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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Arde la burbuja

Los indicadores del mercado inmobiliario mantienen una evolución que inquieta tanto a las autoridades monetarias como a los agentes financieros. El Banco de España anuncia que las viviendas están sobrevaloradas entre un 24% y un 32%; y recuerda que la deuda hipotecaria contraída por las familias supera ya el medio billón de euros y que la cuota mensual de un préstamo medio se encarecerá durante 2006 en unos 680 euros más. Los datos que recoge la Asociación Hipotecaria Española no son menos preocupantes. El 98% del saldo hipotecario está firmado a tipos de interés variable. Sólo el 33% como media en la zona euro. Está apareciendo una nueva generación de hipotecas con plazo de amortización de 50 años y el crédito concedido a los particulares sobre el valor de tasación de la vivienda, que en 1990 era el 60%, hoy rebasa el 80%. Para comprender la debilidad del mercado de la vivienda basta con concluir que una subida de un punto porcentual en el tipo de interés encarece un 7% la cuota de amortización de un préstamo a 15 años.

El mercado hipotecario se está recalentando. Ni siquiera los precios muestran una tendencia clara hacia la desaceleración. El riesgo es que una subida de los tipos de referencia del mercado hipotecario limite progresivamente la renta disponible de las familias y tenga efectos sobre el consumo a finales de este año o mediados del siguiente. El riesgo para las familias es que aumenten el endeudamiento estimuladas por la facilidad con que se accede a créditos cada vez mayores y con menos cobertura. Para el sistema financiero, el riesgo es que una disminución del empleo eleve la tasa de morosidad de los préstamos.

Estos peligros estaban presentes en 2005, pero ahora parecen más probables. Los resortes para reducir la inquietud no son demasiados y están repartidos entre las instituciones financieras, que deberían endurecer las condiciones de solvencia de sus préstamos y el Estado. Hay muchas esperanzas puestas en la Ley del Suelo, quizá excesivas; pero ya es urgente atemperar el encarecimiento del suelo.

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