Un bombardeo israelí mata en Gaza a una mujer palestina y a sus tres hijos
El primer ministro Olmert rechaza cualquier alto el fuego hasta que el soldado sea liberado
El jueves y el viernes, los palestinos cayeron como moscas en Beit Lahia, al norte de la franja de Gaza. Los tanques y blindados israelíes abandonaron ayer esa posición, pero invadieron el territorio por el este de la ciudad de Gaza, hasta llegar a unos 500 metros del barrio de Sayaiyeh, el más próximo a la frontera. Tres milicianos de Hamás y un policía murieron bajo el fuego israelí. Ya caída la noche, la aviación bombardeó una casa, según fuentes médicas palestinas. Una mujer de 45 años y dos de sus hijos, una niña de 6 años y otro de 21 años, murieron. Otro hijo, de 13 años, estaba en estado crítico.
Organizaciones de derechos humanos han denunciado una ejecución sumaria de un palestino maniatado. Varios civiles, entre ellos un discapacitado sordomudo, se cuentan entre los muertos desde que el jueves los uniformados israelíes invadieron varios kilómetros de la franja. Ya son 40 las víctimas mortales, a las que se suman las 15 que perecieron entre el 25 de junio, fecha de la captura del soldado judío Gilad Shalit, y el jueves.
Los cortejos fúnebres se suceden por la céntrica avenida Omar Mujtar de Gaza mañanas y tardes. Los palestinos, contrariando sus costumbres, están enterrando a sus muertos por las noches.
Los blindados israelíes habían abandonado Beit Lahia de madrugada. En numerosas casas se veían los orificios de los proyectiles en las paredes de las viviendas tomadas por los militares israelíes para evitar que los francotiradores cumplieran su cometido. Ibrahim al Attar mostraba su huerta de sandías destrozada por los tanques, los conejos aplastados, tres tumbas destrozadas junto a un transformador eléctrico chamuscado. Es sólo un ejemplo de la destrucción que lleva a cabo el Ejército israelí desde la captura del soldado. Pueden regresar en cualquier momento a Beit Lahia. "No descartamos volver a esta zona. La operación no ha terminado", afirmó un portavoz militar.
Pero ahora el ataque se concentra a las puertas de la capital, en las proximidades de la aduana de Karni. Por la mañana el fuego era intermitente. Pocos milicianos se enfrentaban a los soldados israelíes, apostados detrás de unas naves industriales. Hay demasiados espacios abiertos y la desventaja de los palestinos es notoria. Pero en las calles de Sayaiyeh, una zona muy combativa, esperaban por doquier milicianos enmascarados.
En cualquier lugar de la franja pueden estallar los choques. Más de 200 personas fueron expulsadas ayer de sus casas cerca del aeropuerto de Rafah, al sur de la franja, junto a la frontera egipcia, donde están acantonadas las tropas judías. Fueron atendidas por la agencia de la ONU que ayuda a los refugiados palestinos (UNRWA). En un comunicado, el secretario general de la ONU, Kofi Annan, reclamó el fin de las restricciones al paso de víveres y suministros esenciales, y a los trabajadores humanitarios. Los ataques de la tarde llegaron horas después de que el primer ministro palestino, Ismail Haniya, pidiera un alto el fuego y reclamara negociar el canje de Shalit por prisioneros palestinos. El Gobierno israelí rechazó la tregua si no se libera al soldado.
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