Cambio epidérmico
El acuerdo de reforma de las pensiones que se presentó ayer pasará a la historia seguramente como el primero en el que participaron todos los agentes sociales -sindicatos y patronal- más el Gobierno, pleno que no se había producido hasta el momento por diversas circunstancias, pero en ningún caso por la amplitud y profundidad de los cambios que propone en el sistema. Quizá esa superficialidad explique precisamente la concurrencia unánime.
Las mejoras implican que la pensión de viudedad se extiende a las parejas de hecho, un avance encomiable, en línea con la política social del Gobierno; que para acceder a dicha pensión será necesario acreditar un mínimo de dos años de convivencia; que el mínimo exigido para acceder a la pensión de jubilación será de 15 años reales y no 12,5 años, como sucedía hasta ahora, debido al cómputo de las pagas extraordinarias; que se ofrecerán incentivos para la prolongación de la vida laboral; y que en los casos de jubilación parcial será a partir de los 61 cuando se apliquen los incentivos de contratación por las "horas jubiladas". Como puede apreciarse, correcciones que tienen notable importancia política, puesto que mantienen vivo el proceso de reforma sin afectar a la médula del sistema, que es la prolongación sustancial de la base de cálculo de la pensión y la jubilación a edad más avanzada.
Durante decenios, expertos actuariales, economistas de rango presumiblemente liberal y las entidades financieras han venido pronosticando una crisis del sistema de pensiones en España por motivos demográficos y laborales. La extrapolación de estructuras de empleo de los años ochenta y parte de los noventa situaba el colapso del sistema en torno a 2015. Sin embargo, la evolución del mercado de trabajo en los últimos años no permite sostener profecías pesimistas a medio plazo. El sistema de la Seguridad Social presenta superávit -el 1% del PIB- y la percepción de la situación económica es optimista, de forma que es muy difícil presentar ante la opinión pública restricciones importantes en el cálculo de las jubilaciones.
Esta circunstancia explica el carácter epidérmico de la reforma. No obstante, los retoques pretenden atajar, siquiera tímidamente, notables disfunciones en el sistema, como la muy evidente de las jubilaciones parciales, y mantienen en pie la idea de que otros cambios, como el de retrasar la edad de retiro, pueden justificarse no por motivos económicos y bajo la presión de la catástrofe, sino por causas personales y sociales, como el alargamiento de la vida media de las personas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.