el precio del trasvase", dijo ayer la ministra de Medio Amabiente, Cristina Narbona. En el año 2003, el Gobierno del PP presentó su propio plan para las cuatro comarcas del Ebro, que cifró en 560 millones de euros, aunque nunca fueron presupuestados y constituían "la compra del agua", los 1.005 hectómetros cúbicos del trasvase del Ebro, según el alcalde de Tortosa, Joan Sabaté (PSC).

Entre otras actuaciones, el plan actual prevé destinar 14 millones de euros a expropiar arrozales que hoy se encuentran junto al mar, en la desembocadura, para ganar terreno de uso público. Asimismo se modernizará la red de regadíos del delta con el objetivo de usar menos agua pero de forma más "eficiente", según Narbona; se construirán paseos fluviales desde Amposta (Montsià) hasta la desembocadura del río, y se mejorará la calidad del agua de las bahías productoras de marisco. El plan también incluye entre sus objetivos la instalación de una red de medidores en el delta para observar al detalle su estado ambiental. La ministra prometió que estas actuaciones "se verán" ya en los próximos presupuestos del Estado.

La causa fundamental de que el delta esté retrocediendo es la escasísima aportación de sedimentos desde que a mediados del siglo XX, durante el franquismo, se construyeron los embalses de Flix y Riba-roja (Ribera d'Ebre), y Mequinensa (Zaragoza). La Comisión para la Sostenibilidad del Ebro, organismo consultivo que ha sustituido al denostado Consorcio para la Protección Integral del Delta del Ebro previsto por el PP, propondrá con toda probabilidad una gestión activa de los embalses con el fin de provocar avenidas de agua que arrastren los sedimentos acumulados para que el río los transporte hasta el delta. Este proyecto aún debe concretarse, como muchas de las actuaciones previstas. "Se trata de un plan abierto, que se irá ampliando a medida que avance", dijo el consejero de Medio Ambiente, Francesc Baltasar.

La Generalitat, a través del Departamento de Medio Ambiente principalmente, pero también de los de Política Territorial y Agricultura y Pesca, aportará 130 millones al conjunto de las inversiones. Baltasar garantizó el cumplimiento de este compromiso aun en el caso de un eventual cambio de Gobierno en Cataluña el próximo otoño. "Entiendo que debe existir continuidad institucional. Sería un suicidio político no hacerlo", dijo, admitiendo así que buena parte de las aportaciones de la Generalitat no están aún presupuestadas.

Otra gran cuestión que queda por resolver es el caudal mínimo del río, que precisamente fue el motivo esgrimido por CiU para no dar su visto bueno a las inversiones que prometió el PP. Entonces CiU defendía un caudal mínimo de 135 metros cúbicos por segundo, mientras que el PP lo limitaba a 100. La ministra aseguró ayer que los estudios llevados a cabo desde comienzos de la legislatura aún no permiten fijar una cifra, aunque espera tenerla a finales de año. El presidente de la Confederación Hidrográfica del Ebro, José Luis Alonso, explicó que el caudal mínimo dependerá de las condiciones meteorológicas y que variará en función de si el año es seco o lluvioso.

La ministra Cristina Narbona y el consejero Francesc Baltasar, a la derecha.
La ministra Cristina Narbona y el consejero Francesc Baltasar, a la derecha.JOSEP LLUÍS SELLART

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