Fusión verdadera

No hay otra manera de calificar esta última creación de De Bana que como de excelente en todos los aspectos, desde lo coréutico a lo estético, desde lo musical a lo ambiental. Al principio, hace un impactante solo donde se arranca el corazón y lo deja dentro del haz de luz. A partir de ahí, hay una fusión verdadera y a fondo en este espectáculo de cámara en toda regla y exigencias, donde se baila a base de frases compuestas sobre lo orgánico rítmico, con terminados romos que se van articulando en estilo e interpretados por una plantilla joven y pujante de mucho talento, que se entrega y que ha entendido las exigencias del coreógrafo, que no son pocas.

No podía haber encontrado De Bana mejor partenaire que Elena Martín, una bailarina prismática y de amplio espectro que va desde la danza española con acentos flamencos hasta entrar en los modos contemporáneos, siempre con fluidez y dándole una réplica de altura al baile personal del primero, que es de lo mejor que puede verse hoy día en la escena española.

La idea de fusionar clásico español, ballet moderno, música barroca y rococó con ritmos orientales tradicionales tenía sus riesgos y su complejidad, pero aquí aparecen engarzados a través de sutiles intercambios, entradas y salidas, aforos en oscuro y un hilo conductor que establece una idea que no elude el drama: la atormentada vida del artista que se debate entre mundos distintos, desde lo estrictamente artístico a lo social.