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Puente de Portugalete: Bilbainada confirmada

"La ONU da la razón a los bilbaínos". Este podría haber sido el titular del jueves pasado. En un momento en que algunos se desviven por atraer los focos internacionales al coso vasco (por la cosa vasca), la comunidad internacional se ha hecho presente en forma de reconocimiento de lo que todos los bilbainos (y residentes en zonas adyacentes), incluso antes de nacer, sabemos: que el Puente Colgante es "el más elegante", como dice la canción, y que, por resumir, no tiene parangón.

Esta vez lo ha dicho la Unesco, el organismo de Naciones Unidas para la educación y la cultura: el Puente de Vizcaya "fue el primer puente en el mundo en transportar personas y vehículos en una góndola suspendida en el aire y fue utilizado como modelo para varios puentes similares en Europa, África y en América, aunque sólo unos pocos sobreviven". Así se lee en el comunicado emitido por el Comité sobre Patrimonio Mundial de la Unesco durante la reunión celebrada en Vilna, capital de Lituania, en la que se nombraron los nuevos miembros de este club paisajístico de la humanidad.

Lo que simboliza este puente es la memoria del hierro, de quienes lo trabajaban

Así que quizás no seamos los únicos, pero ya nadie puede negar que fuimos los primeros. Y a la legalidad internacional nos remitimos. Como muestra del universalismo bilbaíno (esa incurable pretensión bilbaíno-céntrica, según los críticos), los propios gestores del Puente de Vizcaya impulsaron en 2003 la creación de la Asociación Mundial de Puentes Transbordadores, a la que se unieron tres puentes colgantes británicos, dos alemanes, uno francés y el Puente "de la Boca" en la Isla Maciel, en la ciudad de Buenos Aires.

En la reunión de Vilna, la Unesco ha decidido otorgar el sello de patrimonio de la humanidad a un santuario de osos panda en China, una ciudad sagrada del Islam del siglo XII en Etiopía, dos castillos construidos por caballeros cruzados en Siria en los siglos XI a XIII, un sistema de irrigación en Omán que data del 500 A.C. y a un yacimiento arqueológico en Irán, entre otros. Pero el de más fácil hermanamiento con Bilbao serían, sin lugar a dudas, las 34.000 hectáreas a los pies del Volcán Tequila (México) que conforman el "paisaje del agave" azul, la planta que sirve desde el siglo XVI para producir tequila, utilizada desde hace más de 2.000 años para fabricar tejidos y bebidas fermentadas.

Todos ellos por igual se ajustan a la definición de patrimonio cultural que recoge la Convención de la Unesco de 1972: Monumentos, conjuntos y lugares "que tengan un valor excepcional desde el punto de vista de la historia, del arte y de la ciencia". Ahí queda eso. En España, la ONU tiene clasificados 38 lugares como tales, incluidos los centros históricos de Córdoba, Cáceres, Ávila, Segovia, Santiago, Salamanca, La Alhambra, la catedral de Burgos, el Parque Nacional de Doñana, el Palau de la Música de Barcelona, la Isla de Ibiza y el yacimiento de Atapuerca.

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La inauguración oficial del Puente Colgante de Bizkaia tuvo lugar el 28 de Julio de 1893, tres años después del comienzo de las obras. Su arquitecto fue el bilbaíno (criado en Portugalete para los puristas) Alberto Palacio, amigo y discípulo de Gustave Eiffel, autor de la torre del mismo nombre. Palacio firmó también el Palacio de Cristal del madrileño Parque del Retiro, y tenía además proyectados dos puentes más sobre el Nervión, uno igual al ahora premiado en la zona del Desierto de Erandio y otro más que pensaba denominar pomposamente "Puente Colosal Isabel II", todos ellos inspirados, como no podía ser de otra manera, en los puentes medievales sobre el Támesis de Londres (ver www.puente-colgante.com).

¿Pero qué es lo que ha premiado la Unesco? ¿Historia, arte, ciencia? ¿Las tres cosas? ¿O ninguna? El Gobierno vasco entiende el premio al primer conjunto vasco en recibir la calificación de patrimonio de la humanidad en cuanto "símbolo identificador de Bizkaia y el País Vasco", en palabras de la consejera de Cultura. Si lo piensan, son muy pocos los símbolos identificadores de lo vasco aceptados de buen grado por algo más que el 50% de los vascos. Me pregunto cómo han recibido el premio en el resto de la comunidad, pero ojalá la consejera tenga razón. Quizás este premio nos sirva a todos, empezando por el Gobierno vasco, para poner en marcha un verdadero esfuerzo de "construcción nacional" a base de símbolos civiles en los que todos podamos reflejarnos.

Un puente de hierro negro que sobrevuela la desembocadura de un río marrón, por ejemplo. Un puente que fue herido de muerte tras una gran explosión planeada por ingenieros del Ejército republicano ante el avance de las tropas de Franco el 17 de junio de 1937, sólo cinco días antes de que la Guerra Civil terminara en Bilbao. Cuatro años más tarde, en junio de 1941, el servicio fue reestablecido. Desde entonces, este puente colgante y volante ha transportado a obreros y burgueses de una margen a la otra, cual instrumento pasivo de la lucha de clases vizcaína, y ha presidido la desaparición progresiva del hierro del paisaje de la Ría para dar paso al turismo y los servicios.

Porque eso es lo que simboliza este puente: la memoria del hierro, de quienes lo trabajaban, y de los pioneros que forjaron fortunas con este hierro y ese trabajo. La soledad del hierro en la sociedad del espectáculo. La elegancia corroída del hierro convertido en grácil obra de ingeniería. Y una nueva atracción para turistas. Bienvenida sea.

Borja Bergareche es abogado.

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