El triunfo del valor
Ayer en Pamplona se gestaron todos los ingredientes que conforman un retazo de la España negra, dicho en términos taurómacos. Se lidiaron toros de Victorino Martín, para tres toreros de los llamados valientes. De los tres sólo uno mereció ese apelativo. Él es Antonio Ferrera.
Los dos primeros toros salieron con malas ideas, peligrosos, recortaban. El tercero puso mucho picante en el embestir y cogió a Antonio Ferrera. Pasó a la enfermería. Los toros cuarto y quinto tuvieron mucha calidad. Dulce y noble el cuarto y un buen toro el quinto. Pues bien, ni Pepín Liria ni Luis Miguel Encabo estuvieron en toreros. Se dejaron escapar dos toros de triunfo. Imperdonable. Sólo destacó un buen espadazo al cuarto de Pepín Liria. De acuerdo con el buen juego de esos toros hubiera sido especialmente oportuno rescatar un divertido y contundente título de una crónica de nuestro Joaquín Vidal. Aquel título que decía "¡Qué 'quedrán!". Fue en el sexto donde se acentuó la negrura.
Martín / Liria, Encabo, Ferrera
Toros de Victorino Martín: faltos de fuerza, 1º y 2º con peligro, 4º, 5º y 6º, de menos a más, buenos. Pepín Liria: pinchazo, estocada corta y nueve descabellos (silencio); estocada (aplausos). Luis Miguel Encabo: media estocada contraria y tres descabellos (silencio); tres pinchazos y estocada caída (silencio). Antonio Ferrera: pinchazo y estocada (gran ovación), pasó a la enfermería; estocada al encuentro (dos orejas y rabo). Plaza de Pamplona, 14 de julio. 8ª y última de feria. Lleno.
Salió de la enfermería Antonio Ferrera a matar su toro. El toro le arrolló mandándole por los aires. Público y compañeros insistían en que fuera a la enfermería. El torero se resistió. Se quitó la casaquilla y se quedó con el chaleco, la camisa y el corbatín. El torero toreó con las dos manos. Destacaron varias series de naturales largos, muy intensos. A falta de esencias exquisitas entró en escena la emotividad de un público entregado. Los aplausos surgían como múltiples banderas de alegría. La presidencia se convirtió en público enfervorizado y le otorgó las dos orejas y el rabo, además de pedir que el toro diera una vuelta al ruedo en el arrastre.
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