Líbano cierra filas
Los libaneses aparcan sus diferencias étnicas y religiosas ante la desproporción de la respuesta israelí a los secuestros de Hezbolá
Umm Husein acaba de dejar atrás la pesadilla de los continuos bombardeos israelíes. A pesar de haberlo perdido todo y de la angustia que le produce el que sus padres se hayan quedado en Tiro, no culpa a Hezbolá de haber abierto la caja de los truenos. "Los mártires no han muerto en balde, sino para acabar de una vez con la amenaza israelí, para que no vuelva a repetirse la historia. Nuestro enemigo es Israel", asegura firme. No todos los libaneses piensan como ella, pero la desproporción de la respuesta israelí y el espectro de la guerra civil han evitado que esas diferencias salgan a la superficie, por ahora.
"Hezbolá es un grupo terrorista, sin duda", afirma con convicción Zeinab, una joven secretaria. Zeinab es cristiana. Su pertenencia a esa comunidad religiosa parece determinar su postura. Pero las cosas resultan mucho más complejas en Líbano. Albert Naccash también es cristiano y, sin embargo, este profesor de historia de la Universidad libanesa defiende el carácter de "resistencia popular" del movimiento chií con tanta o más vehemencia que cualquiera de los habitantes del sur del país, donde se concentran tanto los chiíes como los bombardeos de Israel.
Entre los musulmanes, tampoco hay unanimidad. "Hezbolá estaba jugando al gato y al ratón, y cuando un ratón juega con un gato no puede descartar que en algún momento le dé un zarpazo", interpreta un profesional suní que prefiere guardar el anonimato porque trabaja para el Estado. Más difícil es encontrar discrepancias entre los chiíes. El 90% de ellos apoya a Hezbolá, asegura un analista local. Incluso sus antiguos rivales del movimiento de resistencia Amal se les han unido para hacer frente a la ofensiva israelí. Sin embargo, Suheir, un conductor, se permite una crítica velada: "Lo que todos queremos es vivir en paz de una vez por todas".
Suheir, como Zeinab o el profesional suní, se encuentra entre quienes piensan que Líbano está pagando un precio demasiado alto por las acciones de Hezbolá, una percepción que se siente con especial claridad en las localidades turísticas de la montaña cristiana como Bikfaya, Beit Mery o Brummana. No obstante, aunque buena parte de los libaneses consideren que Hezbolá actuó de forma irresponsable al capturar a dos soldados israelíes, la devastadora respuesta del Ejército hebreo ha dirigido su cólera hacia Israel.
"En Líbano hay muchas opiniones, pero mientras duren las hostilidades hay un sentimiento de solidaridad, no sólo político sino también popular", interpreta Sarkis Naoum, columnista de An Nahar. "Todos somos libaneses y no aceptamos la destrucción que Israel está causando a nuestro país". Existe consenso en que no es el momento de pedir cuentas. Y la mayoría de los consultados coinciden en que eso va a depender del resultado del enfrentamiento. "La historia la escriben los ganadores", asegura el citado profesional suní.
"El malestar va a manifestarse tras la guerra", teme un empresario cristiano, que critica la acción de Hezbolá pero considera que la reacción israelí está consiguiendo justo el efecto contrario al deseado. "Si Israel contaba con que el debate libanés iba a contribuir a imponer la soberanía nacional sobre Hezbolá, demuestra una gran inmadurez", añade.
Los bombardeos indiscriminados sobre barrios enteros, infraestructuras civiles y fábricas han afectado a todos. Los libaneses han recordado la invasión de 1982 y las matanzas que le siguieron, lo que sin duda ha contribuido a aparcar las diferencias con Hezbolá. "Cualquier cosa menos la guerra civil. La mayoría está tolerando lo que sucede para evitar esa posibilidad. Por eso los políticos se muestran tan precavidos", manifiesta el interlocutor suní.
Sólo el líder druso Walid Yumblat ha criticado abiertamente a Hasan Nasralá, el líder de Hezbolá, por decir que su grupo libra una batalla en nombre de la nación árabe. Menos agresivo, el primer ministro, Fuad Siniora, ha recordado que "Hezbolá tiene que desarmarse porque se ha convertido en un Estado dentro del Estado". Pero sin un consenso nacional, ni un Ejército efectivo, ni una solución al problema palestino que envenena toda la región e impide lo anterior, son sólo palabras.
Heridas sospechosas
Un grupo internacional de médicos examinará muestras de algunas de las víctimas libanesas de los bombardeos israelíes para determinar qué producto les causó "heridas anormales", según una información de la emisora libanesa Futuro citada ayer por la agencia Efe. Algunos heridos hospitalizados presentan quemaduras en los huesos, pero no en la piel, algo que los médicos libaneses, que han trabajado en numerosas contiendas bélicas, consideran anormal. La prensa libanesa asegura que el Ejército israelí utilizaba bombas de fósforo blanco (prohibidas en ataques contra zonas habitadas por la ONU).
El Colegio de Médicos de Líbano decidió solicitar análisis en el extranjero ante la imposibilidad de que sean practicados en el país, cuyos centros sanitarios están saturados. Varios médicos de hospitales del sur de Líbano aseguran que se trata de "heridas nunca vistas".
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