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Reportaje:

El ocaso de Argimira; el auge de Anatoliy

Los nombres extranjeros triunfan frente a los tradicionales en los nuevos madrileños

Argimira Sánchez, de 60 años, es una de las 83 Argimiras que viven en la región y cuenta que se llama así en honor a la hija de su madrina, que falleció poco antes de que ella naciera. "Hace unos años era un nombre muy común en Ávila. Argimira y Argimiro, pero cada vez somos menos", explica esta vecina de Tetuán. En 1998, las Argimiras de Madrid sumaban 103, pero el número de mujeres con este nombre ha ido a menos, según el Instituto de Estadística de la Comunidad de Madrid. (www.madrid.org/iestadis/).

Lo mismo ha pasado con otros nombres clásicos femeninos, y también masculinos, que viven su ocaso: Iluminados, Anianos, Anacletos, Serapios, Macarias, Deogracias, Marías Cruces o Marías Señor.

En 1998 no había en la región nadie llamado Manuel Mesías, ahora hay 96

En cambio, los nombres extranjeros viven una época de esplendor. Nombres que en 1998 no aparecían registrados en la estadística de la región, ahora suman centenares. Como los Anatoliy; hace ocho años no había ni uno en Madrid. Ahora son 130. "Mi padre se llamaba Gregori. En Rusia no hay tradición de llamar al hijo como el padre", afirma Anatoliy Huba, guía turístico de 40 años.

Otro tanto ha pasado con los Manuel Mesías, como Manuel Mesías Quitiaques, conductor de camión que vive en Parla. En 1998 no había ninguno; ahora hay 96. "Tengo dos hijos y también les he puesto nombres compuestos: Mauricio David y Marisela Viviana", afirma.

El gusto por los nombres compuestos se reproduce a lo largo de la estadística madrileña: Jesús Salvador, Daniel Fernando, Alexandra Elisabeth (que han pasado de 0 a 100 en ocho años) o Diana Elizabeth (cuatro en 1998; 116 en 2006). También están las Anamarías (todo junto) que hace ocho años sólo eran cuatro y ahora son 101.

La estadística muestra sólo los registros en los que hay al menos 50 vecinos con ese nombre. No aparecen por ejemplo ni Michael Jefir ni Jon Sty, porque deben de ser únicos. "Así se llaman mis hijos, se lo puse porque veo mucho la televisión; sobre todo pelis americanas. Estos nombres aparecen en una película que vi una vez y que se llama Western homicidio", explica el colombiano Luis Fernando García, obrero que vive en Collado Villalba. Su amiga Giselle Pardo asegura que cuando tenga un hijo le piensa poner "Ennis del Mar, como el rubio de Brokeback Mountain".

Pero a la cabeza de la clasificación siguen los nombres y apellidos de siempre: los Antonio, Manuel, García, Fernández, María Carmen y María. En la lista de rarezas hay 68 mujeres que se llaman Rabia, 231 hombres que se llaman Castor y apellidos como Cebolla, Enamorado, Pollo, Oca y Oso.

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