El regreso de la Venus criolla
Jérôme Savary resucita a Joséphine Baker, célebre bailarina de los años veinte, en 'La revista negra', un musical sobre la negritud
Joséphine Baker, la bailarina exótica y sensual que fue llamada Venus Negra, Perla Negra y Diosa Criolla, y la misma danzarina que meneaba las caderas con los carrillos hinchados, los ojos bizcos y las rodillas dobladas, revolucionó los escenarios de París en los años veinte y treinta. Baker es la protagonista de La revista negra, New-Orléans Forever, del director de escena Jérôme Savary (Buenos Aires, 1942), una revista sobre la historia del jazz y el blues y un alegato contra la segregación racial.
La función, que se representa hoy y mañana en el Matadero (Madrid) dentro de la programación de Los Veranos de la Villa, rinde homenaje a La révue négre, un grupo de jazz con intérpretes y bailarines negros que actuó en los Campos Elíseos, en París, durante las dos décadas previas al estallido de la Segunda Guerra Mundial.
La joven Baker se unió a la formación en 1925, tras girar con el espectáculo Shuffled along, el primer musical de Broadway con elenco enteramente de color. Su danza salvaje bajo una minifalda de plumas cautivó al público, y ella se convirtió en toda una sensación de la noche a la mañana. La Baker revolucionó los escenarios parisienses. La famosa faldita de plátanos vino después, con el espectáculo La Folie du Jour en el Follies-Bergère.
Revista negra, estrenada el pasado 15 de julio en el Festival Castell de Peralada, repasa al mismo tiempo la historia de la esclavitud africana y el nacimiento de ritmos negros como el jazz y el blues, surgidos entre los esclavos de las plantaciones del sur de Estados Unidos.
Savary pasa las páginas de su revista hacia atrás y hacia delante en el tiempo. Abre con una escena en la Exposición Colonial de 1932 en París. Una jaula exhibe un grupo de congoleños medio desnudos, ante el regocijo de un millón y pico de espectadores, franceses y blancos, claro, que se concentran para verles. A continuación, se ve la ciudad de Nueva Orleans, cuna del jazz, inundada tras el paso del huracán Katrina, a finales de agosto de 2005. Uno de los supervivientes es el narrador, el pianista Old Joe, interpretado en España por el catalán Miquel Àngel Ripeu.
Mientras intenta mantenerse en una barca a punto de hundirse, Old Joe rememora la evolución del jazz y cuenta la historia de sus ancestros desde que llegaron de África. El desahuciado pianista incide en que la situación de los negros tras la devastación es peor que en tiempos de la esclavitud.
Mientras tanto, un productor de espectáculos francés viaja a Nueva Orleans en busca de una nueva Joséphine Baker para montar un remake de La révue négre. Las tramas se intercalan, y el resultado es puro color y puro ritmo.
La compra de esclavos en el Congo se alterna con la llegada de los tambores africanos a Nueva Orleans, y luego el sueño de Martin Luther King sobre la unión entre razas se ve amenazado por los aterradores capirotes del Ku Klux Klan. Entre tanto, el éxodo africano recoge el pulso de Cuba y de Haití y se filtra en Nueva Orleans para dar paso al jazz, el boogie woogie y el blues, parte de los cimientos de la música norteamericana. Todo envuelto en temas musicales tan conocidos como Saint-James infirmary, Oh when the saints, The joint is jumping o J'ai deux amours.
Ritmo contagioso, música en directo, buenas voces y mejores cuerpos. Color y sensualidad en un musical en el que destacan la joven Nicole Rochelle, que revive a la mítica Joséphine Baker, y el también joven Kendrick Jones con su virtuoso número de claqué.
La comicidad la pone el veterano y polifacético Michel Dussarrat. Además de diseñar el vestuario, encarna al productor francés y al presentador de la Révue, un poco al estilo del maestro de ceremonias que interpretó en Cabaret.
Savary ha popularizado el teatro musical desde que en 1965 creó su primera compañía teatral, Le Grand Magic Panic, que pasó a llamarse Le Grand Magic Circus et ses Animaux Tristes en 1968. Es consciente de que éste es un género que no puede alimentarse sólo de las nuevas versiones que se hacen de los musicales clásicos y que son necesarias nuevas piezas de creación. Para ésta, viajó varias veces a Nueva Orleans en busca de los intérpretes idóneos. Y los ha encontrado.
Espectáculo de nueva creación, el de Savary. Y sobre ese punto, él mismo insistió mucho al finalizar la función, con el ritmo del blues aún de fondo. "Hay que crear nuevos musicales, no todos pueden ser My fair lady", comentó, trompeta en mano.
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